Los secretos de las cocinas de la Moncloa: Rajoy desayuna kiwi «en rodajas» y a Sánchez le gusta la carne «al punto»

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José Roca, que durante los últimos 46 años ha dado de comer a todos los presidentes del Gobierno de nuestro país, desveló en «La revuelta» tras su reciente jubilación algunas anécdotas: «ninguno hacía peticiones especiales»
20 mar 2025 . Actualizado a las 14:36 h.Adolfo Suárez, Leopoldo Calvo-Sotelo, Felipe González, José María Aznar, José Luis Rodríguez Zapatero, Mariano Rajoy y Pedro Sánchez. Es la lista de los presidentes del Gobierno que ha tenido nuestro país desde que en 1978 fuese promulgada la Constitución española. Todos ellos ocuparon la Moncloa durante sus respectivas legislaturas. Un tiempo en el que adecuaron el Palacio a sus necesidades y a las de su familia. Pero todos tuvieron algo en común en la sede presidencial: el mismo cocinero. José Roca, jubilado hace tan solo tres meses, es quien les ha dado de comer a cada uno de ellos, ejerciendo incluso de jefe de los fogones durante los últimos 11 años. Una trayectoria que anoche compartió en La revuelta de La1, en una entrevista que mantuvo con el presentador del programa, David Broncano, bajo la atenta mirada del actor Quim Gutiérrez, el invitado anterior, que decidió quedarse ante la visita de quien «ha cumplido una labor tan importante para el Estado como alimentar a todos nuestros presidentes», le introdujo el cómico criado en Orcera.
Como ya dijo en entrevistas anteriores, Roca, no iba para cocinero, si no que estudiaba pedagogía, pero «en casa hacía falta dinero». «Entré gracias a un conocido de mi madre, primero como pinche en la época de Adolfo Suárez. Con Calvo Sotelo, me fui al servicio militar, pero volví. Y he cocinado para Felipe González, Zapatero, Mariano Rajoy y, ahora, para Pedro Sánchez». Con semejantes comensales desató la curiosidad de los presentes, y a pesar de que por cláusulas de confidencialidad no podía revelar ciertas cosas, sí que desveló algunos de los gustos culinarios de los que más han mandado en España. Así, «nosotros hacíamos lo que ellos nos pedían, pero tampoco eran de peticiones muy especiales», contó ante las cámaras, para señalar que, por ejemplo, Rajoy desayuna kiwi «en rodajas» y que a Sánchez, «como a todos los presidentes», le gusta la carne al punto: «Y hace bien, porque la carne como la pases mucho te la cargas».
«Difícil no hay nada en la cocina. Difícil es lo que no sepas hacer», continuó el chef, que empezó como friegaplatos y acabó sirviendo complejas cenas, tanto de trabajo como en recepciones oficiales, junto a un equipo de otras cinco personas. No contó más sobre los platos favoritos para que a los políticos no les acaben sirviendo siempre lo mismo, pero sí se acordó de Mariano Rajoy, que no olvidó su origen ejerciendo labores presidenciales. «No era de gustos tan básicos como se dice. Lo que sí, le encantaba la comida gallega. Y eso para un cocinero es una maravilla porque la materia prima es inmejorable a nivel pescado o marisco», recordó Roca, que regaló a Broncano una miniatura del Palacio de la Moncloa en la que señaló donde trabajaba. Visto el edificio desde su fachada principal, las cocinas ocuparían la esquina más a la derecha en la planta baja.

Los presidentes son «como cobayas»
Casi medio siglo entre los platos que algún día rebañó González o los cubiertos que empleó Aznar dieron para mucho. Y los días de más ajetreo eran los de recepciones oficiales. «Van muy rápidas porque siempre van mal de tiempo los dirigentes. Entonces tienes que sacar el primero, casi inmediatamente el segundo. Y a veces te dicen "¡espera, que han salido a ver el jardín!" y tienes miedo de que se enfríe o se estropee. Pero bueno, te adaptas», aseveró desde la experiencia acumulada.
Y en cuanto a las visitas, las mayores anécdotas son las referidas la seguridad, algo que llegó al extremo con el actual presidente turco, Erdogan. Quizás para prevenir envenenamientos, cuando se desplaza, su personal supervisa al milímetro lo que ingiere. «Trajo un catador. Una persona para verificar que la comida estuviera en condiciones. No llegó a probarla, no hizo falta porque cuando le enseñé que de dónde cogíamos la comida era para nuestro presidente y también para el suyo se fio. Cuando vino George Bush supervisaron cocinas, pero catadores como tal no llegaron a probar nada», comentó ante la atenta mirada del público en el Teatro Príncipe Gran Vía donde se graba el programa. Y precisamente en cuanto a intoxicaciones, solo una vez hubo una, quizás el momento que más le ha pesado después de tantos años. «Este tema mejor lo dejamos. Pasó una vez hace muchísimos años», dijo apesadumbrado. «¿Felipe o Adolfo, entonces?», intentó obtener una mayor respuesta Broncano. «Por ahí andaría, sí. Fue grave. A todo el equipo nos dolió mucho que ocurriera», zanjó Roca.
El cocinero, en todo caso, guarda un muy buen recuerdo de su paso por la Moncloa, donde ha aprendido a hacer platos nuevos, porque eran los propios dirigentes quienes le impulsaban a innovar de vez en cuando: «Muchas veces experimentamos con ellos, son nuestras cobayas. Si te piden una comida asiática... Es como un experimento. Si después les gusta te dicen de ponerlo más y lo incorporas al menú o lo piden cuando viene algún invitado».
La compra, en el súper de toda la vida
«Yo tengo unos menús previstos y si no les gustan los cambio, pero normalmente suelen quedarse con mi propuesta. En base a eso hacemos la compra. Podemos encargarla y que la traigan. O ir nosotros como vamos todos. Vamos a un supermercado normal, llenamos el carrito... se puede buscar el contrato con los proveedores en internet», se expresó sobre otra de las dudas razonables que pueden surgir sobre las cocinas de la sede gubernamental, donde realmente todos comen no como reyes, si no como presidentes. «El presidente, el personal de Palacio... Todos comemos lo mismo normalmente. Tiene truco. Porque a veces los presidentes tienen reuniones de trabajo que surgen de un momento a otro. Entonces, si vas con la comida justa y vienen varios ministros no les vas a trocear un filete. Y si vienen invitados de pronto, pues nosotros —los trabajadores— completamos con unos huevos fritos, por ejemplo», fue su forma de referirse al clásico recurso presente en cualquier cocina del país del más vale que sobre que no que falte.
Una despedida de postín
Su dedicación tuvo premio. José Roca se fue a lo grande en una sorpresa final en la que todo el Palacio participó, incluido el presidente, que le otorgó una importante distinción. «Normalmente hacemos bote y se compra un regalo al compañero que se jubila. Llevamos algo de picar y nos juntamos en el comedor de abajo, el más cercano a las cocinas. Todo el Palacio contribuyó, dejo muy buenos amigos», rememoró sobre su última jornada como trabajador en activo.
«Entonces, ese día, yo voy y de pronto me dicen. No, no va a ser en el comedor de abajo sino en el Salón de Columnas —lugar reservado en Moncloa para recepciones oficiales y actos solemnes—, Y efectivamente, el presidente vino y además me hizo entrega de una medalla de la Orden de Carlos III, que es una señora medalla», reveló antes de finalizar su encuentro en televisión, en uno de los programas más vistos cada noche.