Prima la prudencia, y agradece que la afición entienda el repliegue de un equipo al que resucitó en semanas
16 feb 2021 . Actualizado a las 15:44 h.Subido a un taburete, en la sala de prensa de la ciudad deportiva, Fernando Vázquez Pena (Castrofeito, 1954), ofrece dos horas de reflexiones sobre su equipo y su profesión.
-Se dio a conocer en España en la temporada 1995/1996 dirigiendo al Compostela y 24 años después ha protagonizado una resurrección épica antes del carnaval. ¿Se imaginó alguna vez una carrera tan larga?
-En mis inicios no pensaba en ser profesional. Estaba entrenando por aquí en Galicia y trabajaba en un instituto y sabía que no dejaría nunca la enseñanza aunque viniera un equipo de Segunda B de fuera de Galicia, porque no me iba a marchar. Estaba conforme con trabajar por la mañana en el instituto y entrenar por la tarde. Cuando dejo el Lalín y voy al Racing empecé a pensar que ahí quizá podría subir con él a Segunda División. Fue cuando lo empecé a pensar, aunque luego fui al Lugo y volví a pensar en la enseñanza.
-Aquella temporada pasaron por equipos de Primera más de 30 entrenadores, pero hoy solo siguen en activo otros tres además de usted: Víctor Fernández, Rafa Benítez y Juanma Lillo. Tiene 65 años, la tradicional edad de jubilación, aunque tendrá la cabeza en otra cosa.
-El fútbol sabes cómo es, y cómo es la sociedad. Empiezas a coger años y todo el mundo te empieza a catalogar de alguna manera, que estás un poco mayor, por decir la palabra más suave, caduco o que no estás al día, llámale como quieras. Creo que es un prejuicio social hacia gente que va ganando en años. Yo considero que estoy mucho más preparado que cuando empecé, evidentemente, y la formación no acaba nunca si tienes cierta pasión, ilusión.
-Si no le hubiese llamado el Deportivo, ¿Se habría planteado volver a entrenar, incluso a un equipo en esta situación?
-Tuve alguna posibilidad de entrenar... Yo quería retirarme en activo, decirle yo adiós al fútbol.
-¿Cómo lleva este éxito por la calle, a lo mejor no puede pasear tranquilo?
-Tengo la fortuna de que el club me permite vivir en Santiago, como en la otra etapa en el Dépor. A Coruña me encanta pero, cuando eres entrenador, no tienes que firmar autógrafos, te dicen: «Enhorabuena, míster». Y poco más. En A Coruña sería un poco más complicado. Sé que estoy en el entorno del equipo y genera más tensión. Pero salgo de la ciudad deportiva en mi coche y tengo 40 minutos relajados hasta llegar a casa relajado.
-Al subir al coche, al poco de dejar la ciudad deportiva, se encuentra un cartel de apoyo.
-Sí. Me siento responsabilizado. Por el club que es, porque la afición casi hace una manifestación ante el estadio antes de los partidos. A veces me gustaría no ser entrenador y ser aficionado. La presión, uno sale del autobús y ves lo que te pide la gente... Es una responsabilidad impresionante para mí y para los jugadores.
-Cada uno maneja esa situación como puede. Quizá a otra persona le costaría gestionar ese nivel de apoyo. Usted parece que llega a disfrutarlo.
-Claro. En el Dépor siempre me tocó una situación extrema, también en la anterior etapa, así que quizá haga algo más allá de lo que es ser entrenador. Lo hago voluntariamente, porque me gusta y creo que es importante. Doy mensajes a la afición para que me entienda y la gente me muestra un cariño que solo viví en Santiago, y no tanto. Una confianza absoluta en mí de la afición, eso tendrá que ver con lo que pasó con mi persona en el año 2014. Ese cese así un poco irregular me hace tener más cariño que de otra forma no tendría.
-En su anterior etapa le sustituyó Víctor Fernández, que llegó a hablar de un clima autodestructivo. ¿Lo percibe así?
-No lo sé. Cuando me voy de un sitio me cuesta seguir al equipo. Por tanto esa situación de confrontación no la viví. Me preguntaron cuando volví si notaba esa confrontación y ya dije que no. Yo nunca lo viví ni fui consciente de que la afición del Deportivo estuviese separada. Es mentira que el culpable de eso fuese Fernando Vázquez. Y creo que en este momento no ocurre. Analizar el Dépor actual significa que el Dépor cambió, en la dirección y en su futuro. Creo que está claro. La gente podía estar cabreada por no ganar y porque veía que vamos a Segunda B y eso generaba una incertidumbre molesta para muchos aficionados. El horizonte del Dépor está seguro, eso la gente lo percibe y dice «vamos a ayudar al equipo» porque ahora solo hay un problema deportivo. Ahora todos estamos juntos en un mismo objetivo, salvar al Deportivo este año de bajar desde Segunda División. Eso es casi más importante que que el equipo esté ganando partidos.
