Portugal da cobertura a Tomiño

Monica Torres
m.torres TOMIÑO / LA VOZ

VIGO

M.MORALEJO

Decenas de vecinos tienen que conectarse a líneas lusas para usar el móvil

01 nov 2020 . Actualizado a las 01:45 h.

«Apaga o forno que vou poñer a lavadora». Así recuerda Agustín García que se decía en la casa de sus padres para evitar que se fuera la luz y, mal que le pese, desvela que sigue escuchando la misma cantinela pese a haberse independizado. La versión ha cambiado, pero la situación es similar. «Apaga el Canal Plus que tengo que hacer una videollamada», me dice habitualmente mi novia, que está preparando oposiciones. Residen en la zona de Forcadela y, al igual que otros 7.000 vecinos del municipio de Tomiño, según los cálculos del gobierno local, han pasado un confinamiento aislados por partida doble. «Casi la mitad de los vecinos tienen una cobertura de móvil deficitaria o total», advierte el Concello.

Todos ellos andan a diario móvil en mano, cual zahorí, pero en busca de las rayas de cobertura en sus terminales que les permitan conectarse. La cultura popular es la que promulgó Siniestro Total con su Menos mal que nos queda Portugal. La mejor opción que tienen para conseguir línea es engancharse a la red lusa. «Tengo que conectarme a la línea de Portugal porque con la española es imposible. Hay veces que no puedo ni seguir una conversación», confirma José Antonio Rodríguez. Este químico, que reside con su familia en la parroquia de Amorín, ha vivido situaciones frustrantes este año por la falta de conexión. Su trabajo diario le obliga a mantener videoconferencias o a intercambiar archivos con mucho peso, pero además ha llegado hasta a dar un curso de un máster en la Escuela de Ingeniería de Bilbao valiéndose de la línea portuguesa. Esta misma semana, explica, tuvo cinco reuniones por videoconferencia. «A veces hay cámara pero no sonido, es desesperante. Puedo necesitar una hora más de trabajo al día solo para buscar fórmulas de conexión», indica. En su casa suena la misma canción que en la de Augusto García. «Como somos cinco nos coordinamos para usar la cobertura. Cuando mi hija Iria tiene los exámenes, tenemos que desconectar todo lo demás, móviles incluidos», señala José Antonio.

La brecha digital en O Baixo Miño es una herida abierta, especialmente en Tomiño, y la pandemia la ha agravado ya que el teléfono e Internet se han convertido en necesidades básicas. «Hablan del 5G pero nosotros, normalmente, no tenemos ni 2G. Dentro de casa nos conectamos por Portugal», explica Agustín. Consciente de la situación, la empresa le habilitó 10 gigas para conectarse a José Antonio. «Hay meses que no llegan ni hay calidad. Conecto el ordenador por wifi al móvil y este a Portugal», indica.