El arte gallego llora la inesperada muerte de la pintora Berta Cáccamo a los 54 años

Begoña Rodríguez Sotelino
Begoña R. Sotelino VIGO / LA VOZ

VIGO CIUDAD

VÍTOR MEJUTO

La creadora viguesa era una de las figuras esenciales del arte contemporáneo ibérico

12 may 2018 . Actualizado a las 00:22 h.

El fallecimiento de Berta Cáccamo (Vigo, 1963) ha dejado noqueada a la comunidad artística gallega. La creadora plástica, muy querida y muy cercana, murió este viernes en su ciudad natal a los 55 años, noticia que ha provocado un hondo pesar en el sector profesional, sus amigos y allegados a la autora, integrante a su vez de una familia plagada de creadores.

Berta Cáccamo era hija del escritor Xosé María Álvarez Blázquez, hermana menor del poeta Xosé María y de los escritores Alfonso y Celso Álvarez Cáccamo, así que vivió en el seno familiar un espíritu de inquietudes que muy probablemente influyó en su vocación plástica. Cursó los estudios de Bellas Artes en la Facultad San Jordi de Barcelona, donde obtuvo la licenciatura en 1986. Ese mismo año empezó su trayectoria expositiva, vinculada a la corriente renovadora del grupo Atlántica. En 1989 obtuvo varios reconocimientos como el premio Ciudad de Palma, la Bienal de Pontevedra y en el primer Certamen Unión Fenosa de A Coruña, que también ganó dos años después. Cáccamo practicaba una pintura abstracta y conceptual que se expresaba con firmeza a través de la mancha y el ritmo geométrico. Su obra está presente en espacios como el Centro Galego de Arte Contemporánea, el Museo de Pontevedra, la Academia Española de Bellas Artes en Roma, y colecciones particulares como la de Unión Fenosa o Afundación.

Premios da Cultura Galega

El año pasado recibió el Premio Cultura Galega das Artes Plásticas y el secretario xeral de Cultura, Anxo Lorenzo, «impactado polo inesperado pasamento», recordaba este viernes en redes sociales aquel momento. La presidenta de la Deputación de Pontevedra, Carmela Silva, también hizo público su pesar y trasladó sus condolencias a la familia.

Cáccamo formaba parte de la cartera de artistas de la compostelana Galería Trinta, donde expuso por última vez el año pasado. El último premio por su trabajo lo recibió hace bien poco, el pasado mes de marzo, en la feria de arte centrada en el dibujo contemporáneo Drawing Room, que celebró su tercera edición en el Círculo de Bellas Artes de Madrid.

En el 2016, el Centro Galego de Arte Contemporánea (CGAC) albergaba Expansión ensaio, una gran retrospectiva de su obra que repasaba su evolución pictórica en un recorrido de cuatro décadas. Sobre ella, la propia autora reflexionaba: «Tiña medo de que fose un proxecto acabado, pero logramos que se mostre que é un traballo en proceso, non o final dunha carreira». Por desgracia no habrá ya más nuevas creaciones, pero su legado y su recuerdo quedan para siempre, incluso en espacios públicos de su localidad natal, ya que es la autora de un mural en la céntrica rúa da II República que forma parte del programa municipal de decoración de medianeras, con una obra que condensa muy bien su estilo en una dimensión monumental. Su trabajo también está en la Cidade da Cultura, ya que su nombre forma parte de la selecta antología de 192 obras seleccionadas para la muestra más ambiciosa realizada hasta el momento sobre el arte gallego: Galicia universal. El arte gallego en las colecciones de Abanca y Afundación.

Una renuncia como protesta

Berta Cáccamo acababa de publicar el libro Tinta de luz y su última batalla artística la libró formando parte junto a sus compañeros de la plataforma Marco #Así Non. Estaba entre los 18 creadores que hicieron pública su renuncia a participar en la exposición Metrópole, perspectiva urbana da arte galega, como medida de protesta ante el nuevo modelo de gestión del museo de arte contemporáneo vigués promovido desde el gobierno municipal. Al igual que sus colegas, reclamaba respeto por el Marco y crearon la plataforma como protesta ante el desmantelamiento del centro sin contar ni con los artistas ni con la comunidad cultural y social. Pedían y siguen pidiendo que se haga uso del código de buenas prácticas y se convoque un concurso de dirección, tarea de la que ahora se ocupa el Concello directamente.