El autor, que reflexiona en su último libro sobre los «sótanos del poder», asegura que «en Estados Unidos hay miedo» y que Bush es «el mayor peligro para la paz mundial»
09 may 2003 . Actualizado a las 07:00 h.La última novela del mexicano Carlos Fuentes (1928) es una reflexión sobre la naturaleza del poder, sobre lo que él mismo llama «los sótanos del poder». La Silla del Águila (Alfaguara) transcurre en el año 2020 en un México que ha plantado cara a Estados Unidos y ha sido castigado con un boicot de sus comunicaciones. -Yo tengo mucho respeto por la política, por eso deploro lo que es su negación tal como la concibe Aristóteles, como un servicio público por el bien común. Pero hay un alto mirador de la política aristotélica y luego están los sótanos de la política maquiavélica. En esta novela rara vez me salgo de los sótanos. -¿La política siempre está asociada a la corrupción? -No hay un solo régimen político en el que no se dé la corrupción. A veces los mexicanos creemos que tenemos el monopolio. No es cierto. Lo importante es que salga a flote, que se juzgue y sea castigada, como en Estados Unidos, España, Francia o Italia. En México hemos ocultado durante demasiado tiempo la corrupción debajo del tapete de la república. -¿Cree usted, como la protagonista de su novela, que la política es la actuación pública de pasiones privadas, sobre todo de la amorosa. -Creo que siempre en la raíz de toda actividad humana hay una relación personal, pasional, sexual, familiar. La política tiene que sostenerse en algún aspecto de la personalidad humana, no funciona como una abstracción sino que se enraíza profundamente en la vida personal. -¿Kakfa sería un escritor costumbrista en México, como dice un personaje? -Quiero decir que la ilegalidad, posponer las cosas, el ser acusado sin saber por qué, el vivir dentro de un laberinto sin salida, no poder nunca llegar al castillo o quizá hasta amanecer convertido en cucaracha una mañana son cosas cotidianas en México. -En su libro Fidel Castro sigue al frente de Cuba con 93 años. ¿Cuál es su posición sobre lo que sucede allí? -Apoyé fervientemente la revolución cubana en sus principios, como mucha gente, vimos ahí una promesa que no se cumplió, por desgracia. Desde que la clase cultural cubana hizo una campaña contra Pablo Neruda y contra mí en el 66 yo me aparté de ellos y mantuve la posición que defiendo hasta hoy, que es criticar la dictadura de Castro y condenar la tontería del embargo norteamericano y sus ataques, que son el alimento que le permiten mantenerse en el poder en nombre de la revolución y de de la patria. -¿Qué opina sobre lo que ha dicho García Márquez, que ha condenado la pena de muerte en general, pero no al régimen cubano? -García Márquez y yo somos amigos desde hace 40 años, tenemos una amistad de roca, sólida, como Gibraltar, que no quebranta nada. Podemos tener opiniones políticas diferentes, en ciertos puntos, no en todos, y lo respetamos. La amistad es lo importante con Gabo y nada lo va a cambiar. No le voy a decir a mi amigo lo que debe hacer; él sabe lo que quiere y debe hacer. -En su novela, Condolezza Rice es la presidenta de EE.UU. en el 2020. ¿Estamos condenados a tener neoimperialismo para tanto tiempo? -Si esta gente se sale con la suya, sí. Bush está apostando por una política guerrera permanente que le permita ser reelegido en nombre del patriotismo. En EE.UU. hay miedo, salvo en las dos costas más liberales, que son Nueva York y Los Angeles. El centro del país está aterrado y no se atreve a hablar. Están todos con la banderita, es un desastre para la democracia americana. Recuerda la época de McCarthy (el senador que protagonizó la caza de brujas en 1953 y 1954). Sólo que ahora McCarthy está en la Casa Blanca y no en el Senado. La intención de imponer una política de ataque preventivo puede llevarnos a la guerra general. -¿Usted piensa entonces que la principal amenaza para la paz es EE.UU.? -Yo creo que sí, que no hay otro peligro mayor. Otro peligro es el terrorismo, pero no se combate invadiendo un país y derrocando un régimen para obtener el petróleo. Ni con Clinton ni con Gore habría habido esta guerra. -¿Sancionará EE.UU. a México, como en su obra? -Hemos votado contra ellos en numerosas ocasiones y nunca nos ha pasado nada, porque para ellos crear inestabilidad en México es como tirarse un tiro en su propio pie, les supone un problema mayor que Sadam. Pueden tener momentos de furia, como el de Bush ahora, pero son venganzas de niño rabioso porque el chiquito de la escuela le pegó al grandullón.