-¿En sus planes entraba también el largo plazo?
-Sí, claro. Yo vine para estar en Segunda, pero podríamos descender y también quería entrenar en Segunda B. Hay un largo plazo siempre que cumpla objetivos. Siempre que ascienda...
-Pensaba en volver a entrenar al Deportivo en Primera. También será una perspectiva a largo plazo.
-Yo me imaginaba que tendría una segunda oportunidad. Pensaba que sí, y a veces dije que no a algunas cosas, esperando que el Dépor me podría llamar. Tenía fe en volver al Deportivo.
-¿En base a qué?
-En base a nada. Sabía que era muy difícil por la situación, pero sabía que había una posibilidad ahí. Sería un sueño.
-¿Pero por el panorama?
-No. No pensaba que pudiese ser en esta temporada. Ocurrieron muchas cosas raras en el Deportivo que al final permitieron que yo llegase este año.
-¿El tiempo cura las heridas?
-Yo no tengo heridas con el Dépor. Cosas así extrañas y raras como esa me pasaron en otros clubes, también en el Mallorca, en el Rayo, en el Oviedo, donde me firmaban cuatro años... Situaciones que para mí eran incomprensibles. Me preguntaba a veces qué pasaba conmigo. Comprender la historia de un entrenador es muy difícil, tendría que publicarla. Vista desde fuera puedes analizarla, muy bien: «Debe ser algo raro este entrenador, cumpliendo objetivos deportivos, ¿qué pasa con Fernando Vázquez?». La prensa podría pensar: Es un chaval difícil o complicado. Pero yo soy un entrenador de club, entregado al club al 100%, aunque me haya pasado esto.
-Cinco años después, ¿qué análisis hace de todo aquello?
-Estoy igual que entonces. Solo una persona lo puede explicar. A mí Tino Fernández me dijo que me cesaba por falta de confianza, teóricamente por unas declaraciones que hice en Arzúa. Cuando un entrenador le dice a su afición que no crea que vamos a fichar... Haremos el equipo que podamos, porque la primera opción posiblemente no la podamos fichar, sino la segunda, la tercera, la cuarta o la quinta. Hablaba en defensa de la secretaría técnica. El presidente entendió que estaba atacando al club. Esas declaraciones ante la afición son las de decirle «tranquilos, calmados, y a ver qué hacemos en Primera». Nunca tuve intención de hacer daño al Dépor y menos al presidente.
-¿Llegó a hablar de eso con él?
-No. Yo en esa reunión llevaba la grabación porque a ese acto entró la Televisión de Galicia porque yo lo permití. Si no hubiese entrado la TVG no habría pasado nada. Yo le llevaba toda mi charla, junto a Pablo Insua. Pero no la quiso escuchar.
-Si no hubiese entrado la televisión no habría pasado nada.
-Correcto.
-¿Cómo era la relación hasta ese momento?
-Yo peleaba por estar con Tino Fernández, a mí me gusta relacionarme directamente con el presidente y que él sepa de mi mano lo que pasa. Tino Fernández no era accesible a este tipo de reuniones. Hablé con él una vez, comí con él una vez en seis meses porque se lo pedí a Fernando Vidal. O igual un sábado que nos marchábamos o nos llamábamos. Pero tener una conversación así de presidente y entrenador, nunca, salvo ese día que comimos.
-Pasó un tiempo sin entrenar en el que se preguntó qué pasaba con usted. En ese período al dejar Vigo o en este último, ¿qué conclusiones sacó, cómo lo sufrió?
-Yo pensaba que con los años que tengo... En el Compostela, cuando empecé, me llamaban «Profe», así entre comillas, como un teórico al que le faltaba práctica o experiencia. Yo llevaba años entrenando en Segunda B, ya no era un desconocido. Ahora que tengo esa experiencia resulta que lo que se lleva es entregar los equipos a exentrenadores muy jóvenes. No tienen experiencia, pero supongo que tienen conocimientos. Yo ya entonces valoraba más el conocimiento que la experiencia. Ahora parece que es así, al revés de lo de antes, y yo parece que voy al revés. Ahora me piden juventud. Pero pasa en el fútbol, en la educación, en la vida profesional... Cuántos parados de 50 o 55 años hay que nadie quiere contratar. Hay un prejuicio sobre la edad, microviejismos, como micromachismos. Si eres mayor, ¿qué? Eso es solo una idea. Tú puedes estar perfectamente.
