La diseñadora Lola Ronda está detrás de la marca Juan María by Lolola, una empresa diferente con tienda en el centro comercial Vialia, donde se forman laboralmente diez jóvenes con discapacidad intelectual
06 may 2022 . Actualizado a las 10:49 h.Aunque lleva toda su vida profesional ligada al mundo de la moda, el último proyecto de la diseñadora Lola Ronda tiene un mérito que va mucho más allá de cualquier tendencia. Su encuentro con Alberto González, coordinador del centro de educación especial Juan María, en Nigrán, fue providencial. Él tenía en marcha una encuesta entre los alumnos para saber en qué sector querrían trabajar tras acabar su período de aprendizaje, y la mayoría eligió el comercio. Ese resultado culminó en una iniciativa pionera cuyo escaparate principal está en el centro comercial Vialia bajo el nombre de Juan María by Lolola.
Se trata de una tienda de ropa casual para todas las edades que tiene tras el mostrador no una gran historia, sino diez, las de cada uno de los jóvenes que desempeñan allí su primer empleo. La oportunidad laboral que se les brinda es parte del programa de formación dual para personas con discapacidad intelectual que se forman en centros especiales de empleo (CEE) de la Xunta, a través de la Consellería de Emprego, y el Ministerio de Trabajo.
Así, combinando horas de clase con prácticas reales, Natalia Valverde, Lilian Cabaleiro, Sara Rodríguez, Santi Clemente, Lucía Pérez, Mari Silva, Héctor Suárez, David Crespo, Alicia González y Lucía Calero atienden con dedicación a cada persona que cruza el umbral de la tienda ubicada en la planta superior para interesarse por alguna prenda. «Una de las características únicas es que las adaptamos a quien lo necesite sin coste adicional», explica.
La ropa, materia prima de origen nacional, ofrece un estilo informal y propuestas muy variadas que van desde camisetas y sudaderas juveniles con una estrella como símbolo, a vestidos y camisas de estampados primaverales sobre telas suaves y frescas. La sigue diseñando Lola Ronda, pero como explica: «Ahora trabajo para ellos», lo dice en relación a los jóvenes empleados, subrayando el espíritu de un proyecto que no quiere ni pretende ser una tienda solidaria, sino un establecimiento que tiene una vertiente más, la de la integración laboral a todos los efectos. Los diez alumnos venden, reciben los pedidos, colocan y doblan la ropa, hacen el cierre de caja de cada jornada y todo aquello que supone atender un comercio.
La historia de la diseñadora viguesa comienza mucho antes. Su primer acercamiento al sector comercial y de la moda se produjo también a través de la creatividad y la estética, formándose como escaparatista, trabajo que todavía desempeña de vez en cuando. Pero reconoce que la creación textil siempre le atrajo, y recuerda que, ya de niña, su madre cosía y ella pegaba con celo adornos, lazos y botones en su ropa.
En el 2007, ella como diseñadora y su socia y amiga Gema Rodríguez, con el corte y los patrones, crearon la empresa Lolola. «Fabricábamos y confeccionábamos aquí, teniendo el taller en Salvaterra —como sigo haciendo ahora—, vendíamos online en nuestra web (excepto un año en que abrimos un local en el entorno de la plaza de Fernando el Católico) y eramos proveedoras para otras tiendas. Llegamos a tener más de cien puntos de venta en España, hasta que en el 2018, arrastrando problemas generados por la crisis, decidimos dejarlo», lamenta.
El encuentro de Lola con el coordinador del centro se produjo a principios del 2019. En mayo ya estaban presentando la primera colección en el Pazo de Cea, y en diciembre de ese mismo año abrían su primera tienda en el centro comercial plaza Elíptica. A Vialia se trasladaron cuando el nuevo espacio se inauguró, en septiembre del año pasado, y la diseñadora destaca las facilidades ofrecidas por la dirección en ambos casos.
Además de este punto de venta fijo, Lola recuerda que en verano abren una tienda efímera en una caseta en Playa América, que les cede el Concello de Nigrán. Para su concejalía de Turismo hizo también una línea de prendas, abierta a propuestas de otros ayuntamientos, ya que todo viene bien para que el proyecto, además de poder renovarse, se traduzca en éxito empresarial. La subvención cubre una parte, pero aunque parece un sueño, es una tienda real, y para ganar hay que facturar.
Un poco de historia
La subvención del programa de formación dual para personas con discapacidad intelectual en centros especiales de empleo les proporciona un contrato de formación y aprendizaje que dura tres años. Queda solo uno, y el equipo del colegio Juan María lanza un llamamiento al tejido empresarial y comercial de Vigo y su área metropolitana para que una vez que acabe su tarea en Juan María by Lolola, no se queden de brazos cruzados y los que están puedan seguir en otros empleos. A su vez, esperan que las administraciones renueven su compromiso con este programa pionero de un espacio que no es solo un centro educativo, ni un centro de día, ni un centro ocupacional, ni centro de empleo. Es todo eso y más.