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Breve crónica de una revolución en el Deportivo

TORRE DE MARATHÓN

Carlos Rosende, Juan Giménez y Martín Castiñeira (de izquierda a derecha), en la ciudad deportiva de Abegondo
Carlos Rosende, Juan Giménez y Martín Castiñeira (de izquierda a derecha), en la ciudad deportiva de Abegondo CESAR QUIAN

El club coruñés afianzó su proyecto en un verano movido, que arrancó en un crucial viaje a Badajoz

10 nov 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Cualquier buena historia encierra un viaje y en la del Deportivo hay uno muy chulo que enlaza A Coruña y Badajoz. Por la A-6 y la Ruta de la Plata discurrió a finales de mayo el plan de futuro de un equipo de postín que tuvo que caer en las horas más bajas para añadir otro relato alucinante al repertorio de su identidad.

A esa película que se rueda en torno al probable resurgir blanquiazul y arrastra ya una temporada de retraso le faltarán interiores clave cuando vea la luz. Los de la cabeza de Carlos Rosende, 33 recién cumplidos, conduciendo hasta el Nuevo Vivero para conocer los secretos del ascenso y empezar a trabajar en uno para su club. En Extremadura se disputaban las eliminatorias que auparon a Segunda al Amorebieta, el Burgos, el Ibiza y la Real B, y allí se iban a liquidar dos asuntos clave para que el Dépor de noviembre esté donde está. Rosende reclutó a Borja y reclutó a Juan.

Jiménez y Giménez. Uno para el banquillo, otro para la centralita de verano que se abrió en la plaza de Pontevedra con 33 operaciones que atender. En Badajoz se produjo la última reunión con el entrenador elegido y, en otro encuentro providencial, el secretario técnico que salió de lo más alto de las gradas de Abegondo se encontró con el Sancho del Cornellá. Al proyecto le faltaba una mano derecha y su armador recogió el guante que le indicaron dos de los representantes de esa nueva escuela JASP que ha abierto sucursal en el fútbol español. Nomenclatura de publicidad millennial para señalar a los jóvenes aunque sobradamente preparados que toman posiciones clave en el balompié. Como el periodista Axel Torres o José Manzanera, entonces director deportivo más bisoño de las ligas europeas, al servicio del Sabadell.

Ambos señalaron a Juan Giménez cuando Carlos Rosende preguntó por una perspectiva original. Él sería el complemento a lo que los máximos accionistas del Deportivo obtuvieron inaugurando su política de cantera con la selección del responsable de fichar para el club. El coruñés, que se infiltró en los campos de entrenamiento vestido de periodista para destaparse primero como captador de promesas y después como reparador de proyectos a la deriva, tenía como aval el ojo clínico y el talante conciliador, una lista ordenada de jugadores apetecibles y cientos de partidos vistos al equipo de su ciudad. Le faltaban contactos en su agenda de representantes y un conocimiento pormenorizado de lo que se cocía en los rincones más alejados de Segunda B. Eso, lo puso Juan.

El primero fue Menudo

Pero antes de que cuajara la mezcla —ahora indivisible, como puede apreciarse en los campos de Abegondo y en cualquiera en el que actúe el líder del grupo 1 de Primera Federación— el plan ya tenía recorrido. Si el nuevo secretario técnico se suma a la moda de los libros, contando cómo acabó en el Dépor, qué encontró al llegar, y dónde fue con él, registrará que su primer fichaje fue el de Juan Carlos Menudo, en reñida pelea con su predecesor.

Alfonso Serrano se largó al Albacete y con él viajó el modelo blanquiazul. Acogió al técnico que no renovaron en A Coruña y barajó los nombres que habría barajado en su plaza anterior. Empezó encareciendo el precio del ex del Numancia y más tarde se dio de bruces con el pedigrí de su rival. Como reconocería Rubén de la Barrera, si un fichaje escoció en La Mancha fue el de Alberto Quiles, que eligió cruzar España para instalarse en Riazor. Golpe de efecto para el que se contó con el calendario a favor. Si un año antes el caso Fuenlabrada demoró la confección del plantel, la temprana definición de la temporada 2020-2021 en la tercera categoría ayudó al Deportivo a adelantarse en la incorporación del onubense a posibles postores de Segunda, que todavía estaban en competición.

La reforma prosiguió con Aguirre —aunque su incorporación se anunciaría antes que la de Quiles— para servir de muestra de una forma de hacer. La de formar pequeñas sociedades como esa importada de Soria, entre enganche y lateral. Sobran jornadas para poner a prueba la actual versión del dúo, pero hay otras conexiones que han demostrado ya su valor. Como la de Villares y Juergen, confirmando el colombiano su estatus de fenómeno sub-23.

El racionamiento de fichas sénior fue otra de las premisas del mercado estival. Como la de los sueldos asumibles en las malas o los contratos de corta duración. Como recordatorio perenne de estas últimas, el desbroce paralelo de excedentes del plantel. Un consumo de tiempo y energías solo factible en multitud.

Operaciones mayúsculas como las de Rolan, Fede o Uche y otras de apariencia menor pero con la sustancia del adiós de Abad y Lucho para hacer sitio a Ian Mackay. El portero volvió a casa por consenso. Fue la primera decisión colegiada del grupo que surgió en Badajoz.

El salto de Martín Castiñeira y las nulas secuelas del covid

Rosende solo tuvo que caminar unos metros para cambiar de profesión. En la grada de Abegondo desde la que veía el fútbol entre periodistas está también el despacho del que ahora sale cuando sigue a pie de césped los entrenamientos de la plantilla que armó. A Martín Castiñeira le costó algo más. Un salto desde el otro lado de la valla de la ciudad deportiva, donde la prensa permanece apartada por el protocolo anticovid. Allí seguía al Dépor para Riazor.org.

El portal web le servía de coartada para ver aún más fútbol. Presencia habitual en cualquier encuentro que se disputara en A Coruña y alrededores, el gran club de su ciudad lo reclutó este verano para surtir de talento a la cantera, mano a mano con Fran. Pero, al contrario de lo que suele ocurrir, la fase de prácticas la completó en el escalón superior.

Se sumó a Carlos, a Borja y a Juan para completar un equipo de trabajo bien avenido, probado en la enfermedad. Cuando el secretario técnico cayó entre los contagiados de la expedición que conquistó la Copa de Campeones, no se frenó una sola operación. Durante la convalecencia se anunciaron los fichajes de Calavera y De Camargo. Más piezas para el retrato de cómo cuajó el Deportivo de hoy.

Ambos venían —como vinieron muchos más— de una mala temporada que puso a tiro su adquisición. El brasileño contaba también con el aval de su relación pasada (en Cartagena) con el entrenador. Figuraba en el historial del técnico, tan decisivo en su contratación como sus certezas acerca de qué equipo modelar. Puestos a buscar punta, por ejemplo, quien mejor que Miku entre los que tienen la experiencia y el acierto como aval. Un míster que, sin ser de la casa, también tuvo claro desde el principio que la cantera sería fundamental. Consensuadas las bases, fue cosa de ajustarse al dos por puesto y buscar variedad. Y de momento, ahí está.