-¿No hay una desactualización?
-¿Por qué va a haber una desactualización? Tú eres un tipo que estás preparado para formarte continuamente. Por eso tienes formación. Te formas para poder seguirte formando. Yo tengo armas para seguir formándome. Hoy es tirado formarse. Cuando empecé no había ni un libro. Yo quería leer y ver fútbol. Pero no había Internet e ibas a las librerías y de fútbol nada de nada. Estudié entonces más balonmano y baloncesto que fútbol, porque leía sobre eso. Porque de fútbol no había nada realmente. Hoy un chaval de 30 años puede tener una preparación impresionante. Quieres ver a Guardiola, pues ves su equipo, quieres ver otro, pues lo mismo. Hasta podemos verlo casi entrenar. Antes veías un partido el fin de semana, que era lo que yo hacía, lo grababa y estudiaba. El conocimiento era más lento, pero hoy un chaval de 20 años que quiere entrenar... Tiene todo. ¿Quieres entrenar a juveniles? Aquí tienes un libro de texto. Luego falta la asimilación de ese conocimiento que vas cogiendo, entrenando. Si no entrenas, no lo ves. Pero yo aprendí porque los jugadores me enseñaron, me daba cuenta en el campo de las cosas.
-¿Y de todo lo que estudió de balonmano y baloncesto hay algo que aplicase y que siga aplicando?
-Por supuesto. Ahora no, pero al principio, sí. Defensa zonal, individual... La defensa zonal, cuando yo empecé, se hacía porque Xulio Díaz, otra persona clave en mi carrera, que era mi profesor de táctica y estaba en el CD Lalín, explicó la defensa zonal, que empezaba. entonces. El comportamiento de los 6 de una defensa en zona del balonmano 6:0 es muy parecido al de una línea de cuatro.
-Llega al Deportivo, coge al colista, consigue seis triunfos consecutivos, un empate, 19 de 21 puntos. En Riazor se pasan de 8.000 a 27.000. La gente habla de la promoción de ascenso. ¿Se llegó a imaginar que le iban a salir tan bien las cosas? ¿Le produce una satisfacción personal?
-Estoy contento porque las cosas empezaron estupendamente, estoy contento por ver Riazor, que es un espectáculo. El día del Las Palmas la afición estuvo allí cinco minutos después del partido y no se marchó nadie. Es como si estuviéramos jugando una final. La gente se concienció. Los necesitamos. El Deportivo es una gran institución en A Coruña, en Galicia y en España. La gente se dio cuenta de que tenía que venir al fútbol, el equipo empezó a darle victorias y todo eso se juntó. La cabeza de los aficionados está libre, están entregados como si fuéramos un equipo que no tiene problemas económicos ni de ningún tipo. La gente se olvidó de todo. Yo lo llevo con naturalidad, creo.
-¿Pudo ayudar el hecho de tocar fondo? Hace unos años había un inconformismo con el equipo en Primera. Y ahora en la zona media baja en Segunda, Riazor es una fiesta.
-Sí, ese es un efecto psicológico que funciona. Estás perdido... Yo vi al Oviedo con el campo casi lleno en Tercera, y ahora en Segunda A tienen la mitad de afición. Cuando quieres subir, todo el mundo te va a apoyar, pero cuando tienes unas expectativas de ascenso y no las cumples y estás en terreno de nadie, como les pasa a ellos... El público duda. Si entran en descenso, posiblemente el campo se vuelva a llenar. En Riazor pasa un poco de esto. Si estuviésemos novenos, con el ascenso lejos, posiblemente no habría esta efervescencia de afición. Es posible que no fuéramos 28.000, sino 20.000, al no haber aspiraciones de ascenso ni peligro de bajar. Por eso la gente se deja llevar.
-Pero esta situación le obliga a mostrar una forma de ser en su repertorio como técnico, y adaptarse. Con una conexión diferente a la de otros clubes.
-En otros clubes nunca noté esto y yo tampoco lo sentía igual ni nunca tuve que hacer un trabajo extra que no fuese el de entrenador, pero la gente tampoco me lo pedía. Yo he estado en sitios con éxito, pero donde terminaba el partido, y me iba solo hacia el coche, algo que es imposible aquí en Riazor. Ante eso... Aquí hago también un discurso táctico para que la gente me entienda, hago un discurso importante de que un club es grande si la afición es grande. Es un razonamiento irrebatible, porque es la realidad.
-Usted estuvo en Dépor y Celta. Compare.
