MANUEL FRAGA
25 jul 2003 . Actualizado a las 07:00 h.El presidente de la Xunta, Manuel Fraga, debe de disponer de información privilegiada sobre la AESM, porque hace una semana dijo «estamos trabajando en ello», y el miércoles afirmó que «lo veo difícil». Vigo podría perder gran parte de sus opciones para convertirse en la sede permanente de la Agencia Europea de Seguridad Marítima (AESM) en los numerosos despachos de las altas instancias políticas de Bruselas. La colosal maquinaria burocrática comunitaria -y el lubricante imprescindible para moverla en el que se ha convertido el juego interno de alianzas entre Estados miembros- no está dispuesta a conceder una tercera agencia europea a España, que ya dispone de dos en Bilbao (Seguridad y Salud en el Trabajo) y en Alicante (Armonización del Mercado Interior). Fuentes fidedignas señalaron ayer que no es Vigo no disponga de credenciales suficientes para albergar la oficina, sino que queda prácticamente descartada porque es necesario ofrecérsela, debido a las normas de cortesía institucional en el seno de la UE, a un país que todavía no disponga de ninguna agencia. Moneda de cambio Según la misma versión, ni siquiera España pujará por tener la más mínima opción en este tema, porque espera sacar como contrapartida que Barcelona tenga una oficina de Seguridad Alimentaria. Desde las filas del BNG, el parlamentario Francisco Rodríguez cree que «la Unión Europea es más que nunca un juego de alianzas y se trataría de que la Agencia de Seguridad Marítima sea una especie de moneda de cambio para lograr arrancar otro compromiso». En sintonía con esta versión está, precisamente, la postura del Ministerio de Fomento, porque obvió varias propuestas oficiales de la Xunta de Galicia, y más concretamente del conselleiro de Pesca Enrique López Veiga, para que Vigo fuese la sede de la AESM. Lo curioso del caso es que hace dos años la AESM no tenía padrino y ahora se la disputan como si fuese el vellocino de oro. Como consecuencia de las presiones y las alianzas internas en el seno de la UE, la opción de Vigo pierde enteros y, en sentido contrario, los ganan las candidaturas italianas de Livorno y la portuguesa de Lisboa, que, al parecer, se ha unido al carro de las nominaciones ayudada por el respaldo político que le da el Gobierno luso. Lo mismo ocurre con el puerto transalpino situado en el Mediterráneo, cuatro veces mayor que el de Vigo, ya que cuenta con el apoyo que supone representar al país que ostenta en este momento la presidencia de turno de la UE. Con todo, la decisión final depende de la Comisión Europea, y en cuyo seno la eurocomisaria del ramo y vicepresidenta es la española Loyola de Palacio, que ayer recibió la Medalla de Ouro de Galicia. Ser la sede de la AESM no sólo ofrece prestigio a la ciudad que la alberga, sino que conlleva cuantiosas inversiones y un presupuesto de funcionamiento de 7,6 millones de euros anuales, además de una plantilla fija de 55 personas. Con todo, en el caso de que Vigo no obtenga finalmente la recompensa a sus méritos objetivos, la Comisión Europea puede decidir que la Agencia disponga de sedes territoriales en regiones de la UE distintas a la localización de la oficina permanente. En el consejo de administración, cada país miembros tiene, además, un puesto asegurado, al margen de los directivos.