«Mi padre llamaba a Educación para que no me diesen trabajo»

VIGO

CAPOTILLO

Tenía que andar ocho kilómetros para dar clase en una escuela con vaca incluida y donde los alumnos no se creían que la Tierra giraba alrededor del Sol

26 nov 2002 . Actualizado a las 06:00 h.

Conchita Sarmiento Alonso se jubiló hace dos años y recibirá a lo largo de la jornada de hoy, Día del Maestro, la Cruz de Alfonso X el Sabio. Este importante galardón le fue concedida por el Rey, Juan Carlos, Gran Maestre de la Real Orden Alfonso X el Sabio, y en su nombre, por la ministra de Educación, Gran Canciller de esta misma orden. La cruz le será impuesta por el conselleiro. -Usted tuvo dificultades para comenzar a trabajar. -Yo era la primera mujer de la familia que quería trabajar. Mi padre, que era médico en Arbo no me dejaba y llamaba al inspector jefe de Educación de Pontevedra para que no me diesen ningún destino. -¿Cual fue su primer destino profesional? -Primero estuve como interina en Cabreira. En el sótano de la escuela vivía una vaca. Luego saqué la oposición y me tocó Folgoso. No había carretera para llegar. Desde A Cañiza donde estaba la escuela había una pista de ocho kilómetros y luego tenia un kilómetros y medio por carreiro do can. La casa del maestro estaba llena de ratas y ratones. Los maté a todos. En la vivienda no había ni baño ni váter y tenía que ir a casa del vecino. -Su familia estaría disgustada. -Sí, mi padre y mi tío, que era presidente de la Audiencia de Ourense. Yo iba a todos los bailes del casino de Pontevedra o el de A Coruña con mis trajes de noche y no concebían que fuera a dar clases a la aldea. -¿Qué recuerda de sus primeras clases? -Cuando expliqué en Folgoso el movimiento de la Tierra alrededor del Sol estuvieron a punto de apedrearme, no se lo creían, me decían ¡cómo vai a ser iso! -¿Qué es lo que más le costó en sus inicios? -Cuando se cambió la Enciclopedia Álvarez por los libros. Tenía 48 alumnos en una clase de 6 a 14 años y cuando vinieron los diferentes libros por materias me vi desbordada. -Luego se marchó a Barcelona. -Al casarme me fui a Barcelona. Mi marido, que es ingeniero industrial estaba trabajando allí. A mi esposo lo conocí porque me dio clases de Matemáticas en Arbo gracias a las cuales pude acabar la carrera. En Barcelona estuve catorce años y estaba encantada porque en la clase sólo tenía a niños de una misma edad. -Después regresó a Vigo. -Volvi en el año 83 y fui al colegio Pombal. En el Pombal había un patio abierto y me venían los niños pequeños con jeringuillas que habían encontrado. Afortunadamene todo eso cambió. Después estuve en el colegio de A Doblada.