Un médico de urgencias en el banquillo

míriam vázquez fraga VIGO / LA VOZ

VIGO

Oscar Vázquez

Piñeiro, doctor y amante del fútbol, une sus dos pasiones en el Coruxo por cuarta temporada

14 abr 2021 . Actualizado a las 00:29 h.

Su rol de médico del Coruxo ha supuesto para Ángel Piñeiro, Gelo, aunar sus «dos pasiones». Doctor como fruto de una vocación muy temprana que surgió en la infancia, en esos mismos años le apasionaba ya el deporte. «Jugué al fútbol sala de manera amateur, pero siempre me apasionó la medicina deportiva. Para mí, Genaro Borrás era un referente», dice en alusión al conocido traumatólogo que encabezó los servicios médicos del Celta y fue doctor de la selección española de fútbol.

A Gelo siempre le llamó la atención la posibilidad de «vivir la profesión médica a través del deporte» y en los últimos años se ha formado en esa dirección. «Más allá de mi trabajo de médico de urgencias, a lo que me llevo dedicando 14 años, me gusta la medicina deportiva. Por ahí surgió el tema del Coruxo y llevo cuatro temporadas», recuerda. Aquello fue «como muchas cosas en la vida, por casualidad», introduce. «Tenemos un grupo de WhatsApp de gente del hospital que jugamos al fútbol y pusieron allí que Miguel Santín dejaba el club. Yo acababa de terminar el máster de Trauma Deportiva y me iba como anillo al dedo», rememora. Contactó con la entidad, empezó «inmediatamente», y hasta hoy.

El balance, con sus momentos más y menos dulces, es «muy positivo», asegura. «Han sido cuatro años de aprendizaje. Han pasado muchas futbolistas, ha habido muchas situaciones, muchas lesiones. Pero el Coruxo es un sitio muy cómodo para trabajar, muy familiar», agradece. Más que satisfecho con esta faceta, dice sentirse «valorado y muy contento de estar y de haber podido ir aprendiendo de ir haciendo».

Piñeiro destaca que lo más importante son «las personas que te vas cruzando», desde los jugadores la directiva, mencionando a «una institución como Javi Maté, que es fantástico». Ha vivido buenos momentos en lo deportivo, como la temporada pasada o la salvación de su primera campaña. «Hay momentos muy bonitos. Dentro de ser un club humilde, esas pequeñas victorias que consigues, aunque sean para salvar la categoría, son instantes que te llevas para toda la vida», relata.

En el otro extremo están las lesiones graves, como les pasó este año con Martín Fuentes en el partido de Barreiro. «Todos nos dimos cuenta de la gravedad por cómo se produjo. Son momentos duros en los que te pones en la piel del jugador, sabes que en seis o siete meses no va a poder competir y a veces son chavales que han logrado un puesto en el equipo después de mucho trabajo», subraya. También es complejo convivir con los malos resultados. «El ambiente se puede poner tenso y tienes que mediar entre jugadores que están un poco al límite y puede haber alguna fricción con alguien del staff».

El trato con los deportistas es muy bueno. «Ya hay cierta diferencia generacional que te permite mantener esa distancia, pero a la vez te pones en su piel», dice pensando en que hay muchos que vienen de fuera y están solos en Vigo. «Hay que entender que no por el hecho de ser futbolista ya es gente feliz. Más allá de tener una lesión o encontrarse físicamente bien, hay futbolistas que están solos, que tienen morriña... Eres un poco psicólogo y eso te hace sentir aún más integrado», comenta.

«Los jugadores me llaman si les duele la barriga o hasta porque su novia tiene anemia»

En teoría, los cometidos del doctor se circunscriben a los duelos en casa, ya que al ser un club semiprofesional, no puede dedicarle ni el 100 % ni el 50 de su tiempo. «Mis funciones, estrictamente, son estar el día del partido y que haya un médico en el campo -lo que le ha llevado a cambiar guardias más de una vez-, pero en realidad hago mucho más porque te implicas», recalca. Aparte de que ahora ha sumado una vez a la semana para los test. «Siempre hay las típicas bromas de yo voy con Gonzalo (fisio), con el doc no, que mete el palo más adentro», cuenta divertido.

Pero hay más cosas: «Por el camino, siempre hay algún recado, que algún jugador se lesiona y hay que pedir una eco o los futbolistas, que te llaman para muchas cosas». En ese sentido, ha tenido anécdotas curiosas: «Desde que les duele la barriga a que su novia tiene anemia. Hasta tuve uno que me dijo si podía hacer una analítica a su novia porque se iba a poner un implante de pecho. ¡Al final eres un poco médico de cabecera y estás para todo!», dice. Del mismo modo, distingue entre «jugadores aguerridos, que si se quejan sabes que es de verdad, y otros que toleran peor el dolor y son más neuras».

Se siente completamente reconocido y señala que es básico «tener un buen fisio como Gonzalo y un buen preparador físico», porque el trabajo de todos ellos también repercute en el resultado. «Es gratificante por muchas cosas, ves que puedes ayudar, resolver problemas y que te lo agradecen. Y, sobre todo, haces relaciones personales muy buenas».

Personal

Ángel Piñeiro López nació en 1977 y se define como «más vigués que el Olivo». De niño le tocó ir bastante al médico y cree que ahí están las raíces de su vocación de médico. También es futbolero, muy celtista, desde niño.

Trayectoria

Estudió Medicina en la USC y ejerce de médico de urgencias desde hace 14 años, actualmente en el Cunqueiro. Se ha formado en la rema deportiva.