«Creí que podía ayudar más grabando que cavando tumbas»

Begoña Rodríguez Sotelino
begoña r. sotelino VIGO / LA VOZ

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El realizador vigués Guillermo de Oliveira, fan de las localizaciones, documentó la reconstrucción del cementerio de «El bueno, el feo y el malo»

17 jun 2017 . Actualizado a las 19:15 h.

Guillermo de Oliveira es un joven realizador vigués que trabaja en el sector audiovisual publicitario en Madrid y en su primer largometraje, Sad Hill Unearthed, ha logrado juntar su amor por el cine con su filia por las localizaciones de películas. Cuando el cineasta se enteró, por un amigo, de que había un grupo de chalados reconstruyendo en un pueblo de Burgos el cementerio de la última y mítica escena del wéstern de Sergio Leone con Clint Eastwood: El bueno, el feo y el malo, no paró hasta sumarse al proyecto.

-¿En qué momento lo hizo?

-Desde que supe que la Asociación Cultural Sad Hill que quería desenterrar el cementerio me pongo en contacto con ellos, voy a verlo y les sigo la pista. Me entero de que la Junta de Castilla y León les ha dado por fin el permiso para desenterrarlo y ya voy por mi cuenta a grabar antes de que nadie empiece a hacer nada. En principio, sin más idea que subirlo a mi canal de YouTube, pero luego el tema fue creciendo y metí en el proyecto como uno más. Lo que ocurre es que pensé que en mi caso podía ayudar más grabando que cavando. Hemos crecido juntos en la reconstrucción y en el documental. Una cosa iba impulsando la otra. De repente conseguía entrevistar a Joe Dante, Ennio Morricone en su casa de Roma y que dedicase unas palabras al trabajo de la asociación, que tuvo un montón de problemas.

-¿Por ejemplo?

-El primero, el primer día que van a cavar, en octubre del 2015, cuando se dan cuenta de que lo que pensaban que era una tarea de un par de fines de semana era un trabajo monumental. Empiezan a hacer convocatorias de voluntarios y les llega gente de toda Europa para ayudar con azada y pala a cambio de nada.

-¿Ya acabaron?

-Hubo tres fases. Primero, desenterrar el empedrado que hizo el ejercito español para la película, que estaba bajo 15 centímetros de tierra. Alrededor había un muro que la gente había ido cogiendo a trozos y la tercera, la colocación de cruces. En la película había 5.000 y de las tumbas quedaban los túmulos. Las cruces habían volado así que en la campaña de mecenazgo conjunta que tenemos en la plataforma indiegogo.com, el que apadrina puede tener una cruz allí, con foto y localización para poder encontrarla. Con ese dinero sufragan el gasto. Ya han puesto más de 1.500. En el crowdfunding está participando gente de todo el mundo, nos han llegado donaciones de 16 países. Hasta de un abogado de Alabama, que nos ha dado 2.500 euros para la producción. Lo que cuesta como sangre de unicornio son los derechos de autor de música e imágenes originales del filme que salen en el documental.

-¿Siempre viaja pensando en localizaciones de cine?

-Sí. Voy con la lista de películas que se han rodado ahí y mis fotogramas impresos para hacer fotos con el mismo encuadre. La última vez fue cuando volvía de Los Ángeles. Había una escala de 8 horas en Philadelphia y me fui a buscar el sitio donde Rocky sube las escaleras.

-¿Qué valor le da a la escena del cementerio?

-Es la escena culmen del wéstern, ese duelo a tres bandas entre Clint Eastwood, Lee Van Cleef y Eli Wallach ha sido copiada después mil veces.

-¿Fue difícil conseguir la entrevista con Clint Eastwood?

-No fue en persona, pero le encantó la idea. Le enviamos las preguntas y nos las contestó grabadas. Su representante aceptó cuando supo que íbamos a San Francisco a entrevistar para el filme al cantante de Metallica. Al que no conseguimos contar el proyecto para que participase fue a Tarantino.

-¿En qué fase está la película?

-Acabando. Estamos con correcciones, mezclas y la banda sonora, que por cierto hace la gallega Zeltia Montes.

Formación. Estudió Comunicación Audiovisual y Periodismo en la Complutense y cine en la New York Academy de Los Ángeles y la escuela de San Esteban de los Baños. Hizo muchos cortos antes de Sad Hill Unearthed, su primer largo.