-En el Celta lo pasé mal. Lo dije muchas veces. Quizá fue un club en el que, por razones desconocidas… Fui al Celta en Segunda. Ascendimos con unos cuantos canteranos. Al año siguiente estuvimos en Champions casi todo el año. Pinto fue Zamora. Y, al final, fuimos quintos por culpa de un Sevilla-Barcelona, que se suspendió porque llovía, y a los quince minutos se podía jugar. El Barcelona vino a Vigo antes y ganó, pero luego perdió en Sevilla. Yo creo que eso estaba preparado, pero bueno. Al año siguiente cometí el error de seguir en el Celta y no marcharme, cuando tenía ofertas. Esa decisión y la de seguir en el Valladolid fueron las peores decisiones, las que pueden marcar una carrera. Jugamos en UEFA al año siguiente y el equipo iba justo. Una parte de la afición la tomó conmigo. Yo era silbado, pitado con cierta continuidad. A veces, insultado en la calle. Estuve bien cesado. Sufrí un pequeño shock emocional, que me impedía entrenar. Por eso dejé de entrenar dos años, que no quería. Luego te cuesta volver.
-No respondió a la comparativa.
-Celtismo y deportivismo son dos movimientos sociales muy importantes. No entiendo la mala rivalidad, el enfrentamiento. Para el Deportivo es muy importante que el Celta esté en Primera cuando él está en Primera, y al revés. Lo que es difícil de entender es que el derbi gallego sea descafeinado porque una familia coruñesa no quiere ir a Vigo y una viguesa no quiere venir a A Coruña. Pero esto fue politizado. Y ahí lo dejo. ¿No podríamos tener el mejor derbi de España? Siempre hay problemas. Cuando tú puedes defender a tu equipo y, al mismo tiempo, apreciar al rival. No. Aquí, tu quieres lo tuyo y lo otro lo desprecias.
-¿Cómo se sintió esos años tras el Celta?
-Mal. Sin fuerzas para dirigir. Que no tenía la pasión para entrenar. Porque había momentos en Vigo (fui bastante sancionado y estaba muchas veces en la grada por sanción) que era incapaz de ir a la grada o al palco. Me quedaba en una sala interior viendo el partido por la tele. No sabría explicar, porque no fui al psicólogo, pero sabía que no estaba bien. Solo era una parte de la afición, pero si el 20 % grita y el resto es silenciosa, pues se notan más los ruidosos.
-¿Cómo fue ese proceso?
-Sufrí profesional y personalmente. Cuando digo que la bicicleta es mi psicólogo es porque es así. El fin de semana no quería ver ni oír los partidos. Salía en bici cuando había partidos. Sufrí una crisis, digamos… Un shock emocional. Porque me paralizó la energía. Las ganas de entrenar, de ver el fútbol… Pero salí.
-Cómo lo logró?
-Fui recuperando sensaciones. Salía en bicicleta todos los días. Al tercer año me encontraba con ganas de volver. Me negaba a entrevistas, a todo… Entonces, parecía que estaba desaparecido. No pisé Riazor desde que me marché. A Vigo tampoco fui. Solo veía fútbol por televisión. Y esos años tampoco ni eso. Solo miraba los resultados. La mayoría de los entrenadores, cuando están en paro, van a los campos. Porque así funciona. y yo sé que funciona así, pero no lo hago. Nunca lo hice.
-¿Se lo pensó mucho antes de volver al Dépor? Aprendió mucho respecto a su anterior vez?
-No aprendí nada. Es que no sé qué errores cometí. Que alguien me diga qué errores cometí. Hombre, tácticos sí. Errores de comportamiento, como entrenador, de representatividad… Que me equivoqué en algún partido? Seguro.
-Comportamientos que lo llevaron al despido.
-No hay ningún comportamiento extraño.
-¿Qué aprendizaje tuvo? Por ejemplo, se le nota que esta vez, tras tanta victoria, advirtió de que puede llegar la derrota. En la anterior fase, con el ascenso, llegó el mal momento y no se supo llevar.
-Como dije antes, la perspectiva, mantenerla, no es fácil. Saber quién eres, de dónde vienes, cómo vienes… El primer año, cuando bajamos a Segunda, la afición me pedía, por favor, que no nos vayamos a Segunda B, que estuvimos a punto de desaparecer. Cuando salía del campo, los primeros partidos, es lo que me pedían. De repente, el equipo fue líder. Estuvimos bastante tiempo y luego pasamos a ser segundos. Llegó el momento en el que si ganas con continuidad, tienes que seguir ganando. Te cambia la perspectiva. Estás aquí y luego tienes que ser el mejor. No se admiten errores. Ni que el rival compite… Es un cambio de perspectiva importante. Lo mismo podría pasar este año. Empezamos para salvar al equipo… Pero imagina que ganamos en Zaragoza y al Lugo. Posiblemente, la salvación esté más cerca y la fase de promoción también. ¿Cómo vamos a reaccionar? ¿Nos vamos a cabrear si perdemos el siguiente partido? Es posible porque si cambias el objetivo, te cabreas, si piensas en la salvación, no tiene por qué pasar nada. Una cosa es ser exigente y otra dar las gracias por estar salvados o pensar que es una mierda. Hay que mirarlo desde los 51 puntos, de la salvación. Si luego hay camino por recorrer, vamos a intentarlo. No nos vamos a ir de vacaciones.
