Ucrania descubre la Vía Norte

Begoña Rodríguez Sotelino
Begoña R. Sotelino VIGO / LA VOZ

VIGO

Oscar Vazquez

La primera tienda de productos del Este que abre en Vigo se convierte en un punto de encuentro entre ciudadanos esparcidos por Galicia

30 mar 2014 . Actualizado a las 08:00 h.

Via Norte, calle habitualmente azotada por vientos que parecen llegar desde Siberia, fue la elegida por una familia ucraniana para instalar en la ciudad el primer negocio especializado en productos del Este de Europa.

Matrëshka abrió hacer tres meses sus puertas y no es solo un comercio, ya que la escasez de puntos de encuentro entre ciudadanos de aquellas latitudes la ha convertido en una especie de centro cultural donde paliar la morriña rodeados de elementos muy familiares en los hogares de sus lugares de origen.

Sin embargo, la casa de los hermanos Liliia y Fedir Golman, que se encargan de atender el local por la semana, es prácticamente viguesa, como lo es Svetlana, la menor de la familia, que ya nació aquí. Sus padres, Vasyl, ruso de Siberia, y su madre, Elena, ucraniana con raíces polacas, se asentaron hace 13 años en Vigo. «Estaban trabajando en Portugal y cuando se acabó el contrato decidieron hacer un poco de turismo. Llegaron aquí y les gustó mucho, sobre todo por el clima, el mar, el verde... Llegaron a principios de verano», cuenta su hija mayor.

Vasyl trabaja en el puerto, en una empresa frigorífica, mientras que su mujer se ocupa de la casa y los hijos, aunque los fines de semana es ella la que atiende la tienda.

Tanto Liliia como Fedir nacieron en Dnipropetrovsk, como la primera ministra de Ucrania, Yulia Timoshenko. La ciudad al sureste de Kiev, a orillas del río Dnieper, con un millón de habitantes, es la tercera más grande del país y eje industrial y tecnológico en el que destacan el sector metalúrgico y aeronáutico como motores de la zona. «Allí no se nota la crisis, siempre hay trabajo, pero unos sueldos muy bajos», aclara.

La joven, de 26 años, se ha metido ahora a ayudante de comercio, pero no es su meta. Según cuenta, quiere finalizar sus estudios de Economía que interrumpió cuando llegó a Vigo a pasar un verano, «y llevo seis años». Lo mismo le pasa a su hermano, que tras acabar secundaria se especializó en informática, que el área laboral en la que pretende hacerse un hueco.

Los Golman sienten como muchas familias ruso-ucranianas. «En Kiev es distinto, la gente tiene miedo a salir a la calle, pero en nuestra ciudad el ambiente es de normalidad, según nos cuentan nuestros abuelos y tíos. No tenemos tiempo para estas peleas que más bien son entre América y Rusia, ahora que encontraron el punto débil en Ucrania. En general lo que se piensa es: ¿Guerra? ¿Contra quién? ¡Si somos hermanos!».

La familia estudió el mercado antes de lanzarse con su nueva empresa. «El mercado de la nostalgia, le llamo yo», aprecia Liliia. «Oviedo y Oporto eran las ciudades más cercanas donde podías encontrar los sabores de la infancia. Tardamos casi medio año en arreglar los papeles y encontrar proveedores», recuerda. De los almacenes allí situados en Madrid y Murcia es de donde les llegan los productos de Alemania, Ucrania, Rusia, Lituania, Bulgaria, Polonia, Eslovaquia, Moldavia... «Para decidirnos hicimos una encuesta en Internet. Todo el mundo decía: ?¡Sí, adelante. Lo necesitamos!?. Teníamos dudas porque somos pocos, o eso creíamos. Llevamos aquí largo tiempo y no conocíamos a muchos compatriotas».

El problema, dice, es que no hay contacto, «no hay un colectivo ni un centro social que nos una, sin embargo desde que abrimos, nos llegan ciudadanos del Este desde toda Galicia. A veces vienen para charlar o saber noticias de nuestros países, no solo para comprar. Incluso se citan aquí», afirma añadiendo que tienen en preparación una página web.

La lista de productos es extensa: caviar, blinis, bombones, caramelos, melindres, tartas («con más bizcocho y menos crema que las de España, ya que nos gusta más seca»), pan negro («que es un poco ácido»), vodka (incluida la marca Putinka, pequeño Putin), licores, cervezas, salsas, conservas, cereales como el alforfón difíciles de encontrar aquí, pipas («siempre sin sal»), embutidos y por supuesto, matrioshkas hechas a mano. Pronto ofrecerán libros y revistas. Y no, no hay ensaladilla rusa. Ni polvorones de la estepa.