En marzo de 1904, Guillermo II se reunió con el rey Alfonso XIII con el fin de conocer la posición española ante el interés alemán por participar en el futuro reparto colonial de Marruecos
13 mar 2024 . Actualizado a las 02:14 h.El 15 de marzo de 1904, la ría de Vigo acogió el encuentro del káiser Guillermo II de Alemania y el rey de España, Alfonso XIII. Aquella cita suscitó el interés de los principales gobiernos europeos, lo que provocó que la ciudad recibiera a numerosos corresponsales de periódicos nacionales e internacionales. Entonces se publicaron razones muy distintas para explicar aquel encuentro. Desde que el rey estaba arreglando su futuro matrimonio con Victoria Eugenia de Battenberg, familiar del emperador alemán, hasta que el monarca prusiano quería conocer «un puerto tan ponderado de todos los marinos y declarado estación de los buques de guerra alemanes».
Con el paso del tiempo se supo que Guillermo II aprovechó un viaje para tantear al monarca borbón sobre el reparto de influencias europeas en Marruecos. Alemania quería acceder a ese territorio, aunque no lo consiguió ya que, en 1905, Francia y España se repartieron el protectorado del país africano en la Conferencia de Algeciras.
«El representante del Lloyd Norte Alemán en Vigo, señor Bárcena, ha recibido órdenes de la compañía relacionada con la llegada a Vigo del emperador Guillermo. Se ignora si desembarcará, pero en previsión de ello, el señor Bárcena ha contratado un vaporcillo», explicaba La Voz de Galicia el 12 de marzo de 1904. El emperador prusiano viajaba en uno de los trasatlánticos de la compañía, el Köenig Albert, escoltado por el crucero Prinz Friedrich Karl.
Una salva de 21 cañonazos anunciaba, a las dos de la tarde, la entrada de los dos buques germanos, que fue respondida desde el acorazado español Pelayo. Los dos navíos fondearon frente a Vigo y esperaron la llegada de Alfonso XIII, que entonces solo tenía 18 años. La representación naval española estaba encabezada por el yate real Giralda y los buques de la Armada Pelayo, Urania, Audaz y Vasco Núñez de Balboa, bajo el mando del almirante Viniegra.
La presencia del emperador alemán no evitó que se cumpliera el protocolo sanitario. Como ocurría con cualquier barco que entraba en la ría, el director de Sanidad se acercó al barco y encuestó a su capitán. Tras el trámite, el almirante Viniegra ya pudo cumplimentar al regio visitante.
Ya por la tarde de aquel 15 de marzo, Alfonso XIII llegó a la estación de Vigo tras una breve visita a la ciudad de Ourense. Ministros, diputados, el gobernador, la corporación viguesa (con maceros incluidos) y hasta la tuna compostelana esperaban al rey. El alcalde Pérez Boullosa recibía al soberano, que vestía uniforme de capitán general. Antes de acudir a su cita con su homónimo alemán, el rey visitó la colegiata, donde entró bajo palio y asistió a la interpretación de un Te Deum.
Ya en el muelle de A Laxe, tuvo lugar el primer contratiempo del evento. Estaba previsto que Alfonso XIII salvara la distancia existente entre el muelle y el yate Giralda en una balsa montada sobre doce barriles, amarrados con cuerdas y cadenas, y adornada con barandillas, según cuenta la prensa de la época. El viento era fuerte y, cuando el rey se disponía a saltar a la embarcación, esta se fue a pique. Los organizadores optaron por una lancha de la Armada.
Tras un breve descanso en el buque regio, Alfonso XIII se encontró con Guillermo II en el barco del alemán a las seis de la tarde para mantener un encuentro en solitario por espacio de 45 minutos, volviendo después el español al Giralda. Por aquello del protocolo, Guillermo II le devolvió la visita poco después. Esa misma noche, los dos reyes cenaron juntos abordo del Köenig Albert. Al día siguiente, los dos monarcas, vestidos de almirantes, realizaron una excursión por la ría, seguidos por varias decenas de vapores de pesca. Los barcos fueron hasta la isla de San Simón y regresaron por la orilla norte hasta la Borneira. En este punto, un vapor de pesca se acercó mucho al Vasco Núñez e impactó con él. El alcalde y otras autoridades resultaron heridas. El Melitón, que así se llamaba el pesquero, tuvo que ser varado en una playa de Cangas porque corría peligro de irse a pique. Tras comer en el Giralda, a las cinco de la tarde zarpaba el Köenig Albert con el káiser abordo. El rey Alfonso partió hacia Lugo al día siguiente.
Aquella visita originó numerosas anécdotas. El rey español fue abordado en dos ocasiones para solicitar su intermediación en asuntos relacionados con Vigo. Tras la visita al consistorio de la plaza de A Constitución, una mujer acompañada por sus cinco hijos imploró perdón para su madre, natural de A Guarda, que había sido condenada a muerte por parricidio. El día anterior, otra mujer entregó un escrito reclamando ayuda tras haberse quedado viuda por la muerte de su marido en el naufragio del vapor Esperanza.
Mientras duró la visita, desde Guixar al Berbés la ciudad lució por la noche numerosos farolillos de colores y haces de luz que proyectaban potentes focos eléctricos. La Diputación acordó conceder a Vigo y a Cangas, 6.000 y 500 pesetas, respectivamente, para engalanar las poblaciones.