Los juicios por delitos sexuales se triplican tras el confinamiento

e. v. pita VIGO / LA VOZ

VIGO

Oscar Vázquez

Dieciséis vigueses se han sentado en el banquillo de las salas penales en el 2021

07 ene 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Los juicios por delitos contra la libertad sexual se han triplicado en los juzgados de lo penal de Vigo en el último año. De una media de tres o cinco al año, han pasado a 16 en el 2021 sin contar los celebrados en la Audiencia por abusos o agresiones a menores. En la comisaría, recibieron 81 denuncias por delito sexual (11 de ellas por violación) en nueve meses, un 24 % más que un año antes. Los expertos creen que la subida de denuncias viene aupada porque las víctimas tienen más valor a contar su traumática experiencia tras la condena de La Manada por una violación grupal en Pamplona.

Ahora, los magistrados reciben formación especial para analizar desde una perspectiva de género los abusos y agresiones sexuales. Ya no se fijan en si la víctima lucía minifalda ni si subió voluntariamente al piso de su abusador. Estos casos son habituales en Vigo: hace un mes, una universitaria denunció que fue violada por dos jóvenes tras conocerlos en un bar de copas y subir a su piso de la calle Torrecedeira. Y el verano pasado, ocho mujeres denunciaron abusos del director de su colegio cuando eran niñas.

La abogada Ana García Costas, que sigue de cerca los casos de violencia machista y está vinculada a asociaciones que luchan contra la explotación sexual femenina, cree que la explicación del aumento de juicios hay que buscarla en que ahora la denunciante cuenta con mayor seguridad jurídica. «No creo que se cometan más delitos contra la libertad sexual de las mujeres, y sobre todo las niñas, ahora pasa que se denuncian más por las víctimas. Todos somos ahora conscientes de que las víctimas encuentran más seguridad a la hora de denunciar y contar su experiencia tan traumática porque en los jueces ha empezado a calar el análisis de unos hechos de esta entidad con una perspectiva de género», explica.

García atribuye este cambio a la condena de La Manada. «La situación que se generó con un asunto como la sentencia de La Manada con la valoración de la víctima y los parámetros de credibilidad que se fijó por el Tribunal ha dado valor a las víctimas para denunciar. No es exactamente sensibilización, es que en los últimos años el Poder Judicial ha formado en perspectiva de género a los magistrados», dice.

La letrada cree que la clave es que «los jueces analizan el delito desde la parte del acusado, sin poner tan en cuestión la actuación de la víctima ante estos delitos». Por ello, los jueces ya no entran a valorar si la víctima vestía minifalda. «La última sentencia del Tribunal Superior sobre el maltrato habitual utiliza una valoración con perspectiva de género», recalca. Lo ve como un gran avance. «La credibilidad de la víctima es y debe ser siempre valorada de forma ajustada por los principios de valoración de la prueba en un juicio oral, pero es muy importante y un gran avance que ya no se cuestione el comportamiento previo ni la actuación de la víctima de estos delitos tan traumáticos para cualquier mujer o niña. Si no cumple criterios de credibilidad no se va a condenar, pero eso es lo ajustado a Derecho», afirma.

Uno de los campos de batalla de las abogadas de género era la absolución cuando venía dada por el hecho, por ejemplo, de que la chica había accedido a subir al piso del chico y después, a pesar de su negativa, sufrió tocamientos o un comportamiento sexual sin consentimiento. «Cualquier pensaría que si ella sube a un piso de alguien que no conoce asume el riesgo de que le pase esto y que su comportamiento previo debe ser también valorado como un hecho relevante. Pero antes se ponía en cuestión la negativa o la falta de consentimiento solo por el hecho de haber accedido a subir», añade. «La condena solo se dará si la víctima tiene credibilidad suficiente y, o bien, haya otras pruebas. Pero creo que antes en un caso como ese lo primero que se cuestionaba era la credibilidad de una mujer que se ponía en esa situación y después se negaba al acto sexual», dice.

García Costas cree que es un «gran paso» para que haya más denuncias y más condenas. «La impunidad de los que cometen estos delitos es algo muy doloroso para las víctimas. Necesitan ser resarcidas por la Justicia, pero las de estos delitos se vieron casi siempre con la obligación de guardar silencio porque muchas veces el delincuente era su profesor, un familiar cercano o su propio padre. ¿Y cómo denunciar esto? Y si no la creen, ¿cómo sigue después con su vida? Ahora hay más apoyo profesional y de la salud. Antes denunciaban muchos años después, cuando se habían alejado del agresor. Ahora, las condenas trascienden», afirma.

Las vistas por estafas y robos con fuerza subieron

Los juicios por delitos contra la libertad e indemnidad sexual se triplicaron (hay tantos como en el 2017) pero hay otras infracciones que se duplican en uno o dos años. Por ejemplo, las vistas por estafa pasaron de 60 en el 2019 a 111 en el 2021. Una explicación es que llegan miles de denuncias por timos en Internet. Los robos con fuerza subieron casi un 50 %.