Gris triunfo coruñés en Riazor con tres goles a balón parado frente a un flojo Zaragoza
17 dic 2018 . Actualizado a las 18:45 h.El Dépor sumó esta noche un triunfo (3-1) de doble lectura. Que la alegría por un triunfo necesario para volver a sentir Riazor como vivero de puntos, no oculte los defectos de un equipo peleado con el balón y que ganó desde el acierto a balón parado. El triunfo contó, además, con el premio de volver a encaramarse a las plazas de ascenso directo, tras adelantar al Málaga por mejor golaveraje. No hay razón para no exigir más a un Dépor que este domingo se dejó el fútbol en la caseta, pero al menos sumó un triunfo que se le llevaba resistiendo dos jornadas. En un partido feo, táctico y sin ritmo, jugado desde el tiro libre, los coruñeses dieron cuenta de un Zaragoza correoso y sin más plan que aprovecharse de los errores locales. Las malas sensaciones del último empate en casa hicieron mella en un equipo de Natxo González que dispuso del balón a encher, sobre todo antes del descanso, pero apenas supo qué hacer con él.
En parte, debido a que el Zaragoza se atrincheró y también, porque los peloteros deportivistas siguen de luna. Con Carlos Fernández en la enfermería y Cartabia y Carles Gil en el banquillo, ni Vicente Gómez ni Duarte están disponiendo del toque cómodo y lúcido con que sorprendieron al inicio de curso. Las imprecisiones lastraron a un equipo meditabundo y que siempre prefirió no equivocarse antes que arriesgar. Mejor dicho, sí que rifó el balón, pero en pelotazos en profundidad en los que Quique, Valle y Pedro siempre partieron en inferioridad.
Con este panorama el Deportivo tiró de pizarra para ganar y el laboratorio funcionó a pleno rendimiento. A los ocho minutos, tras dos llegadas visitantes, la segunda polémica, pues todo el Zaragoza reclamó penalti en una incursión de Benito, Pedro, una de las novedades del once, sacó raso al primer palo y Borja Valle cruzó a la red en el mano a mano con Cristian Álvarez El gol debió ser anulado por fuera de juego del delantero, pero no tardó en volver a igualarse el partido. Otra vez a balón parado. Javi Ros transformó una clara mano de Vicente en el despeje de un córner.
El juego deportivista entró entonces en una maraña de juego horizontal y predecible del que no salió más que en las contadísimas ocasiones en que Bóveda y Caballo, atados a la línea defensiva, estiraron la cuerda para subir la banda. Así llegó una combinación con Expósito a la que no llegaron por un palmo ni Pedro ni Valle.
Pero el Dépor abrió brecha en la recta final del primer tiempo. A la media hora, una nueva falta botada por Pedro de nuevo desde la izquierda, esta quizá más escorada que la del primer gol, fue cabeceada a placer por Duarte. Era la brecha que los coruñeses buscaban. En otra más prácticamente desde la misma posición, esta vez botada por Caballo, Valle cabeceó alto desde el primer palo. La guinda llegó en un centro de Pedro en el que Expósito fue arrollado por Lasure cuando iba a rematar. Quique, que llevaba cuatro jornadas sin marcar, selló así su décimo gol.
El Zaragoza se transformó tras el descanso, cuando sin nada que perder propuso un fútbol de área a área al que el Dépor contestó encerrándose, en ocasiones demasiado atrás, y saliendo a la contra, pero ni la precisión (n lastre todo el partido) ni la puntería le acompañaron. Tampoco la tranquilidad para manejar el tiempo, mover la pelota y disfrutar de una posesión que, al final, era triunfo.
Bóveda y Expósito completaron algunas de las mejores acciones de su equipo por la derecha. Tampoco el Zaragoza metió mucho miedo. La aparición de Carles Gil a diez minutos del final no cambió la visión de un Dépor plantado en la frontal de su área que apenas rebasaba líneas de su adversario. Quizá fuese un triunfo para reinventarse, pero queda mucho por hacer.