«No he vuelto antes a la televisión no porque no quisiera»

Irene Perezagua MADRID/COLPISA.

TELEVISIÓN

La intérprete es la princesa de Éboli en la nueva miniserie de Antena 3

17 oct 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

Tres años ha tardado Belén Rueda (Madrid, 1965) en volver a la televisión. Tras interpretar a Lucía en Los Serrano -su último papel en el medio-, Amenábar le brindó una oportunidad de oro en el cine ( Mar adentro ) que la madrileña no desaprovechó. Desde hace unos años vive volcada en el cine, aunque no deja pasar proyectos interesantes para trabajar en la pequeña pantalla, como La princesa de Éboli , una ambiciosa miniserie de dos capítulos de Antena 3 que se estrena mañana a partir de las 22.15 horas. Rueda da vida a Ana de Mendoza, una princesa tuerta con tanto poder como para hacer temblar el imperio del mismísimo Felipe II.

-¿Cómo se ha metido en el papel de un personaje de tanta trascendencia como la princesa de Éboli?

-La experiencia ha sido maravillosa. Dar vida a personajes de este calibre es muy agradable. Era una mujer adelantada a su época, pero no como lo seríamos nosotras ahora. Conseguía hasta cierto punto ser libre, pero de forma que los demás no se dieran cuenta.

-Debía ser difícil en esa época conseguir cierta libertad.

-Sí, es paradójico, pero a pesar de ser una grande de España solo gozó de una cierta libertad durante una etapa de su vida. Felipe II organizó su matrimonio con un noble de 37 años cuando ella tenía 13. Tuvo diez hijos, así que durante su juventud vivió encerrada en su cuerpo. Pero después vivió una pasional relación con Antonio Pérez que le permitió disfrutar.

-¿Cree que la historia fue justa con ella?

-No. La princesa de Éboli ha trascendido como una mujer muy ligera y creo que no fue así. Lo que ocurrió es que se quedó pronto viuda y no guardó un luto por otra parte exagerado.

-¿Qué le atrajo de esta producción para querer involucrarse en ella?

-Muchas cosas. Pero entre ellas, el hecho de formar parte de una serie en la que se encuentran algunos de los personajes históricos que hemos estudiado de pequeños.

-Se trata de su primer personaje histórico. ¿Alguna diferencia con interpretar a uno ficticio?

-Sí. La diferencia es que aquí tienes un referente. Tienes documentación a la que recurrir. Además, ruedas en entornos fantásticos como el castillo de Manzanares El Real, del siglo XV, que ayuda a meterte en la historia. Y por último está el vestuario. Cuando te pones el corsé y el traje te contagias de otra actitud, otra pose.

-Pero con esos corsés tuvo que estar algo incómoda, ¿no?

-Te limita bastante, sí. Es curioso te sientes muy atrapada por el corsé, pero al mismo tiempo es impresionante la libertad que tienes en las piernas. Tenía un frío tremendo durante el rodaje.

-¿Cómo lo remediaba?

-Necesité unos térmicos porque rodamos en ambientes fríos y húmedos. En castillos, exteriores... Era horrible la imagen. Toda preciosa por fuera, pero por dentro un desastre. Encima en esa época no utilizaban ropa interior? ¡pero yo sí que la llevaba, eh! (se ríe).

-También ha tenido que hacer frente a escenas cargadas de tensión sexual... ¿Ha habido química con Hugo Silva, su compañero de grabación?

-Sí, y muy buena por una razón. Y es que las escenas sugieren más que otra cosa. Siempre defiendo eso, lo explícito no es más que lo que se propone y una imagina. De todas formas, había que darle un puntito especial porque su relación era muy pasional. Entre ellos saltan chispas.

-Roberto Henríquez, Hugo Silva y Eduard Fernández. ¿Cómo ha sido la experiencia de rodar con ellos?

-Fantástica. Es impresionante la interpretación de Eduard en el papel de Felipe II. Y para Hugo este personaje ha sido muy importante, porque ahora sufre el mal del encasillamiento. Fue un reto tremendo para él porque tenía que interpretar a un personaje mucho mayor. Y sin embargo lo ves con un peso y empaque muy importantes

-A usted en su día también la encasillaron.

-Sí. Es muy fácil que te encasillen, sobre todo cuando has dado vida a un personaje de televisión que ha gustado mucho. A mí me pasó. Desterraría esa palabra.

-Pero reconocerá que le ha costado volver a la televisión.

-No he vuelto antes a la televisión no porque no quisiera. Los proyectos los elijo porque me gustan, independientemente del soporte.