Los vigueses, con Murillo y Yoel, afrontan un partido decisivo ante el Betis
03 abr 2011 . Actualizado a las 06:00 h.La caída libre de las últimas cinco jornadas ha convertido el encuentro de esta mañana en una final para el Celta. Levantar la cabeza con una victoria ante el Betis, su más directo rival en la actualidad, le abriría de nuevo las puertas para transitar por el camino más corto hacia Primera, un empate le mantendría en la pugna pero con el margen de error menguado y una derrota significaría comenzar a pensar en la promoción de ascenso como el escenario más realista. Para comenzar la jornada no ayudó el empate del Rayo en Pucela. Ya son siete puntos de déficit con respecto a los vallecanos.
En varias ocasiones Paco Herrera ha anunciado un cambio de tenores y sistema. En público y en privado. Pero el extremeño repetirá en el Benito Villamarín su voto de confianza por el once de las alegrías, y también de la crisis, con las cambios obligados por lesiones y la sanción de Falcón.
De entrada recupera su trivote más clásico para plantar cara a Emaná, Rubén Castro, Molina y cuanto bético que se descuelgue hacia arriba. Fracasado el experimento del lateral derecho, Bustos regresa a su posición natural en el centro del campo escoltado por Garai y Álex.
La cuestionada tripleta de ataque, que ha pasado de acaparar elogios a emitir síntomas de cansancio tampoco sufrirá alteración. Es el día y el campo parar los jugones. Para que Trashorras enseñe al mundo su catálogo de virtudes, para que De Lucas se vuelva a convertir en un puñal con el cartel de mejor asistente de la Liga y para que David cambie la sequía por goles que reportan puntos.
Los movimientos vuelven a aparecer en la línea de zagueros. Regresa Murillo, que ya sabe lo que es parar desde la banda a las bestias béticas, Sergio Ortega tendrá su tercer partido seguido como titular, algo inaudito en Vigo, y Yoel regresa más de una vuelta después a ser el portero titular.
Los once tendrán que afrontar un partido cargado de presión y mediatizado por una campaña de dudoso fundamento en donde presuntamente los célticos han estado chinchando a los béticos a lo largo de toda la Liga. Por eso en Heliópolis no cogerá un alfiler y los 50.000 béticos que ocupen el graderío estarán de uñas. Por eso Mel ha calentado también a los suyos para que salgan como fieras al campo a demostrar quien es el gallo. Por eso Herrera se espera a un rival que salga a torear de inicio como hizo ante el Barça en aquel partido en donde los verdiblancos pusieron a la España futbolista a sus pies.
A mayores aparece el arbitraje. El Betis llora, pero lleva ocho penaltis a favor, amén de otras jugadas. El Celta calla, y no va a los once metros desde mediados de septiembre.
Frente a esto, los célticos han encontrado su particular terapia. Llenar la pizarra de mensajes motivadores firmados por los propios protagonistas. En los ensayos la nueva ha funcionado, pero ahora toca confirmarlo en el prado, porque los vigueses en su intento de subirse al último tren tienen que abstraerse de todo. Su hoja de ruta apunta hacia el sufrimiento de inicio, a mantenerse al margen del ambiente y a estar preparado para un partido largo en donde puedan demostrar los motivos que le han llevado a ser el mejor visitante de la Liga. Además, siempre han respondido en las grandes citas y hasta la fecha ninguno de los rivales de su Liga ha sido capaz de superarles. Argumentos que invitan a creer que la machada es posible.
El Betis llega con todo. En medio de un ambiente de euforia, con todos los titulares disponibles a excepción de Iriney y sabiendo que se juega medio ascenso. El Celta puede robárselo.