-¿La grada está preparada para eso?
-Sí. La afición es gente normal. Gente que te escucha, que te entiende… La gente me entiende, porque me lo demuestra en el campo. El equipo está un poco replegado y la gente apoya. La gente apoya acciones defensivas del equipo… Podía estar pitando: “¿Pero qué carallo es esto?” Porque quieren ganar. Pero no. Porque yo les digo que para ganar hay que jugar así. Pido tranquilidad y la gente confía. He visto un despeje un poco así de Mollejo y la gente “buahhh”, a favor. La gente lo entiende. Está con el equipo y con el entrenador. La gente no es tonta y te sigue.
-¿Esa forma de ganar es para siempre o en este momento?
-Los partidos son noventa minutos. Y yo les digo, repliegue de medio campo. Tenemos el 40 % de posesión de media en todos los partidos. Sesenta-cuarenta no es tan diferente. El Cádiz tenía el 30 % y le llevaba 12 puntos al segundo. Y nadie le discute al Cádiz. El otro día el equipo progresó a nivel de pelota. Pero vas a tener oportunidades. Noventa minutos dan para mucho. No creo que hagamos… Cuando yo empecé a entrenar, esto era lo normal. En el año 95, los clubes te esperaban y tú tenías que esperar. Todo el mundo hacía igual. Una puta pared delante. Hoy no. Porque el fútbol cambió. Y eso de iniciar… Todo el mundo tiene que jugar en campo contrario, transitar rápido. ¿Dónde está escrito que hay que jugar así al fútbol? Hay muchos equipos que juegan así. El mejor ejemplo es el Atlético de Madrid. Ganó porque jugaba al contrario de todos. Y quizá a nosotros estos partidos nos ha pasado lo mismo. Yo no tengo que decidir las estrategias de los demás, pero esa es una verdad histórica. A Simeone parece que le va peor cuando… Hay ese runrún que «menuda mierda, no jugamos a nada»… Pues se pueden hacer daño. Simeone empieza a dudar. Fichan mejores jugadores… Pero en el año 95 nunca se criticaba qué mal jugaba ese equipo. Antes no había eso de jugar bien o mal. La prensa no lo utilizaba.
-¿Cuándo empezó esto?
-Con Johan Cruyff y especialmente con Guardiola. Se empezó a estudiar un modelo diferente. Cuando yo estudié nadie hablaba de transiciones y la definición de contragolpe era desde campo propio, no contrario. Antes había un bloque defensivo y contraatacabas. En la escuela nacional de entrenadores, yo tuve a Azkargorta. Y como el manual decía que contragolpe era salir desde campo propio en superioridad o igualdad numérica, yo le pregunté que, entonces, cuando robabas en campo contrario, ¿cómo se llamaba eso? Y me respondió. «Contraataquillo». Y, desde entonces, me llama Contraataquillo. En el gol participan 3 o 4 jugadores, con 4 o 5 pases. Entonces, la acción antes de un gol es rapidísima: 3, 4, 5 segundos… ¿Cómo se justifica que esté de moda el fútbol de posesión, porque eso no produce gol? ¿Cuál es la justificación para jugar avanzado y tener posesión de balón? Hubo un momento que, especialmente los ingleses, decían: “Bueno, si el gol es así, fútbol directo. Está clarísimo”. Entonces veían el fútbol de esa manera: pum, pum y llegar. O hacer contraataque.
-Tras alabar a Simeone, ¿se siente identificado con Bordalás?
