
Cándido y Marga iniciaron con El Trigal un pequeño negocio que no para de crecer aunque tiene cafetería, cátering y una sucursal en la sede del Celta; entre sus 40 trabajadores se encuentran sus dos hijas mayores
09 jul 2021 . Actualizado a las 05:00 h.Las circunstancias de la vida llevaron a los vigueses Cándido Durán y Margarita Fernández a embarcarse en una aventura de mucha masa madre. No sabían si aquello iba a fermentar o acabarían quemados por los bordes, pero el hecho es que se lanzaron a montar una pequeña panadería en el barrio vigués de Balaídos sin más fuelle que las ganas de salir adelante, que con tres hijas pequeñas y una hipoteca gigante, la motivación no era poca. Así, sin antecedentes en el sector ya que venían de sendos empleos de administrativos, se metieron en harina. Y aunque era de otro costal, él en el obrador y ella tras el mostrador, salieron más que bien parados.
El proceso fue lento, como el que requiere un buen pan. Mucho trabajo acompañado de muy buenas ideas transformó en unos años a El Trigal, que comenzó como una panadería tradicional que solo hacían pan, empanadas y roscones, en una gran empresa con 40 empleados.
En esa plantilla se encuentran sus dos hijas mayores, Aldara, de 36 años, y Amelia, de 33. Ambas crecieron en ese entorno que les gustaba... y más les valía, ya que desde los 16 años les tocó arrimar el hombro los fines de semana para echar una mano. Aunque como reconoce la menor siempre les gustó, iniciaron carreras ajenas a la harina. Una Derecho y otra Empresariales, pero al final regresaron para continuar con el negocio familiar que ya se había hecho demasiado grande para que sus padres lo manejaran solos. La hija menor, Margarita, es la única que no siguió sus pasos.
En el año 2000 hicieron la primera reforma y añadieron una pequeña barra con una zona de degustación de café. «En aquel momento era algo que no se veía mucho por Vigo y lo de tomarte el cafecito con el cruasán recién salido del horno fue un acierto», recuerdan. Empezaron a crecer por ahí y a ofrecer cada vez más cosas en cada sección, en panadería y en pastelería, pero poco a poco. «Si viajábamos nos traíamos ideas y las poníamos en práctica, como ofrecer más productos para llevar», cuenta.
En el 2007 afrontaron una segunda reforma ampliando más la cafetería, añadiendo terraza y e incorporando la opción de que los clientes pudieran comer allí, aunque fuese un bocadillo, y más tarde, variedad de platos y menú del día, como ahora.
Para Amelia, una de las claves del éxito de El Trigal es que siempre está ahí. «Si te dan las 5 de la tarde sin comer, o son las 7 y no sabes adónde ir o sales de trabajar a las 10 y no tienes cena en casa, saben que en El Trigal estamos desde las 6 de la mañana hasta las once de la noche con turnos de pastelero, de panadero y de cocina. La cocina siempre está abierta y siempre hay cosas saliendo del horno. Esa es nuestra política, nada de producto congelado, sino artesano», resume.
Aunque el grueso de la plantilla está en el local de Balaídos (a un paso del estadio de fútbol donde tienen el obrador y las cocinas), la cercanía con las instalaciones del equipo celeste les llevó a ser parte del mismo al abrir su segundo local en la nueva sede del Real Club Celta en el corazón de la ciudad, en plena calle del Príncipe, al hacerse cargo de la cafetería y panadería en la planta baja. «Costó que se supiera que estábamos allí», reconoce. De hecho, mucha gente todavía no se da cuenta de que puede salir de la milla de oro con moda dentro de las bolsas y el pan bajo el brazo o un café para llevar en la mano. «Aunque ahora hay unos cuantos más que lo ofrecen, nosotros fuimos los primeros con el take away», recuerda.
La llegada de dos miembros más a la familia, los hijos de Aldara y Amelia, terminaron por convencer a su madre de abrazar la jubilación anticipada y cambiarlo por cuidar a sus nietos Cándido y Olivia, que son el posible relevo para la que sería ya la tercera generación de El Trigal. La empresa ya ha consolidado tradiciones como la elaboración de esculturas gigantes de chocolate en Semana Santa, que llevan dos años sin poder hacer por el covid. La pandemia se llevó por delante muchas cosas. Por ejemplo, en su caso, el servicio de cátering para eventos, pero a cambio han nacido otras necesidades, como los menús para trabajadores y particulares que llevan a domicilio o a las empresas en asépticos envases.
Y no paran de crecer como han hecho siempre, de forma lenta y natural. Amelia avanza que acaban de comprar una nueva maquinaria para la elaboración de panes sin un átomo de levaduras químicas y que en breve iniciarán obras para una tercera reforma que les llevará a ampliar aún más su local, con más espacio tanto para los empleados en el obrador, como para el público, con más mesas dentro y una terraza más grande.
Desde 1993
Dónde está
Calle Alexandre Bóveda, 1 y calle del Príncipe, 44. Vigo