Cuarta igualada consecutiva de un equipo coruñés sin ideas ni fútbol frente a un flojo Mirandés
30 sep 2019 . Actualizado a las 00:28 h.Las jornadas pasan y el Deportivo sigue perdido en el desierto de su fútbol, o como se llame el juego que practicó anoche en un Riazor cada vez más vacío y casi al borde de un ataque de nervios con su equipo. El cuarto empate consecutivo en ocho jornadas mantiene a los coruñeses sin victorias desde la primera jornada, cuando Santos había rescatado el triunfo tras una nefasta segunda parte. Durante la semana toda la plantilla había hecho votos en pos de una victoria con buenas sensaciones, pero para ninguno de los dos objetivos está este Dépor, que primero ha de calmar su crispación antes de dedicarse a la premisa verdadera para la que parece configurado esta temporada: la permanencia. Visitará el jueves al recién descendido Girona, el techo salarial más alto de la categoría, en posiciones de descenso, una zona de la que aparece y desaparece desde primeros de mes. Anquela ya queda en una situación delicada.
El Dépor, enredado en la telaraña tejida por el Mirandés en el mediocampo, ofreció una flojísima primera parte, solo comparable en las cloacas del fútbol con la que venía de jugar también en casa contra el Numancia y que solo arregló a medias gracias a un fulgurante arranque de la segunda parte. Esta vez volvió a evidenciar mil problemas para salir con el balón jugado, cometió mil imprecisiones en todas las zonas del campo y solo chutó entre los tres palos una vez. En la recta final del período, rebañó Mollejo y Borja Valle no se lo pensó dos veces desde el pico del área, pero Limones rechazó cerca de la escuadra.
El resto se convirtió en un insulso ejercicio de impotencia y desesperación entre dos rivales hundidos en las plazas de descenso de la clasificación y con un futuro inmediato más que incierto. El Mirandés solo se acercó con peligro en una ocasión, pero respondió el de siempre. Dani Giménez salvó a su equipo tras un nuevo error de Lampropoulos en la salida del juego. El visitante Marcos chutó y el meta voló para rechazar a saque de esquina.
Y como a perro flaco todo son pulgas, la polémica, como en Cádiz, volvió a perjudicar al Deportivo. El videoarbitraje le escatimó un penalti por clara mano de Malsa en el área al saque de un córner. Mientras todo el campo veía la imagen en las pantallas gigantes, el árbitro, después de dos minutos de deliberación y a instancias de la sala del VAR, ordenó seguir el juego.
Si mala resultó la primera parte, el paso por los vestuarios no mejoró en absoluto a los locales. La aparición de Christian Santos tras el descanso concedía al Dépor una referencia fija en el ataque, pero el que se adelantó nada más salir al campo fue el Mirandés tras otro error en la salida de los blanquiazules. Montero salvó bajo palos el primer remate, pero Marcos André fusiló el rechace a la red. El 1-1 apenas tardó en llegar gracias a una jugada de empuje deportivista. Al menos la vergüenza no se había perdido. Bóveda chutó y Mollejo, el autor del gol de la remontada al Numancia, empujó a la red el rechace del portero. La diana pareció meter una marcha más en el juego coruñés, impulsado ahora por su goleador, ese menudo futbolista que partiendo desde la derecha no hace más que aparecer en boca de gol para reanimar a unos compañeros moribundos.
El regreso de Longo, que llevaba de baja casi un mes, resituó al Dépor en un 1-4-4-2 de marcado carácter de ataque, con Mollejo por la izquierda y Aketxe en la derecha. Sin embargo, los coruñeses, medrosos toda la noche con el balón, abusaron del pelotazo hacia el más bajito de la clase, Mollejo, y facilitaron la labor de presión de un rival con las ideas mucho más claras. La temporada se va a hacer eterna a este Deportivo.