Crónica | El primer concierto del verano Llegaron juntos en una furgoneta gris con cristales oscuros, pero Alonso no se dejó ver y prefirió quedarse en el «backstage»
08 jul 2006 . Actualizado a las 07:00 h.Unas 15.000 personas se congregaron antes de ayer en Castrelos, para ver a El Sueño de Morfeo, en el arranque veraniego de las Festas do Cristo da Vitoria 2006. El concierto empezó pocos minutos antes de las 23.00 horas. Pero una hora y media antes, la zona de Traviesas estaba atestado de gente. En su mayoría, jóvenes que querían ver al grupo asturiano, liderado por Raquel del Rosario. Cristina tiene 15 años y va con siete amigas. Llevan varias bolsas que contienen botellas de litro y medio de Mondariz. Pero el líquido interior es de todos los colores menos el transparente. «Aprovechamos el concierto para hacer botellón», comenta con una sonrisa pícara. Las bocaterías y bares de la zona hacen el agosto en julio. Son las 22.00 horas y están todos a reventar. Carlos es camarero y comenta que «se nota que hay concierto, no tenemos mesa libres desde hace dos horas». Según se acerca la hora del evento, la cosa se va despejando. Una marea, en su mayoría jóvenes, muchos de ellos con bolsas para hacer más amena la estancia, rodean plaza América en dirección a Castrelos. Es la hora y se escuchan los primeros sonidos guitarreros de los teloneros pontevedreses, Quatro D Abril. Sorprenden por su fuerza y calidad. Calientan a un personal que contagiado por su música empieza a hacer palmas. Se dejaron la piel en el escenario, canción tras canción. A esto hay que añadirle un excelente sonido, para ser en un espacio al aire libre. Si se miraba para el auditorio, la arena tenía muchas calvas, «apenas 5.000 personas», comenta un responsable de seguridad del evento. Sin embargo, las gradas estaban pobladas con 10.000 personas. No cabía ni un alfiler. Cuarenta y cinco minutos después finalizan su actuación, con Más de tí, y dando gracias al público vigués. 20 minutos de espera Empieza la espera para la gran atracción de la noche. Raquel del Rosario centra todas las miradas y comentarios de la gente. Aparece un chico con una camisa azul de la escudería Renault y empiezan los chistes jocosos: ¡Alonso, Alonso!, grita un amigo. La gente de alrededor levanta las manos comienzan a aclamarle. Mientras en el escenario, los técnicos de sonido preparan los equipos e instrumentos. A las doce en punto, se apagan las luces. Todo queda oscuro y la gente empieza a chillar y aplaudir. Los que están sentados se ponen de pie. Se encienden unas luces rojas y allí sale El Sueño de Morfeo. Raquel del Rosario sale a escena con una camiseta blanca con una margarita en el pecho. ¿Será regalo de su novio? Es de la marca que patrocina al campeón de Fórmula 1. Por cierto, llegaron juntos en una furgoneta gris con cristales oscuros, pero él prefirió quedarse en el backstage.