El peligro de fracaso acecha al millonario proyecto del Deportivo

Pedro José Barreiros Pereira
p. barreiros REDACCIÓN / LA VOZ

TORRE DE MARATHÓN

CÉSAR QUIAN

Los errores del consejo y Richard Barral han situado al equipo en una situación límite y en manos de unos jugadores cuyo rendimiento sigue siendo penoso

25 ene 2021 . Actualizado a las 16:31 h.

El Deportivo se asoma al abismo de una crisis extrema. La contundente derrota sufrida frente al Compostela, que en noventa minutos le dio un repaso de fútbol y sentido común, subraya la gravedad del momento que atraviesa y del que aún no se vislumbra el final. La delicada situación deportiva del equipo, más hundido que nunca en la Segunda B, y el peligro de fracaso del actual consejo de administración a la hora de construir un proyecto ganador se tornan ahora más al rojo vivo que nunca. Ambas situaciones se encuentran en el germen de esta temporada que va camino de arruinar todas las expectativas cuando apenas se llevan once jornadas de Liga.

Los errores del presidente Fernando Vidal arrancaron en la composición de su círculo de colaboradores. La presencia de Richard Barral al frente de las decisiones deportivas sembró al inicio ciertas dudas, pues se trataba de la persona de confianza para los fichajes durante el mandato de Tino Fernández. Pero la inyección económica del pasado mes de enero por parte de Abanca permitió entonces al club movimientos que gustaron en un principio, pero que no evitaron el descenso al pozo de la Segunda B. Con el paso de los meses se evidencia la falta de un modelo deportivo moderno y audaz, capaz de dotar al club de las herramientas para pasar página del pasado y mirar al futuro sin cortapisas.

El actual muñidor de la dirección deportiva apostó por la elaboración de una plantilla de nombres ilustres, pero incapaz de ofrecer el rendimiento deseado. La falta de gol, primero disimulada detrás del plan defensivo del anterior entrenador, Fernando Vázquez, y ahora al descubierto tras la tercera derrota en cuatro jornadas, no resulta entendible en un club con más de 13 millones de presupuesto, y al que le han sacado los colores todo tipo de modestos rivales. El de este domingo no llegaba al millón. Hasta ahora el equipo se ha mostrado como una amalgama de veteranos en el ocaso de sus carreras y jóvenes que se ven ahora en una camiseta como la blanquiazul.

El Dépor se pegó un tiro en el pie con la continuidad de Fernando Vázquez el pasado verano. El entrenador de las remontadas incompletas, el líder de masas que desde niño había soñado con entrenar al centenario equipo de sus amores, arrancó el proyecto del ascenso cuando ya no convencía dentro del club. Ni siquiera a sí mismo. Él era el primero que no las tenía todas consigo después del atropello final de la pasada temporada y al consejo tampoco le convencía su continuidad. Vázquez siguió en su cargo como parapeto provisional, aunque corrió la misma suerte que dictaron sus resultados. Cuando estos cayeron por debajo de unas expectativas a las que nunca supo sujetar las riendas, el desenlace de su despido estaba cantado. Con el equipo aún virtualmente en puestos de acceso a la segunda fase, pero ya con un importante déficit de puntos que puede redundar en su eliminación de cara a la rondas decisivas, el peligro de fracaso no para de crecer.