-Absolutamente, porque me parece un entrenador como la copa de un pino. El otro día, jugando contra el Barcelona, con juego combinativo, jugando en campo contrario… Setién lo predica. Bordalás no predica nada. Juega como le sale del papo… Pero el que estuvo en campo contrario excepto quince o veinte minutos fue el Getafe. Entonces, aquel equipo que dicen que da patadas, que defiende no sé qué...Es un desprecio absurdo. Pero si te ganó la partida claramente. Él no tiene problema en decir que es defensivo, pero va al Camp Nou y le dice que con ese estilo va y está en su campo. Perdió el partido porque no tiene a Messi y alguno más. Bordalás no entrena para gustarse. Él no entrena para ya sé que soy, mi equipo es que no sé qué.. Él entrena dentro de unas posibilidades estratégicas, valorando su fuerza, la de los demás. Él es entrenador de verdad. El año pasado cerca de Champions y este en Champions. Tendría que ser el entrenador que esté en la cabecera de todos los informativos. Además, Bordalás es un buen colega. Buen colega es aquel que no tiene que hablar del equipo rival para justificarse. Bordalás nunca lo hace. Mira los que hay que se justifican hablando del rival. Antes pasaba mucho. Ahora no tanto, pero sigue pasando.
«Bordalás tendría que ser el que abriese los informativos»
-¿Cuál es el motivo de la buena prensa del fútbol combinativo?
-El fútbol combinativo es productivo. Más que el fútbol directo. El fútbol directo como parte fundamental de un equipo fracasó. Puedes combinarlo con el fútbol combinativo, porque se demostró estadísticamente que produce más goles el fútbol combinativo
-¿Es partidario de adaptar los jugadores al sistema o al revés?
-Eliges a los jugadores que crees que son mejores y a partir de ahí creas un sistema. Otra cosa es si estás en el Barcelona; el sistema está creado de alguna manera y el entrenador solo tiene que fichar: quién es un buen 8, quién es un buen 9, quién es un buen 10… Eso tiene ventajas, pero solo lo puede hacer un equipo muy grande. Uno pequeño no puede fichar a quien quiera. Ser secretario técnico del Barcelona es tirado, lo podría ser cualquiera. Es muy fácil: un lateral derecho ofensivo, un lateral izquierdo ofensivo, un mediocentro… Vas al mercado y tienes que fichar una figura. Tienes pasta para eso. No fallas casi nunca. Otra cosa es fichar para un equipo que no tiene sistema. Fichar para el Real Madrid es muy complicado.
-Con la propuesta actual, habrá un trabajo mental que prepare al equipo para aguantar que le disparen veinte veces. Aunque esos tiros no vayan a portería.
-Mi objetivo defensivo es que no me tiren a portería. El primero es recuperar la pelota, pero tampoco somos unos grandes recuperadores. Reconozco que en algún momento estoy violentando a algunos jugadores, que no juegan en la posición en la que podrían rendir más, pero encajar la calidad con lo que necesita el equipo, a veces no es fácil. Ese trabajo extra se lo pido a los jugadores
-El ejemplo de ese violentar podría estar en los carrileros. A Eneko se le pide una presencia ofensiva que no parece ajustarse a su perfil y a Mollejo un reposicionamiento. ¿Cómo ha sido ese trabajo?
-Son procesos naturales. No hago nada especial. Entreno, les explico su función. Cada ejercicio que hago es un entrenamiento táctico, con un sentido. No hago nada que no tenga un sentido. El equipo está creciendo a nivel de prestaciones de alta intensidad y a nivel físico. Después saben lo que tienen que hacer. Cómo tienen que atacar, cómo tienen que defender… En los últimos goles, uno fue de Bóveda a centro de Mollejo y otro de Mollejo a centro de Bóveda. Eso es lo normal. Los partidos los tienen que solucionar Sabin, Koné, Aketxe, Çolak, y los dos laterales… Es su responsabilidad.
-El rendimiento de Bóveda en ataque está sorprendiendo.
-Los futbolistas son lo que son por muchas razones. El problema de Bóveda para no estar más arriba no es físico ni táctico, es técnico. Tácticamente es un jugador inteligente, muy inteligente. Lee muy bien los espacios, y luego es de los que van y vuelven, transita con facilidad. Eso es lo que hace grande a un jugador y a un equipo: transitar con facilidad. A los jugadores con más calidad, el ir y volver les cuesta más. Hoy en día tienes que tener futbolistas de este corte. El fútbol no es como juegan los niños. Atacar, atacamos, pero el fútbol no es solo ataque. El fútbol es ataco, defiendo, ataco, pierdes el balón, balón parado… Son encadenamientos. Cada cierto tiempo, el fútbol tiene descansos, pero mientras no los haya tienes que estar activo. No puedes estar: ataco, paro. Esto de que el delantero se empieza a subir las medias y tal… Eso era el fútbol antiguo. Yo tengo visto a Rivaldo ir de palo a palo, del campo rival al suyo. Eso es un jugador de fútbol. Qué chorrada es esta de que si defiendes no puedes atacar. Si quieres ser un gran jugador tienes que prepararte. Yo también se lo explico a ellos: lo que es un gran jugador. Yo veo un futbolista que en fase ofensiva está bien y en fase defensiva se queda quieto, eso no es un jugador, es una mierda, mitad de un jugador, cero pesetas. Pero si vas y vuelves, si lo tienes en tu ADN, vales un millón más y te van a pagar 200.000 más porque eres un gran jugador
-¿Cómo valora la baja de Somma?
