El campo gallego afronta el desafío de impulsar una nueva revolución verde

X.R. ALVITE REDACCIÓN / LA VOZ

TERRA

Durante los próximos años, aumentarán las exigencias ambientales vinculadas al uso de fertilizantes, antibióticos o productos fitosanitarios en la actividad agroganadera

27 abr 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

La sensibilidad de los consumidores, y en general del conjunto de la población, hacia el cuidado del medio ambiente va en aumento durante los últimos años. De hecho, aspectos como el calentamiento global, la reducción del uso de plásticos o el bienestar animal tienen cada día un mayor peso sobre las decisiones de compra y, por tanto, también sobre la actividad de la industria agroalimentaria. Este incremento de la conciencia ecológica empieza a tener, igualmente, un reflejo importante en las diferentes normativas que afectan al sector agroganadero, uno de los vinculados más directamente con el territorio.

En este sentido, a la próxima reforma de la Política Agraria Común (PAC), la más verde de cuantas se han llevado a cabo hasta el momento, se unirán normativas estatales como la que regulará la nutrición sostenible de los suelos agrarios o iniciativas comunitarias como el llamado Pacto Verde Europeo o la estrategia «De la granja a la mesa». Regulaciones que marcarán el futuro a corto y medio plazo del campo gallego que, una vez más, deberá demostrar su capacidad para adaptarse a los profundos cambios que se avecinan.

Fertilizantes

Un 20 % menos para el 2030. La Comisión Europea estima que el exceso de nutrientes en el medio representa una importante fuente de contaminación del aire, suelo y agua y, por tanto, suponen una amenaza a la preservación de la biodiversidad y el clima. De ahí que, dentro de la estrategia «De la granja a la mesa» se señale la necesidad de reducir, de aquí al año 2030, un 20% la cantidad de fertilizantes químicos que se emplean en el campo. En este mismo sentido, la normativa estatal sobre la nutrición sostenible de suelos agrícolas, a punto de ser publicada por el Ministerio de Agricultura, también tendrá importantes repercusiones sobre las explotaciones gallegas. Por lo de pronto, y salvo sorpresas de última hora, prohibirá la utilización de los actuales sistemas de abanico para la aplicación del purín ?el mayoritario en Galicia- y obligará a las granjas a contratar un asesor agrónomo que vigile la puesta en marcha de planes individuales de fertilización. Además de un aumento del control administrativo, también será necesaria la realización periódica de analíticas de tierras y purines.

 Fitosanitarios

Reducción a la mitad en esta década. A pesar de estar sometidos ya a un exhaustivo control que abarca desde el punto de venta ala destrucción de los envases vacíos, los productos fitosanitarios siguen estando bajo la lupa de las autoridades comunitarias. Tanto es así que, dentro de la Estrategia Biodiversidad 2030, se busca disminuir a la mitad su aplicación hasta finales de esta década. El anuncio, sin embargo, ha generado cierta preocupación en el sector cuyos cálculos apuntan a que el 40% de la producción mundial de alimentos se pierde cada año por plagas, malas hierbas y enfermedades y que este porcentaje podría llegar a duplicarse si, como todo parece indicar, se limita el uso herbicidas, insecticidas, bactericidas o fungicidas. En esta línea, la apuesta del campo gallego debe ir hacia la agricultura de precisión y a priorizar aquellas prácticas agronómicas más sostenibles.

 Agricultura ecológica

Necesidad de aumentar la superficie. Europa quiere que en el 2030 el 25 % de todas las tierras agrícolas se dediquen a la agricultura ecológica por cuanto se trata de una práctica que se ha demostrado altamente beneficiosa para el medio ambiente. En el caso de Galicia, donde este tipo de producciones no han dejado de crecer en las dos últimas décadas, será necesario multiplicar por cuatro las actuales 35.000 toneladas certificadas -casi la mitad se ubican en la provincia de Lugo-, un objetivo que se antoja complicado en un plazo tan breve de tiempo. A día de hoy, casi 1.200 operadores certifican su actividad ecológica en la comunidad, el doble que hace justamente una década. Período durante el cual el valor económico de sus producciones se ha multiplicado por cinco hasta rondar los 100 millones de euros durante el pasado año.

