El polémico David Delfín deja atrás a las mujeres andróginas para feminizarlas con sobriedad y acierto.
16 sep 2008 . Actualizado a las 20:47 h.Tonos refrescantes y tejidos etéreos que insinúan la silueta femenina e invitan a disfrutar del estío se convierten en tendencia la próxima temporada, según las colecciones presentadas hoy en la segunda jornada de Cibeles Madrid Fashion Week por Francis Montesinos, Miriam Ocariz y Jesús del Pozo.
Arrancó la jornada matinal de la semana de la moda española con el diseñador valenciano Francis Montesinos y su cosmos textil, con una colección -«Urania»- que brilló con luz propia, en la que rinde tributo a la magia de la luz del cielo y sus estrellas con tejidos en blancos, grises y azules, empolvados con el dorado o el plateado.
Las gasas y organzas naturales dejan vaporosos vestidos, con mucho escote asimétrico y abundancia de drapeados, que en ocasiones pasan del color único a un degradado.
Francis Montesinos, que decoró la pasarela con una vía láctea floreada, plantea en sus creaciones vestidos y blusas con dibujos cósmicos, en una paleta de colores que van del blanco al gris perla pasando por el rosa, que utiliza sobre todo para sus abrigos, vestidos y capas de punto de hilo con ochos.
El diseñador se apoya en los tejidos de algodón y en los voiles de seda, aunque lo más llamativo de su colección son sus novias en tonos degradados, con detalles en oro y plata y tocados estrellados.
Jesús del Pozo propone una mujer de trazos libres y simplicidad de líneas que dibujan siluetas de volúmenes relajados que revelan una revisada elegancia, cuya prenda estrella es el vestido en tejidos etéreos como el tul o la seda con sutiles transparencias que aportan a las prendas sensación de movimiento.
Para el día, el creador madrileño propone tonos cítricos, en refrescantes tonos verdes, aguamarina y menta, mientras que la mujer de Del Pozo vive la noche con vestidos en gris humo y negro profundo de grandes flecos, tipo charleston, en una reinterpretación del estilo años 20.
Miriam Ocariz sorprendió con sus contrastes de estampados luminosos enmarcados en tejidos ligeros frente a los cuadros de sastrería masculina, aplicados indistintamente sobre americanas y pantalones o sobre vestidos, en los que juega con la gasa, el georgette y un punto muy ligero frente a la lana fría y el brocado.
La diseñadora vasca crea con el punto de seda un vestuario de aspecto natural y lánguido, pero siempre de acabados sedosos cuyo nexo de unión es una sutil insinuación del cuerpo, especialmente en las blusas y los vestidos.
En su colección para la próxima temporada, destacan tintes nacarados cuyo tejido se pega al cuerpo como una segunda piel sobre colores indefinidos con ligeros brillos metalizados.
Las colecciones de la tarde
Por la tarde, el turno ha sido para los diseñadores David Delfín, Ana Locking, Miguel Palacio, Elio Berhanyer y Juanjo Oliva.
David Delfín ha dejado atrás a las mujeres andróginas para feminizarlas con sobriedad y acierto. El joven diseñador madrileño nunca deja indiferente al auditorio de Cibeles, bien sea por su escenografía, esta vez muy vibrante, o por la corte que le acompaña, encabezada el martes por el clan Almodóvar. Su intención de marcar lo femenino coincidió con una tendencia dominante en la segunda jornada de la pasarela de primavera verano 2009. Unas mujeres también enriquecidas con buen pulso por Miguel Palacio y Ana Locking y llevadas a la refinada sutilidad por Juanjo Oliva.
Bajo una escenografía animada por la eficaz luminotecnia, David Delfín presentó su siempre cuidada sastrería, especialmente para los hombres, con impecable corte y suavísimo popelín. Pero el patrón de siempre se quedó a un lado para dar paso a una mujer más sofisticada a la que marca la silueta con vestidos o pantalones plisados de forma esmerada. Es una ruptura que él llama 'Diastema', separación con lo anterior. El minimalista Delfín, sólo barroco hasta ahora en la ambientación, enjoya a las modelos con perlas y rubíes que adornan delicados vestidos, algunos en tono rosa maquillaje y otros en negro. Hasta se atrevió con el clasicismo del vestido palabra de honor de corte a la cintura, sencillo e impecable.
Unos tubos nasales como los que se utilizan para dar oxigeno fueron el toque de extravagancia de este diseñador que cada vez pisa más firme. El auditorio aplaudió a rabiar: Pedro Almodóvar, Bibiana Fernández, Rosi de Palma, Miguel Bosé, Alaska, Beatriz de Orleans o Elena Benarroch, entre otros.
Por su parte, Miguel Palacio propuso una lujosa colección de noche. El diseñador vasco ciñe la silueta con corsé interior para elaborar vestidos cortos que marcan el tipo. El tejido se enrosca hasta adquirir formas florales. Hay escotes con un solo hombro que también se enriquecen con los mismos motivos; o vestidos que llevan otro superpuesto en el delantero dando una original apariencia. El largo va del mini, a la rodilla o muy largo, y los tejidos oscilan entre el popelín, a la seda labrada que recuerda el piqué, con aplicaciones de lentejuelas en hombreras y chaquetas.
Un recargamiento exquisito definió la colección de Ana Locking, que ha encontrado un estilo propio al separarse de su anterior compañero, Óscar Benito. Vestidos en gasa envolvente -gris, azul tinta, ocre y beiges- evitan la transparencia con corsés interiores. «No son momentos para el aplauso fácil y ver el seno de la modelo; hay que ser real para vender», dice esta diseñadora que utiliza también la rafia para dar volumen a una amplitud de volantes en cascada que se despliegan a partir del talle. Hay también faldas de chifón transparente que se complican con unas ballenas que dan formas armoniosas. Otros vestidos de noche -la noche domina a la calle en esta jornada- van con polisón trasero con los mismos volantes de rafia, y se rematan con aplicaciones de cristales de swarosky en el escote.
Para hombres, Locking introduje los pantalones pesqueros, a treinta centímetros del suelo, conjuntados con sandalias.
Sutilidad
El veterano Elio Berhanyer es claro a la hora de definir su amplísima colección -sesenta pases de mujeres, dieciséis de hombres- que introduce más colorido frente a su habitual oscilación entre el blanco y el negro. Vuelve a recuperar los sombreros años sesenta para recordar sus tiempos de dominio en la alta costura, y envuelve de gasas a la mujer en la noche, gasas que se ciñen a la silueta para dejar caer algún volante a la altura del tobillo.
Sastrería en la tarde, una madrina en gris, y una espectacular novia cerraron un desfile que huyó de música estridente para ambientar con ópera de Verdi un canto gregoriano final.
El premiado Juanjo Oliva cerró la jornada. Sigue buscando la alta costura y la sutilidad dentro de formas arquitectónicas y para mostrar mejor sus depurados cortes eligió el blanco natural, los tejidos limpios y sin teñir, para mostrar una mujer chic, delicada, con adornos de encaje y un espectacular vestido largo rematado en el bajo con gigantes nidos de abeja. Las joyas de Duran, con perlas y oro, dieron suntuosidad al recital de armonía.