Marta Domínguez: «A mí me cuesta más, pero estudio y trabajo duro para independizarme»

Bibiana Villaverde
bibiana villaverde VIGO / LA VOZ

VIGO

M.MORALEJO

Su diversidad intelectual no es obstáculo para esta viguesa que compagina su trabajo con la preparación de oposiciones para lograr un puesto fijo e irse a vivir con su novio

01 oct 2022 . Actualizado a las 09:27 h.

Cada día coge dos autobuses urbanos en Vigo y un barco a Cangas para llegar a su puesto de trabajo. Marta Domínguez (Vigo, 1976) cruza Vigo y recorre en transporte público los 15 kilómetros que separan los juzgados de Cangas, donde trabaja como limpiadora, de la casa de sus padres, en el barrio vigués de Valladares. A las tres de la tarde empieza su jornada laboral. Cuando sale, toca hacer el camino a la inversa y reservar fuerzas para seguir estudiando el temario de las oposiciones. La vida de sacrificio que hacen miles de opositores supone un esfuerzo mayor para esta viguesa que tiene diagnosticada una diversidad intelectual que condiciona su vida y su independencia. «A mí me cuesta un poco más, pero lo voy haciendo poco a poco. Trabajo y estudio duro para poder independizarme».

En un país en el que los jóvenes se van de casa de sus padres a los 30 años, como media, por la precariedad laboral y altos precios de la vivienda en alquiler, su lucha tiene tintes de heroicidad. Ella lo sabe, y no se rinde, le mueve el ansia de independencia y la satisfacción de poder escribir su propia vida, algo que no todas las personas con diversidad consiguen, pero hay también otro motivo más profundo, poder tener un techo propio en el que convivir con su pareja. «Mi novio se llama Milan, está en San Rafael. Estoy muy enamorada. Lo veo los fines de semana, los viernes, sábados y domingos vamos a tomar algo con los amigos. Nos conocimos hace cinco años y tengo el apoyo de mis padres para poder verlo y tener una relación con él». El papel de la familia es fundamental para Marta y para todas las personas con diversidad intelectual, la mayoría dependen de las decisiones de su entorno, que es muchas veces quien ejerce la tutela. Esta viguesa es una excepción por la libertad y el apoyo que recibe de sus allegados para poder desarrollarse profesional, personal y afectivamente.

Domínguez lleva años cubriendo bajas con contratos de sustitución para la Administración Pública tras haber aprobado el examen sin nota suficiente para conseguir una de las plazas fijas para el servicio de limpieza. Entrar en las listas le permite trabajar periódicamente; cada vez que la llaman para un contrato, acude, ya sea una escuela infantil, un juzgado o un instituto, sea en Pontevedra, Moaña o Cangas. Cuenta con el apoyo de su familia que la lleva cada día hasta su puesto hasta que consigue moverse con autonomía y desplazarse ella sola. «Cada vez que surge algo, me llevan y traen en coche». Cuando no está trabajando, estudia y va a clases a Down Vigo para aprobar una plaza fija de subalterna y poner fin a la precariedad. «Lo peor es aprender la Constitución», confiesa. 

«La sociedad lo pone difícil»

Domínguez estudió peluquería, pero el ritmo que exigía la empresa privada no le permitía desarrollarse profesionalmente. Los contratos duraban pocos días y, tras varios intentos, decidió que ese no era el camino. Con 46 años, lleva más de quince en el mercado laboral, pero solo tiene cinco cotizados por las dificultades para mantenerse en un puesto de trabajo. «Tengo que decir que la sociedad me lo pone un poco difícil, sobre todo en el trabajo. Estuve en la empresa privada y no es fácil, hay cosas que no puedo hacer y se complica. También el ritmo que exigen, me cuesta. En el trabajo de ahora, limpiando en el juzgado, si hay gente por el medio se me hace más duro, pero hay buen ambiente con los compañeros, nos ayudamos entre nosotros».

Independizarse no es tarea fácil, pero lleva años entrenando. En casa hace su cama y ayuda en las tareas. Las dotes culinarias las aprendió gracias al proyecto que se puso en marcha en Down Vigo donde varios chicos conviven durante varios días asumiendo las tareas del hogar. Les acompañan técnicos de la asociación que fomentan la independencia y la corresponsabilidad. Las clases han dado sus frutos: «Mi plato estrella son los huevos fritos con patatas fritas», explica orgullosa.

El caso de Marta Domínguez es un ejemplo para todos los compañeros de la asociación y para la sociedad en general, que todavía no está acostumbrada a reconocer la autonomía plena de personas con diversidad para los que la norma es ser dependientes de por vida y la excepción es que consigan desarrollarse económica y socialmente. «La fuerza la saco de los amigos y la familia», explica Domínguez, mientras se mira en el reflejo de sus hermanos. «Me gustaría que hubiera igualdad de oportunidades real. Lo más importante para mí es conseguir ese trabajo que me permita tener un sueldo, para poder vivir en mi casa e independizarme. También tengo otro sueño, cuando lo consiga quiero irme de crucero. Me encantaría viajar, a cualquier sitio».

Su canción favorita

«Días de verano», de Amaral. «He escogido esta canción porque me trae muy buenos recuerdos, de días con mis amigos en la playa. Los fines de semana, cuando no estoy estudiando, quedo con mis amigos y mi novio y nos vamos a tomar algo. En verano, vamos a la playa y hacemos pícnics».