El maltrato al Deportivo en el caso de la escandalosa alineación indebida del Bilbao Athletic entra desde ahora en la antología del disparate de las actuaciones de los comités. Resulta imposible hacerlo peor. Un reglamento ambiguo, una interpretación extraña y una resolución en la que el juzgador describe una curiosa pirueta para sincerarse con que la razón la tiene el Deportivo, pero que no puede dársela a efectos prácticos.
De entrada, el espíritu de las normas sobre las que se asienta la sanción por acumulación de tarjetas y la expulsión del Extremadura de la liga indican que, aplicando el más mínimo sentido común, no se puede dar por cumplido el castigo en un encuentro que jamás llegó a tener ni siquiera fecha para celebrarse. Por eso, en situaciones similares ningún club había retorcido el articulado de los reglamentos de tal forma para sacar ventaja. Su interpretación fue justo la contraria.
De aquí al final de liga cualquier club queda invitado a que sus futbolistas propicien cumplir sus sanciones en sus partidos inexistentes contra el Extremadura. Otra chapuza más en una liga como la por ahora fallida Primera RFEF. Nació como una alternativa competitiva a una Segunda B en la que convivían equipos muy modestos con gigantes recién caídos de la Segunda. Pero el último aldraxe al Deportivo recuerda que la primera temporada del invento no puede resultar más decepcionante: impagos, algunos campos que se caen a pedazos y retransmisiones por la tele bajo sospecha. Precioso.
