Diego Martínez trata de exprimir el talento de jugadores como Vadillo, Puertas o Adrián Ramos que brillan tras cuajar un discreto curso 2017-2018
24 sep 2018 . Actualizado a las 17:57 h.Al octubre feliz del Lugo, efímero líder de Segunda hace casi un año, se apuntó el Granada, que alcanzó el primer cuarto del campeonato a rueda del conjunto gallego para relevarlo en todo lo alto en un asalto a la cumbre tan breve como el de su predecesor. El equipo del norte y el del sur fueron perdiendo fuelle mano a mano y cuando la competición vino de vuelta ya miraban de lejos al Huesca, instalados en la zona tibia del desencanto. Los dos conjuntos se encontraron en agosto para el reestreno de Los Cármenes en el comienzo de la actual temporada, y el empate resucitó el miedo al tedio, evaporado ahora, tres jornadas después. El pasado fin de semana, de nuevo en casa, los nazaríes devolvieron a la grada el jolgorio propio de una afición feliz. Tres victorias consecutivas, ocho tantos a favor, apenas uno en contra. El equipo del momento visita Riazor.
Lo ha montado un vigués exiliado hace media vida en Andalucía, con el breve receso de un curso (el pasado) en Osasuna. Obligado por la falta de liquidez, Diego Martínez apostó por la rehabilitación. «Futbolistas con ganas de reivindicarse», explicaba el técnico señalando a Fede Vico, Vadillo, o Puertas. El último representa el éxito de la fórmula, enfrascado en su estirón anotador. El gol al Lugo y dos dobletes para recuperar la moral. Pasó escondido el curso 17-18, a la sombra de Pedro Sánchez, y ahora que vuelven a coincidir en un estadio se ha sacudido el peso del nuevo futbolista blanquiazul. Con querencia al flanco izquierdo, pero liberado en la segunda línea ofensiva, mezcla con los mencionados Vico y Vadillo bajo el paraguas de Adrián Ramos. El corpulento ariete atrae la atención en punta permitiendo a sus escoltas crear.
Peligro desde la segunda línea
A espaldas del delantero colombiano se concentra el talento y el peligro nazarí, justo en esa tierra de todos donde el Dépor aún está por afinar. San Emeterio y Montoro dan consistencia a la medular, ordenando las transiciones y regulando la intensidad en la presión. En el arranque de campaña, el Granada ha manejado con mucho éxito las alturas a las que estorbar la circulación rival. El frente de ataque se ha implicado mucho en labores de recuperación, con un despliegue ordenado y el arma del fuera de juego como comodín cuando el contrario encuentra vías hacia la portería de Ruí Silva, meta menos batido de la categoría junto a Munir. La zaga, repleta de veteranos, casi no ha necesitado retoques.
El carril derecho, en el que pueden formar Quini o Víctor Díaz (este también ha actuado de central) es la única plaza en el aire. Un asunto mayor, porque Diego Martínez le saca partido a las incorporaciones del lateral, y ese costado será el que defienda en el Dépor el aún inédito Saúl. El técnico gallego maneja un once casi fijo, aunque ha convocado 19 futbolistas para la cita de Riazor pendiente de la evolución de Montoro y Álex Martínez.