 Antibióticos

Mayores limitaciones a su utilización. Según los datos que maneja la Comisión Europea, la resistencia a los antimicrobianos derivada del uso de antibióticos en animales ocasiona unas 33.000 muertes de personas en la UE cada año (las mismas que la suma de muertes por gripe, sida y tuberculosis). Por esta razón, se marca el objetivo de que las ventas de estos productos caigan a la mitad durante los próximos nueve años. Para lograrlo será necesario, tal y como señala el presidente del Consello Galego de Veterinarios, Luis Núñez Desiré, la concienciación sobre el empleo responsables de este tipo de medicamentos, los programas de reducción voluntaria en animales de abasto y el control del uso a través de la declaración obligatoria de las prescripciones por parte de los veterinarios.

 Bienestar animal

También en el transporte y en las ferias. Aunque las granjas gallegas llevan años trabajando en este ámbito -el 70 % de la leche y la mitad de la carne ya proceden de explotaciones certificadas- el bienestar animal será un aspecto clave que deberán tener muy en cuenta durante los próximos años. Parece evidente que a medio plazo será imposible comercializar producciones de aquellas ganaderías que no hayan superado una auditoría en este ámbito y, de hecho, cada vez son más las empresas transformadores que ya imponen a día de hoy esta obligación a sus explotaciones suministradoras de materia prima. De la misma manera, la protección animal también se está extendiendo a otros ámbitos como el del transporte, la presencia en mercados y ferias o, incluso, en los mataderos donde se empiezan a establecer protocolos que garantizan el trato digno a la res en el momento previo a su sacrificio.

 Metano

Mejor gestión de la dieta y el purín. El metano es uno de los gases de efecto invernadero que más contribuye al cambio climático. Tanto es así que, en un período de tiempo estimado de cien años, los estudios apuntan a que su potencial de calentamiento global es 28 veces mayor que el del dióxido de carbono. El control de estas emisiones -la agricultura y la ganadería son, según la UE, responsables del 10 % del total - será determinante para que se puedan alcanzar los objetivos climáticos de 2050. En este sentido, Galicia deberá trabajar en ámbitos como el de la alimentación del ganado -buena parte del metano que se emite a la atmósfera procede de la digestión de los rumiantes- o la gestión adecuada de los purines. La opinión de los investigadores del Centro de Investigaciones de Mabegondo (CIAM) apunta a la necesidad de realizar balanceos de las raciones que ingieren las vacas, adaptando el consumo de comida a sus necesidades, junto a otras medidas relativas a un mejor dimensionamiento de las fosas de purín o al cambio de prácticas agronómicas propiciando, por ejemplo, el enterramiento del abono inmediatamente después de su aplicación.

 Ecoesquemas

Una PAC aún más ecológica. Cuatro de cada diez euros del presupuesto de la nueva PAC para el período 2023-2027 se destinará a objetivos climáticos y medioambientales. De hecho, el 20% de las ayudas directas que corresponderían a los agricultores y ganaderos gallegos se supeditarán a la puesta en marcha de los denominados ecoesquemas, un catálogo de prácticas voluntarias que van más allá de los meros requisitos legales de gestión y de las buenas condiciones agrícolas y medioambientales que ya son de obligado cumplimiento para ser beneficiario de la PAC. Es decir, las granjas solo tendrán asegurado el 80% del dinero que les correspondería pues el restante depende de la puesta en marcha de medidas encaminadas a la protección de los suelos, el incremento de su capacidad como sumidero de carbono, la preservación de la biodiversidad o la reducción de emisiones. Entre los ecoesquemas que pretende promover el Ministerio de Agricultura se encuentra el pastoreo extensivo, el mantenimiento de franjas alrededor de los prados para conservar la biodiversidad, la rotación de cultivos o la trituración de los restos de poda y su incorporación al terreno, en lugar de la quema. Si bien estos ecoesquemas se plantean como algo potestativo que cada granja puede o no poner en marcha para aumentar su nivel de ingresos, el cumplimiento de la llamada condicionalidad, como sucede ahora, sí seguirá siendo imprescindible para acceder al dinero de la PAC. Aunque pendientes de concretar, todo apunta a que tendrán la consideración de obligatorio el mantenimiento de pastos permanentes y de humedales así como la protección de los bosques de ribera.