Ingeniero de sonido y productor rebautizado por Juan Gabriel, vive en Los Ángeles desde hace veinte años y lleva cuatro nominaciones a los Grammy
01 oct 2022 . Actualizado a las 05:19 h.El dicho (casposo) reza que detrás de un gran hombre siempre hay una gran mujer, pero debería haber otro que contase que detrás de un gran músico suele haber un excelente técnico que realza sus virtudes y minimiza sus puntos débiles. Algo así es lo que hace Carlos Rodríguez, el músico vigués al que nada menos que Juan Gabriel —el ídolo de la canción latina que en España entró de la mano de Rocío Dúrcal con rancheras de rompe y rasga—, rebautizó como Carlos Rodgarman.
Carlos apostó hace 20 años por saltarse el paso por Madrid y volar directamente a Los Angeles para crecer como artista, y lo ha conseguido. Su nombre quizás no esté entre los que se escriben en grandes titulares, pero su trabajo está muchas veces respaldando esos grandes nombres.
El vigués creció rodeado de música por todas partes. Su padre, Luis, que tocaba en orquestas como Petróleo de O Porriño, fue el primero que le introdujo en ese mundo. A su lado recibió las primeras nociones de piano que completó haciendo la carrera en el Conservatorio de Vigo, pero como reconoce, se curtió en las orquestas y verbenas en Galicia: «Estuve muchos años en ese círculo, en formaciones como Costa Oeste, donde hice un montón de amigos que conservo a día de hoy», recuerda. Pero explica que poco a poco fue ampliando cometidos, «metiéndome a hacer arreglos, producción... a ser un poco un más creativo, y para eso me sentía limitado en Galicia», cuenta. Fue entonces cuando se decidió a volar lejos. A su lado, en esta aventura americana estaba su amigo y trompetista compostelano, Arturo Solar. «Nuestro único plan era: nos vamos y a ver qué pasa», admite.
Lo que ocurrió, afortunadamente para ambos, es que pronto conectaron con otros artistas. Primero, por cercanía idiomática, con los latinos; y con los años y la experiencia, con una pléyade de estrellas que impresiona: de Michael Bublé a Celine Dion, de Isabel Pantoja a All 4 One, de Natalia LaFourcade a Laura Pausini o Enrique Iglesias. «Al trasladarme aquí —cuenta desde Los Ángeles—, tenía claro que no venía a ser solo pianista en un grupo, sino a producir trabajos míos y de otros. Eso requiere una trayectoria lenta, en la música hay que tener paciencia y estar convencido de lo que quieres. La verdad es que esta ciudad me ha tratado muy bien», reconoce.
El vigués no se cansa de agradecer el papel que el mexicano Juan Gabriel, fallecido en el 2016, jugó en su trayectoria: «Estuve con él siete años de gira por todo el mundo con base en Los Angeles. Él fue quien me abrió las puertas hacia todo esto. Entré como pianista en su banda y me quedé como director musical. En España tenemos poca idea de lo grande que era. Entre sus hitos recuerda cuando llenaron el Auditorio Nacional de México durante 22 días seguidos. Luis Miguel y él tenían un pique con eso, a ver quién hacía sold out más veces», revela sobre el ídolo con el que tuvo una gran amistad.
Aunque desarrolla su propia carrera artística, es en el ámbito de la producción, como arreglista y como ingeniero de sonido donde ha centrado más sus esfuerzos. Carlos puso en marcha su propio estudio de grabación RG Studio, dotado con aparatos de alta tecnología y el sistema Dolby Atmos de música inmersiva. «No soy el primero, pero esta plataforma, que se confunde con el Surround, todavía es bastante incipiente para muchos artistas y es muy emocionante», indica tratando de explicarlo: «Los cines lo tienen hace mucho, pero hace años que se perfecciona para audio, para emular la grandeza del 3D a través de auriculares. Permite una creatividad increíble. En Estados Unidos va más rápido porque la plataforma dominante en Europa, Spotify, no ha integrado todavía ese sistema. Apple Music, Amazon y Tidal sí lo tienen y la diferencia sonora es maravillosa», advierte.
Entre los profesionales con los que ha construido su trayectoria, destaca también la importancia de Humberto Gatica, ingeniero de primera fila, sobrino de Lucho Gatica, y productor, con David Foster, de muchos de los álbumes de Bublé, Dion, Bocelli.... «He aprendido muchísimo con Humberto», afirma. Con él produjo y mezcló en ese sistema nuevo el último disco de Michael Bublé: The Essential Michael Bublé. «Ha sido una gozada, porque además son temas de mi estilo favorito», explica el músico, que acumula cuatro nominaciones como ingeniero de mezclas los Grammy, dos de ellas a los Latinos (para discos de Juan Gabriel, Jenny Rivera, Afro-Peruvian Jazz Orchestra y Óscar Cartaya). Rodgarman también profesa un enorme afecto por Antonio Carmona, con el que grabó e hizo la gira de Vengo venenoso, su primer disco tras dejar Ketama. Además hace música para anuncios, series y películas, y menciona al realizador Christopher Young como su gran valedor.
Y no se olvida de su propia carrera, que desarrolla a través de The Rodgar Band tratando de combinarla con todo lo demás, que no es poco. «Es una formación de jazz y latin jazz en la que toco el piano e interpreto composiciones mías. Estoy trabajando en el segundo disco y me encantaría tocar alguna vez en Vigo con ella», asegura. «Para mí sería un sueño hacerlo en el teatro García Barbón con músicos de jazz de Vigo», cuenta. Entre ellos nombra a Alberto Conde, con el que se formó varios años.
De sus últimos años en su ciudad de nacimiento, Carlos recuerda trabajos con el músico Juan Rivas y con el productor Javier Abreu. Su última orquesta antes de comprar boleto para la urbe angelina fue premonitoria: Pasarela.
La vinculación familiar le lleva de vuelta cada vez que puede. Antes era cada año; ahora, con descendencia, cada dos. Mientras, echa de menos a su clan, aunque su mujer Pareli también canta. Su madre, Amparo García, era cantante profesional. Su tío fue el gran tenor Manuel Sirera, recientemente fallecido, y su prima, la cantante de gospel y profesora de coros Rebeca Rods, con quien hizo su último álbum: Gospel Symphony.