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Carlota Moon: «Vivía con miedo a la comida»

Begoña Rodríguez Sotelino
begoña r. sotelino VIGO / LA VOZ

VIGO

Oscar Vázquez

La joven «influencer» viguesa con trastorno de conducta alimentaria cuenta su experiencia con la enfermedad en el libro «Cómo un TCA te jode la vida»

03 feb 2024 . Actualizado a las 00:58 h.

Se hace llamar Carlota Moon, es viguesa, estudia Publicidad y Diseño Digital, tiene 21 años, casi dos millones de seguidores y un trastorno de conducta alimentaria (TCA), una anorexia que arrastra desde hace años pero con la que lidia con valentía cada jornada. Cuenta su historia en el libro que acaba de publicar. Su título es muy claro, no deja lugar a dudas: Cómo un TCA te jode la vida.

—¿Cómo se le ocurrió?

—El libro es cien por cien mi vida y la de otras muchas. Sabía que mucha gente se iba a sentir identificada, ayudada y no tan sola, en un proceso de recuperación o cuando estás sumergida en la enfermedad. Creo que lo estoy consiguiendo, porque las críticas están siendo muy buenas.

—Pero no es su primer libro sobre el tema...

—No, es el tercero. Me arriesgué a publicarlo yo misma con Universo de Letras, que es una empresa de Planeta para autoedición. En el primero ya cuento pinceladas del trastorno mezcladas con ficción, porque estuve enferma de adolescente y a los 19 años recaí. El segundo también es autobiográfico, pero sin centrarme en la enfermedad, hablando de la vida que llevaba hace dos o tres años. De lo que estoy muy satisfecha es de que se puede apreciar mi evolución, tanto personal como con la escritura.

—¿Cuándo empezó a ser preocupante su situación?

—La primera vez que fui consciente de lo que me estaba pasando tenía 14 años. Exactamente no sé cómo empezó porque suele ser multifactorial. En mi caso, siempre he tenido una personalidad muy perfeccionista y autoexigente, son rasgos que pueden influir. Estuve dos años muy mal y conseguí recuperarme, aunque no tanto como creía, porque al cabo del tiempo, estando en segundo de carrera, empecé otra vez a desarrollar conductas de trastorno alimentario. Empecé a restringir comidas y a hacer ejercicio compulsivamente, estaba en Madrid y tuve que regresar a casa de mis padres en Vigo. Llevo un año en ese proceso y estoy mucho mejor. Soy una versión totalmente nueva y reforzada de mí misma. Estoy muy orgullosa, porque acabé el año comiéndome una hamburguesa sin sentirme culpable. Todo un logro.

—Pretende ahora servir de apoyo a los demás, pero ¿cómo logró salir del pozo sola?

—Sola, no. Con el trabajo de psicólogos, nutricionistas y psiquiatras he podido llegar a entender la raíz del trastorno. Básicamente, lo que me ocurre es que en los momentos que hay descontrol en mi vida y no manejo mi realidad, me escudo en la enfermedad y busco esa relación tan tóxica con la comida, es lo único que en ese instante puedo dominar.

—¿Su relación con la comida cambió para siempre?

—Con los trastornos mentales nunca puedes decir que vas a salir completamente curada, hay muchos ejemplos de jóvenes que han salido limpios y reforzados pero se vive con ese miedo de saber que es tu talón de Aquiles. Lo bueno es encontrar las herramientas para detectar que la recaída está cerca y ser capaz de racionalizarlo para que no te domine algo tan básico como la comida. Yo vivía con miedo a la comida, pero se puede esquivar.

—¿Ha sacado algo positivo?

—Cuando estás entre la anorexia, la depresión y la ansiedad no eres capaz de valorar lo bueno, piensas que vale la pena adelgazar y lo demás no tiene valor, te da igual perder a tus padres, a tu pareja o a tu familia. La pulsión por adelgazar vale más, es una voz que te persigue y te intenta convencer. A mi me jodió la vida y me la sigue jodiendo a día de hoy, aunque en menor medida. Ojalá no hubiera pasado por esto, pero intento ayudar. Una lectora me dijo que el libro había sido para ella un abrazo al alma y ya solo por eso vale la pena.

—¿Cree que están conectadas las TCA con el seguimiento obsesivo de las redes sociales?

—Sí, hace falta más educación para entender que lo que se ve es una realidad paralela, una foto perfecta entre 200 malas, y las redes no ayudan. Yo no lo dejé, pero cambié el contenido sin centrarme en el cuerpo.