Diego Gómez hizo su primer gol con el Dépor en el campo donde animaba de niño al Arenteiro y ante la orgullosa abuela a la que destrozaba las plantas con el balón
21 ago 2023 . Actualizado a las 09:53 h.Francisca fue la reina del domingo en la reñida partida de brisca de la casa del pueblo en Amoeiro. Un éxito que ya se olía desde que sus amigas la pasaron a recoger. «¿Abuela, te ponemos un babero?», le preguntaron, convencidas de que la felicidad experimentada en la lluviosa tarde del 19 de agosto aún duraba 24 horas después. A conservarla por mucho más tiempo ayudará la prenda con la que regresó orgullosa tras ver a su nieto marcar. Aquel crío al que reñía por destrozarle las plantas a balonazos ha afinado la puntería ahora que es mayor de edad. El sábado, sin ir más lejos, colocó la pelota en la red. Recibió un pase de Lucas Pérez y estrenó su cuenta con el Dépor, cerrando en terreno amigo la pretemporada blanquiazul.
Espiñedo es nuevo campo de Primera Federación, pero a Diego Gómez no le hizo falta esperar al ascenso para pisar el césped en el que marcó su primer gol. Allí pasaba las tardes de domingo junto a su padre cuando el Arenteiro jugaba en casa. Si ejercía de visitante y el partido caía lejos, Luis llevaba al crío hasta O Couto, donde la UDO aliviaba el mono de fútbol; pero era el club de O Carballiño el que más tiraba al chaval.
Mucho tenía que ver la cercanía de la cancha con Amoeiro, lugar de nacimiento del canterano, y localidad desde donde llegaron buena parte de los espectadores del último amistoso de preparación. Entre otros, Luis y su mujer, María José, que no pudieron sentarse juntos porque en la grada dieron preferencia a los socios del anfitrión. Tampoco encontró asiento en la bancada el pequeño Leo, ahijado de dos años del autor del 0-3.
Ni los primos, tíos, amigos y demás parroquia de fieles a quienes Diego ya había advertido de que no iba a ser demasiado efusivo en caso de marcar. Tuvieron ocasión de comprobarlo en el minuto 86.
Apenas llevaba diez en el campo ese prometedor futbolista formado entre el Santa Teresita y el Pabellón. Parte de una estupenda camada de jugadores a los que Imanol Idiakez ha ido rotando durante las citas veraniegas y sustituto de un David Mella que había conquistado Espiñedo con su electricidad. La afición del Arenteiro despidió entre aplausos de cortesía al extremo, y redobló la ovación cuando su reemplazo pisó el campo, permitiendo reconocer entre los visitantes al favorito de la hinchada local.
Se ubicó en la esquina derecha, la más próxima a la grada desde donde solía animar. Lo prefieren escorado a banda, como Óscar Gilsanz en el Fabril. Así aparece para asociarse por dentro, aprovechando su excelente lectura de juego y su excepcional golpeo. Todo resumido en esa acción en la que recibió el taconazo de Lucas, recortó y buscó el palo izquierdo. Allí, sin provocar ningún destrozo, colocó el balón. Se guardó la celebración para compartirla con su abuela, al final del partido. La llevó de la mano al campo, se sacó una foto con ella y le regaló la camiseta del 31. La que ahora guarda Francisca para envidia de sus amigas de la brisca dominical.