
Los ingresos estivales no son suficientes para aguantar los duros inviernos
27 jul 2014 . Actualizado a las 07:00 h.La estacionalidad es la seña de identidad del turismo de Baiona. Muchos locales luchan durante el verano para poder subsistir en invierno. Los meses de julio y agosto se esperan con ansia, como agua bendita destinada a revitalizar el consumo y la vida de la localidad.
De un tiempo a esta parte, numerosos establecimientos se ven obligados a cerrar durante el invierno. Un tercio de los aproximadamente 90 negocios hosteleros que hay en el municipio, desde la gasolinera hasta el restaurante Rocamar, cierran una vez acabado agosto, según ha contrastado la voz con todos ellos.
No son pocos los empresarios que bajan la persiana por no poder asumir los costes que implica el día a día, a los que hay que sumar el recibo del alquiler.
La celebración de la Festa da Arribada, en marzo, supone para Baiona un soplo de aire fresco. Ya desde esas fechas se va remontando el consumo hasta la Semana Santa. Pero es el verano el principal engranaje que da vida y genera consumo y ajetreo en la villa marinera. Si algo se puede ver en verano en Baiona es gente de todas y por todas partes. Son meses en los que el ritmo de vida se multiplica y los negocios cobran vida. Dos meses frenéticos en los que se trabaja de lunes a lunes y de sol a sol.
Pero todo termina con la misma brusquedad con la que empieza. Llegado septiembre, el after de agosto, los turistas regresan a sus hogares, a su realidad cotidiana. Es esa misma realidad que retorna a Baiona, donde el resto del año la vida transcurre en medio de una inactividad pasmosa. Hasta el siguiente verano. Un ciclo que marca la vida en la localidad del Val Miñor. Mucha gente busca aprovechar la llegada del buen tiempo para encontrar trabajo en el sector servicios.
Cada vez más cortos
Los hosteleros coinciden en que los últimos veranos no están siendo precisamente excelentes. La sensación es de que son cada vez más cortos. «Ahora el mes fuerte es agosto y se acabó. Antes era julio, agosto, septiembre e incluso junio y parte de mayo», se lamenta Joseba, encargado del mesón Casa Soto.
Muchas taperías se mantienen abiertas todo el año, acaso con algún día de descanso para la plantilla durante la semana. Ejemplo de ello son negocios como el Bacco´s, el Begoña, O Rincón o la tapería Acuarela. «Quienes peor lo pasan -asegura Isabel Sánchez, encargada del mesón Fonte de Zeta, negocio que también abre todo el año- son quienes tienen que pagar el alquiler del local».
El caso más alarmante lo representan los locales de copas. Son veinte los que abren en los meses de junio, julio y agosto. Solo 9 ofrecen servicio el resto del año: Pórtiko, El Capitán, D´Sastre, Bay One, Bibendum, La Llave, Punta Balea, TBO y Brutus. Villa Rosa, la discoteca local, ha alternado largos períodos de cierre con otros en los que abre únicamente los fines de semana. Por otro lado, algunos de los negocios que cierran durante el año son los locales de copas El Muelle, El Lagarto, La Suite, El Lux o Malo Será.
Muchos negocios en esa situación se ven desbordados y optan por echar el cierre, o como el Aloha, traspasarlo para abrir con otro nombre: Chaboliña. En la misma situación están Malo Será, (que este verano cambió de dueño y abre ahora como Villa y Zapata) o el Kamikaze, ahora con el nombre de Lagarto.
Cerrar cinco meses
David Miniño, encargado del Anunciada, una de las cafeterías del paseo de Elduayen, afirma que desde los dos últimos años, tienen que cerrar de noviembre a marzo. «En invierno no hay nadie, nadie, nadie. Si ya era duro pasar el invierno antes, los de los últimos años están siendo peores».
Otros, como puede ser el caso de El Corralito, se están planteando ir un paso más allá. «Estamos pensando incluso cerrar todos los días en invierno, ya ni abrir los fines de semana», explica Laura Rodal, dueña del restaurante. Incluso establecimientos tan emblemáticos como el Mosquito, marisquería abierta en 1923, lleva ya varios años cerrando desde el último día de septiembre hasta el primero de junio.
En la tapería San Xoan optan por una opción intermedia: el pasado año cerraron el 30 de septiembre, y solo abrieron los fines de semana hasta la llegada del mes de mayo para tratar de aprovechar esos picos de afluencia de visitantes. Su dueño, Pablo González Barros, afirma que consiguen pagar el alquiler gracias a la clientela veraniega. «Nuestra mayor baza es el servicio de terraza. Tenemos la suerte de poder situarla en esta plaza de la calle San Xoan. Si contásemos con ella en invierno...».
Desde finales de septiembre solo ofrecen servicio en el interior del local, que no es demasiado espacioso. Los fieles del verano les aseguran un mínimo de ingresos. «Hay quien viene año tras año a comer aquí. Vienen quince días de vacaciones y comen aquí los quince». Pero esto solo en verano. El invierno es duro, admiten, y lo es para todos.
¿Cambiará la tendencia?
Suso Méndez, dueño de la Boquería, ven las cosas con un poco más de optimismo: «La dinámica del turismo en Baiona siempre ha sido así, y es difícil de cambiar. No es que la gente no venga en invierno porque esto esté desierto. Es por la tendencia a venir en verano. Siempre fue así».
Desde el Concello se han llevado a cabo diversas iniciativas para tratar de paliar esta tendencia. Buena prueba de ello son los concursos Bai de Tapas y Baiona de Pintxos, que se celebran desde hace varios años en los meses de otoño e invierno. El objetivo de dichas iniciativas es otro atraer gente a la villa, y motivar el consumo entre los propios del lugar. Reclaman propuestas para aumentar la vida en esos meses.Para que los inviernos no se hagan tan duros ni tan largos.
«Estamos pensando
incluso en cerrar el negocio todo el invierno, incluidos los fines de semana»
Laura Rodal
«Nuestra mayor baza es la terraza. Si pudiéramos contar con ella en invierno...»
Pablo González Barros
«La dinámica del turismo en Baiona siempre ha sido así. Es algo difícil de cambiar»
Suso Méndez
«Los que peor lo pasan son quienes tienen que pagar el alquiler del local para abrirlo cada mes»
Isabel Sánchez
«En invierno no hay nadie. Si ya eran duros los de antes, ahora están siendo aún peores»
David Miniño