La flexibilidad de López Garai o del Celta a la hora de negociar el finiquito del jugador, es la única barrera que falta por sortear para que el centrocampista se convierta en nuevo jugador del Córdoba.
El acuerdo entre clubes es total, según aseguró ayer el director deportivo celeste, Miguel Torrecilla: «El tema está ahora en manos de las dos direcciones generales, es una cuestión financiera, en el aspecto deportivo el acuerdo está arreglado». El club cordobés no tendría que pagar ninguna cantidad en concepto de traspaso.
La solución tiene varias claves y de ellas dependerá cual de las partes cede en sus posturas. Por una parte, el jugador quiere que el club le pague una parte del dinero del contrato que tiene firmado hasta el próximo mes de junio, o en caso contrario está dispuesto a quedarse en Vigo.
El acuerdo que tiene con el Córdoba es por las próximas tres temporadas, aunque cobrando una ficha sensiblemente menor de la que tiene firmada con el Celta. La cuestión es que si Garai mantiene su postura corre el riesgo de pasarse un año en blanco sin jugar, con lo que la próxima temporada tendrá mucho más difícil encontrar un equipo que le pague una cantidad cercana a la que ahora mismo le ofrece el club andaluz. El jugador se escuda seguramente en la confianza que le da haber jugado una media de más de treinta partidos como titular todos los años en todos los equipos en los que ha estado.
Por otra parte, desde la perspectiva del Celta, el jugador utilizará para presionar el arma de que el club corre el riesgo de quedarse con un jugador del que en principio quiere desprenderse y al que tendrían que pagarle su ficha pudiendo utilizar el dinero que dejen de pagarle para pagar al nuevo fichaje que falta por llegar.
Además, no es Garai el único jugador que no entra en los planes del club y que podría acabar quedándose, ya que a falta de nueve días para que se cierre el mercado, no ha sido capaz de encontrarle destino ni a Sergio Ortega ni a Papadopoulos.
Con el traspaso del vasco todas las partes salen ganando, por lo que están condenados a entenderse.