-Somma, desgraciadamente, va a estar fuera por una temporada. Dos meses como mínimo. Menos de lo que esperábamos. Para Somma es una noticia maravillosa, y para el equipo… Queda mal que lo diga, pero de otra manera podríamos fichar y ahora no. Pero no pasa nada, tengo jugadores en el equipo.
-¿Quién puede ocupar mejor esa posición?
-Peru o Álex ocuparán esa posición. Peru está súper capacitado. Perdemos en el mediocampo, pero ahí tenemos a Álex, Vicente, a Uche, que espero que se acerque al nivel de sus compañeros.
-¿Qué le falta?
-Cuando le vea entrenar con alegría, con pasión, que se coma el campo… A Uche lo vi jugar en Vallecas y con el Granada y no está a ese nivel. Lo puse el primer día, pensando que sí, pero me equivoqué de plano. El entrenador comete muchos errores.
-¿Se puede soñar con el ascenso?
-Yo no impido que la gente sueñe. Pero yo sueño con el Zaragoza, no me permito ir más allá. Es lo que le dije a los jugadores: una final, otra final, otra final… No miro ni la clasificación. Los números van bien y faltan seis partidos para ganar. Una vez los ganemos, si no da tiempo, pues nos dedicaremos a hacer el equipo para el año que viene y, si da tiempo, pelearemos hasta el final.
-¿Cuántas veces se ha arrepentido de sus palabras sobre el pin parental?
-Nunca. A veces un periodista te pregunta y… Yo no quería entrar en esa polémica. Solté eso y tuve que explicar por qué. Yo hablaba del profesorado. Tengo mi opinión sobre eso y por qué no voy a darla. Tengo todo el derecho a dar mi opinión sobre lo que quiera. Todo el mundo opina de fútbol y parece que yo tengo que ser entrenador únicamente y, como si fuera subnormal, anormal o paranormal, no pudiera dar mi opinión. Yo entiendo el porqué, que no tengo porque crearme enemigos tontamente. Pero yo digo: ¿por qué me creo enemigos tontamente opinando? ¿No te parece que es de una sociedad un poco enferma? No sé, yo opino a mi manera, pero nunca me arrepentí. Fue demasiado lejos, luego lo repetí en unas jornadas, pensé que estábamos entre entrenadores y ahí hay un periodista que lo pone en redes. Pero no hablé más del pin parental, hice una broma para que se rieran un poco y se rieron. Pero las redes sociales son tremendas, da la sensación de que insistí sobre el tema.
-Háblenos de aquella oportunidad perdida cuando entrenaba al Valladolid
-La primera vuelta con Valladolid fue extraordinaria, luego el equipo empezó a caer. Tuve una oportunidad de irme y no me fui, pero no es una relación causa-efecto. Curiosamente, pasaron unos partidos más y me cesaron. Pero a mí me dicen: Fernando Vázquez descendió al Valladolid, al Rayo Vallecano y a la hostia de equipos. También me cuentan el Celta. Yo solo descendí a un equipo. Yo dejé al Valladolid en Primera, al Celta en Primera, al Rayo en la jornada 15. Me echaron y en diciembre quisieron volver a contratarme. No fui y el equipo descendió. ¿Eso es un descenso de Fernando Vázquez? Yo solo descendí con el Las Palmas. Luego puedes interpretarlo como quieras pero, ¿a qué equipos entrenó Fernando Vázquez? ¿Al Real Madrid, al Sevilla, al Atlético de Madrid? Lo normal es que haya estado peleando por no descender. Si me quieres hacer daño dices: «Vaya mierda». Y no vas más allá. Actualmente, si hiciera la carrera que hice en mis inicios, debería haberme tocado un Sevilla o un Atlético de Madrid. ¿No te parece? Si hubiese jugado en Segunda A hubiese entrenado a un grande. Seguro.
-Pero cuente lo del Manchester United.
