José Manuel Martínez, decano del Colegio profesional del sector, recomienda perder el miedo a los avances y evitar frenarlos con legislación
22 oct 2023 . Actualizado a las 21:29 h.«Yo era bastante traste, enormemente traste. Por eso mis padres me metieron en el seminario, para formarme, pero también para que asentase. Pero la verdad... sigo siendo un traste». José Manuel Martínez Pérez (A Arnoia, 1985) no tiene reparo en mostrar su inquietud vital como la marca personal que le define. Relata cómo experimenta con la vida y con lo que le sale al paso. Sacarle las tripas mecánicas y electrónicas a los artilugios que se le pusieron a tiro de niño le abrió inconscientemente la senda hacia el campo en el que desde el 2019 es un referente como decano del Colegio Oficial de Ingenieros Técnicos de Telecomunicaciones de Galicia.
Sin embargo, a la carrera se apuntó en el campus de Vigo en el último día de matrícula y por la novedad de la titulación, por probar, por ver hasta dónde podía llegar con la tecnología, pero sobre todo, por divertirse, mantiene. «Soy un extraño dentro de un colectivo que es cien por cien friki, que trabaja en su cueva y no se preocupa de nada más. Somos especiales, pero a mí sí que me preocupa lo que nos rodea. Soy un inquieto que lo pasa mal los domingos por la tarde cuando no hay nada que hacer y el tiempo se pierde».
Ese ansia le ha marcado para emprender empresarialmente en diversas áreas: tecnología, comunicación, márketing. «No me he cerrado en las telecomunicaciones, me he abierto a otros campos tangenciales porque las telecomunicaciones están en todos los sectores de la vida», dice José Manuel Martínez, quien tuvo en su propia casa un campo abonado a la práctica empresarial, social y logística en la tienda materna, como un Corte Inglés de pueblo que era ultramarinos, estanco y bar todo junto.
Desde hace un año se ha embarcado en un proyecto de alquiler de coches combinados con las rutas turísticas, idea que pretende exportar desde el tablero de pruebas de Ourense al resto de Galicia. Desde una aplicación móvil se gestiona el control de los vehículos, su localización, las rutas, guía de puntos de interés, cobros y hasta la apertura de sus puertas y encendido. «El AVE a Ourense ha sido un incentivo para que funcionase. La gente joven lo utiliza muchísimo», dice al hablar de su marca Mobify, con la que espera llegar a una flota de 120 o 130 coches.
«Los ingenieros de telecomunicaciones somos la navaja suiza necesaria para todo. Hagas lo que hagas necesitas un ingeniero de telecomunicaciones: para el coche eléctrico, las redes sociales, móvil, los drones, altavoces inteligentes, ciberseguridad, el big data, blockchain... todo. El 85 % del tiempo las familias lo pasan conectadas a una red de telecomunicaciones», cifra para subrayar la importancia que concede a los profesionales que representa, «pero peso a eso, somos los grandes olvidados. Debemos comunicar mejor nuestro trabajo», añade siendo conscientes de la paradoja de que quienes se dedican a garantizar que la sociedad esté conectada no sean capaces de hacerse ver ante ella. «Tenemos en Galicia los mejores ingenieros en el ámbito internacional y la Universidad de Vigo es una de las más prestigiosas del mundo en este campo, pero tampoco sabemos presumir de lo bueno que tenemos».
Fiel a su carácter reivindicativo, Martínez expone que como hay un arquitecto en los ayuntamientos, debe de haber también un ingeniero de telecomunicaciones para definir por dónde van las telecomunicaciones o cómo dotar de cobertura a toda la población. La misma figura la exige para cualquier ámbito gubernativo y legislativo para «dar coherencia y seguridad a la digitalización nacional, porque la tecnología avanza y evoluciona, no espera por las leyes. Nunca se va a poder legislar a la velocidad que avanzan las tecnologías, es imposible», advierte el presidente de los telecos gallegos.
Aunque apela a que los ingenieros de telecomunicaciones formen parte del corpus administrativo que da cauce legal a las tecnologías, recomienda «no tenerles miedo. Hay que dejar que avancen. El miedo a la tecnología no es más que un síntoma de desconocimiento».
Habla de la nueva revolución que supondrá el blockchain, la estructura matemática que permite almacenar datos, que es casi imposible de falsificar y que garantiza transacciones y acciones como el voto con la verificación pública de la misma red. «Es un antes y un después, va a ser un hito histórico, y el que no esté ya en el blockchain, se quedará fuera». Habla de su uso actual en la trazabilidad de la madera o la pesca, en la cría del mejillón, en el sector del vino... «Quizás es un concepto que la sociedad no entiende, pero aconsejo igualmente su uso, de la misma manera que no sabemos cómo van los bits de un punto a otro en una videollamada. Hay que darle uso», anima.
EN DETALLE
-¿Primer trabajo?
-Primero de camarero en Belfast, para mejorar mi inglés, y luego ya como ingeniero de telecomunicaciones en una empresa también de Irlanda del Norte.
-¿Causa a la que se entregaría?
-Me han encargado asumir las relaciones institucionales y comerciales del Colegio nacional y me gusta abrir los ojos a los demás hacia las nuevas tecnologías.