Donde Leo Caldas se pone «morao»

b.r.sotelino VIGO / LA VOZ

VIGO

M. MORALEJO

La familia Riveiro Miguélez gestiona uno de los restaurantes de Vigo con sabor a mar

04 mar 2012 . Actualizado a las 07:00 h.

«El bar Puerto todavía estaba abarrotado. Como cada mediodía, sus mesas mezclaban corbatas, trajes de faena azules y ropas gruesas de marinero. Caldas echó un vistazo a los platos que se vaciaban en las más cercanas». El párrafo es un extracto de La playa de los ahogados, el best seller policíaco de Domingo Villar ambientado en Vigo y protagonizado por el taciturno detective Leo Caldas. El personaje es uno de los habituales del bar Puerto, uno de los emblemáticos restaurantes de Vigo con sabor a mar y ambiente de tasca antigua que sobreviven en Vigo al peso del nuevo diseño tanto en el decorado como en la carta.

¿Y cómo lo hacen? «Con buen producto y mucho trabajo», asegura Silverio, el cuarto de siete hermanos, «el jueves», dice él, en una familia casi entregada por completo al gremio de la hostelería, excepto sus padres, que aunque fueron los que tomaron el relevo al antiguo dueño, dejaron en manos de sus hijos el negocio. Según recuerda Silverio, que se ocupa de la gestión, el anterior propietario era un señor de Ourense, Antonio Diz, que regentó el local durante más de 40 años. «Aún vive, creo que está en una residencia», comenta.

Los Riveiro Miguélez llegaron de A Cañiza a Vigo para poner en marcha un negocio que hoy en día es una institución. En sus mesas, como bien relata Villar, lo mismo te puedes encontrar a un obrero con el mono que a Javier Bardem. Aunque lo cierto, según reconoce, es que el panorama ha cambiado con los tiempos, y el ambiente proletario se ha ido modificando hacia un perfil más urbanita. «Antes trabajábamos mucho con los transportistas y con todo lo relacionado con el puerto. Descargaban barcos de congelado de dos mil o más toneladas y eso nos dejaba un montón de clientes. En el año 83 o el 84, a las 9 de la mañana ya teníamos esto lleno de gente que venía a comer», recuerda. Ahora siguen viniendo obreros, pero menos. «La zona se transformó mucho», afirma. Pero lo que perdió de un gremio lo ganó de otros. Los trabajadores, casi todos de oficinas y comercios cercanos, son habituales en el local donde los lujos se concentran en el plato. Además, se ha ganado una fama que le ha llevado a tener en sus mesas a actores, escritores, músicos y artistas. Entre ellos, a bote pronto, Silverio se acuerda, por ejemplo, de Serrat, de Bardem cuando estaba rodando Los lunes al sol, de Luis Merlo, María Barranco o del pintor Sucasas. Pero la lista es interminable y en ella está, por supuesto, el escritor Domingo Villar.

En la cocina, sus hermanas Carmen y Josefa se afanan con el menú. Antes también estaba Rosa, la mujer de su tío, pero ya se jubiló y ha sido reemplazada por Filo y Asun, entre los fogones, la barra y las mesas, y su primo José, que también atiende a la clientela.

La oferta del bar Puerto se basa en pescados y mariscos de la ría. «Una amplia variedad según temporada. Nuestra cocina no es nada elaborada, es tradicional gallega, sin adornos», apunta añadiendo que el local no se transformó mucho con los años. «Es muy sencillo, de los que ya no quedan en Vigo, hay quien dice que es cutre, pero tiene su encanto», asegura.

El contrato de arrendamiento se acaba en el 2014, por lo que el futuro del actual bar Puerto está pendiente de lo que quiera hacer el propietario. Por ahora, la vida sigue. Leo Caldas puede seguir pidiendo para comer unos chocos en su tinta.

Desde 1983.

Areal, 30.

Entre su clientela se pueden encontrar gremios muy distintos, desde obreros a actores de cine.