-El Manchester United, a través del hijo de Ferguson, se dirigió a mí para ver si estaba dispuesto a irme. Yo fui a hablar con el presidente del Valladolid, Carlos Suárez, y me dijo que no. Seguramente estaría mal representado, o era tonto. Pensé que tenía contrato y me quedé. Si miro para atrás es un error garrafal en mi carrera como lo fue haberme quedado en Vigo. Cuando eres entrenador, más importante que lo que consigues a nivel deportivo, es dirigir tu carrera correctamente. Eso que a veces, cuando eres joven, no le das importancia, creo que es clave. Saber pararte, por ejemplo. Saber cuándo esperar. Considero que mi carrera deportiva estuvo muy mal dirigida.
-¿Es una espinita no haberse ido fuera de España a entrenar?
-Nunca tuve demasiado interés en irme fuera. Entrenar en Inglaterra por ejemplo, que es donde más me hubiese gustado ir... Pero es que yo soy Fernando Vázquez. No fui campeón de la UEFA, no fui jugador internacional. Es muy difícil. Incluso para irte a China es complicadísimo. «¿Quién es este Fernando Vázquez? ¿A quién entrenó? Si hubiese entrenado al Real Madrid, o al Atlético de Madrid, sí». Hay cierto paletismo en China. Si eres exjugador internacional pero sin currículum, te llevan. Pero yo llevo mi currículum y se ponen a pensar, «¿quién es este». Allí lo que interesa es el glamur. ¿Por qué está entrenando en China Gregorio Manzano? Porque estuvo en el Atlético de Madrid. Para otro entrenador normal es muy difícil, y ahora más todavía.
-¿Le ha sonado mucho el teléfono con ofertas estos días?
-Qué va. Nada de nada. No sé ni dónde tengo el teléfono. La sensación que vivo aquí no es la primera vez que la vivo. Yo viví esto en Santiago, en Oviedo, en Mallorca... A Mallorca fui en el mes de octubre con 0 puntos a ver si salvábamos al equipo y el equipo fue para arriba que te cagas. La viví en el Betis, en el Las Palmas. Para mí no es nada extraño. Lo que me sorprende es que parece que me estoy reiniciando todo el rato, y eso es gracias a la prensa. Yo soy el mismo entrenador, creo que mejor, que el que era antes. No llegué aquí en un platillo volante desde Marte. Soy Fernando Vázquez. A veces me llega a molestar, como si me tuviera que reiniciar constantemente y tuviese que demostrar otra, otra y otra vez. La primera vez que vine aquí, me pasó igual. Un motivador que no sé qué, que une a la afición... Yo siempre digo que soy entrenador.
-¿Lee la prensa?
-No. La deportiva no. Pero estoy informado. Redes sociales tampoco no tengo. Le pregunto a gente que tengo de mano qué tal la prensa hoy, si hablan bien o mal, pero para qué la voy a leer. A lo mejor dentro de un año la leo. Si tengo ganas.
-Este fin de semana se ha vuelto a vivir un episodio de racismo, esta vez en el fútbol portugués. Marega, jugador del Oporto, fue frenado por sus compañeros cuando estaba decidido a abandonar el campo por los insultos.
-Entiendo que los grandes clubes no van a resolver esto. Solo se va a resolver cuando los jugadores decidan irse y se pierdan partidos. Me parece un poco miserable la actuación de los compañeros de Marega, del entrenador y del árbitro. Agarrando al chaval, creo que también le sacaron una tarjeta amarilla, para que se quedara. Creo que deberían haber tenido la reacción contraria. Pero esto tiene que arreglarlo quien tiene que arreglarlo.
Lo que no puede ser es lo que pasó en Vallecas. Es decir, ¿qué es un nazi? Al fin y al cabo, es casi una opinión política, ¿no? Con un trasfondo más serio, pero no deja de serlo un poco. Es decir, que por una afición que da su opinión, canta algo observable, manejable, que hasta el propio chaval… bueno, no lo escribió, pero… suspenden el partido. Después, insultos racistas y xenófobos y no pasa nada. Algo hacemos mal.
¿Quién tiene que solucionar el problema? En primer lugar, la Federación o la Liga de Fútbol Profesional tiene que tomarse las cosas en serio. Pero en serio, en serio. Y a partir de ahí: entrenadores, jugadores, clubes, presidentes… pero serpenteamos porque el tema es delicado. No sé, a mí me parece que está claro. Está en la Constitución. No veo que mucha gente proteste porque pasen estas cosas que son anticonstitucionales. Discriminación por, por y por. Más claro agua. No sé, es triste y me da mucha pena por el chaval que tuvo que sufrir. «Quédate, quédate, quédate», en vez de decir: Estamos contigo, que le den por el culo y nos vamos. Pierdes un partido, pero que lo haga un club un día. ¿Pierdes un partido? ¿El Oporto? Va segundo, ¿no? Pues eso, a ver qué pasaría, a ver quién se arriesga a dar el primer paso.