Anxo Guiances compagina su trabajo en el turno de noche de Stellantis con su afición por la pintura y el cine, con una serie que comenzó en la pandemia en la que recrea paisajes de un Vigo apocalíptico
25 ene 2023 . Actualizado a las 05:00 h.King Kong alcanza la cima de un emblema tan vigués como el edificio que albergó el Hospital Xeral durante 60 años, despojado ya de su concha verde agua y cobre en su nueva vida como pirulí de la Cidade da Xustiza. Es una descripción de la obra con la que el vigués Anxo Guiances (Anxo G.R. en redes sociales), que ha subido proporcionales peldaños de popularidad tras años de discreta labor en su estudio.
El artista se despierta y desayuna a la hora de comer de la mayor parte de sus conciudadanos. Nada que ver con la pereza o el sueño a destiempo. Trabajar en el turno de noche en Stellantis le obliga a llevar un ritmo que solo por la tardes congenia con la vida corriente. La suya es distinta no solo por eso. Cuenta que siempre se le dio bien el dibujo, y que poco a poco fue ganando terreno en un tiempo de ocio activo que comparte con otras aficiones que integra en sus lienzos: el cine, la literatura y el género de la ciencia ficción en ambas, «desde que de niño me regalaron un reproductor de vídeo VHS y la serie de Star Wars», sitúa.
Guiances, que tiene 38 años, entró en la factoría cuando aún se llamaba PSA Peugeot-Citroën. «Primero encadené varios contratos temporales, pero desde el 2006, ya sin interrupción», puntualiza. «Excepto el primer año, estuve siempre en el turno de noche. Era cómodo y me venía bien porque al empezar aún estaba estudiando un ciclo medio, que luego dejé porque me era imposible compatibilizarlo», reconoce.
El artista a tiempo compartido con su empleo en la cadena de montaje de la fábrica de automóviles donde ahora ensambla guardabarros, es consciente de que su tarea no deja en mínimo resquicio para la creatividad. Lo suple con su habilidad con los lápices en cuanto suena la sirena y regresa a casa. «Siempre me gustó dibujar, pero era algo que hacía de forma esporádica. Hace unos diez años me propuse dedicarle más tiempo. No había YouTube ni tantos tutoriales en internet, así que leía libros de pintura y de anatomía y practicaba todos los días», explica. Aprendió solo, pero reconoce que le sirvió de acicate el contacto con otros compañeros en la factoría con su misma afición, «como un colega de Baiona que tenía espalda con espalda», explica. «Poco a poco me fueron llegando encargos y pensé que podía tener unos ingresos extra, que nunca viene mal», razona.
La llegada de la pandemia fue para Anxo lo contrario al trauma que supuso para tanta gente. Afortunadamente no sufrió pérdidas en su entorno cercano y en ese período de pausa total de vida laboral y social pudo dar rienda suelta a actividades para las que nunca hay tiempo suficiente. «Para mi fue un lujo, de las mejores cosas que me pasaron en mi vida. Pude leer sin preocuparme del reloj, ver un montón de series, y sobre todo, pintar sin parar», reconoce añadiendo que vive en una casa con finca, lo que hizo menos duro el aislamiento. Fue ahí, en ese momento extraño de calles vacías y silencio cuando comenzó a imaginar un Vigo apocalíptico. «El primero de esa serie fue un cuadro que hice ambientado en la plaza de España, con un personaje de El planeta de los simios, por no dejar el paisaje tan desolado y porque me gusta mucho dejar detalles para que el espectador busque más allá», cuenta el autor, cuyos cuadros se pueden ver actualmente en la tienda de artesanía Eutraio (Gamboa, 4).
Jack Sparrow
Jack Sparrow sentado en la playa de Rodas oteando el horizonte en dirección al Lago dos Nenos; R2D2 y C3PO mirando hacia Toralla con la torre en ruinas y una nave imperial clavada en la arena de la playa de O Vao; dinoseto asomando en medio de una Alameda asalvajada y turbadora (en la que se ve un Vitrasa al fondo, aventurando concesión ad infinitum del transporte urbano) inspirada en el libro de Manuel Loureiro Apocalipsis Z. Un guerrero llegando a O Castro como si fuera a asaltar la muralla. Son algunas de las obras que integran el repertorio reciente del autor vigués, que como aclara, no solo recrea escenarios catastróficos. También dibuja a Aspas besando la camiseta del Celta, marinas, espacios naturales, retratos de personas y animales... Anxo reconoce que vivir de encargos no le gustaría, «pero me encantaría dedicarme al arte a tiempo completo haciendo lo que me apetezca». Mientras, tiene a medio pintar un Delorean en la puerta del garaje de su casa y otro turno a punto de comenzar en Balaídos.