De repente la televisión de mi casa se ve distinta, como si alguien le hubiese limpiado con el Glassex esas manchas que tenía hace un año y ahora la imagen llega clarita y muy blanca. Tanto que si no fuese porque la cara de Ana Blanco sigue en La Primera (o quizá por eso) pensaría que es otra televisión, incluso pensaría que es aquella televisión que veía yo de pequeña. Sí, sí. He visto a Josema Yuste, de Martes y Trece, vestido a lo Lauren Postigo, diciendo algo así como «qué linda es la televisión y la familia unida» y de refilón he pensado que quizás era el festival de la Oti, porque un señor muy parecido a Francisco meneaba las caderas a lo latino, mientras a una Rocío Jurado de pega se le salía el pecho como aquella Sabrina que nos escandalizó a todos. He cerrado los ojos, y al abrirlos de nuevo, José Luis Moreno aplaudía a una ventrílocua de nombre Marisol (toma moreno!!) que animaba a un público entregado al show teleñeco. Al día siguiente, en la misma cadena, Ana Obregón lloraba a Fernando Martín, Isabel Pantoja abrazaba a su hijo, y María Teresa Campos a la Bombi. Así que, decidida a someter a mi tele a la prueba del algodón, he dejado el mando a un lado, en un ejercicio retrovisor para confirmar si en este regreso al pasado era yo la trastornada y le he dado, de pie, al botón. ¡Oh no!, en La Primera una familia ve la televisión como yo en ¡1979!, y llevan esa que era mi ropa. ¿Estamos en el 2011?