Del «Mamá, envíame 800 euros» al alquiler del piso turístico inexistente

e. v. pita VIGO / LA VOZ

VIGO

XOAN CARLOS GIL

Casi la mitad de las denuncias que llegan al juzgado de guardia de Vigo ya son estafas telemáticas

17 may 2024 . Actualizado a las 00:36 h.

Numerosos ciudadanos llegan cada semana al juzgado de guardia de Vigo para denunciar que han sido víctimas de una estafa por internet. Ayer mismo, una perjudicada denunció en el Juzgado de Instrucción número 8 de Vigo que le habían timado 800 euros porque recibió un WhatsApp con un mensaje que le decía: «Mamá, soy tu hija, estoy en peligro, envíame 800 euros» por Bizum a ese número de teléfono. Es un clásico de los timos on line, mensajes que se mandan al azar y apremian al remitente a que envíe dinero urgentemente a un teléfono que no es el de su hija. La solución es llamar para comprobar si está bien. «Por increíble que parezca, la gente sigue cayendo en estas estafas», dicen fuentes judiciales.

Los timos por internet suponen ya «entre un tercio y la mitad de las denuncias que llegan al juzgado de guardia», afirma un experto. Los tribunales no solo tramitan casos de fraude de la hija con el teléfono roto sino también de otros, que según advierten fuentes jurídicas, están proliferando en los últimos meses. Se trata de los timos por el alquiler de pisos turísticos y de vacaciones inexistentes y el de compraventa de coches falsos.

El modus operandi de estas estafas de los pisos y los coches es similar. Primero, atraen al perjudicado con un anuncio que ofrece una ganga y que es el gancho para que este pique. Una vez que el interesado contacta con el timador, este le pide que pague una cantidad por adelantado, por ejemplo, dos meses de fianza para el piso o mil euros por el vehículo como señal de compra. El truco está en que ni hay piso ni coche (o el dueño es otro o no hay disponibilidad) y que el dinero adelantado se esfuma. Después, el estafador ya no coge el teléfono al cliente, que pierde su dinero y no recibe nada.

Desde el juzgado, admiten que las cuantías estafadas no son muy elevadas, de 500 a mil o dos mil euros, pero que lo que lo hace preocupante es la gran cantidad de personas que pican y van al juzgado a denunciar.

Para hacerse una idea de la magnitud de estas estafas telemáticas basta con examinar las estadísticas policiales del 2023. El año pasado, la comisaría de Vigo registró 3.184 denuncias por ciberdelitos, con un aumento del 42,8 % respecto al 2022. De estas denuncias, 2.682 fueron estafas informáticas y 502 otros delitos como sexting (difusión de fotos íntimas por WhatsApp y Only Fans), acoso a menores por otros escolares, grooming (un adulto finge ser un niño on line para abusar de menores) o amenazas.

Más de la cuarta parte de las denuncias (26 %) que se presentan en la comisaría ya son por ciberdelitos. Es un nuevo perfil de ciberdelincuente que opera beneficiado por el anonimato que le confiere Internet y sin levantarse del sofá de su casa saca dinero fácil instantáneamente engañando a cientos de usuarios en toda España que se interesan por el mismo producto falso que pone a la venta en una página web de anuncios. Otras veces, estos timadores sacan dinero a mujeres y hombres de mediana edad con los que fliltrean por internet fingiendo amor y afecto con el único plan de sacarles hasta el último céntimo. Hablamos de miles de euros.

De todos modos, la ciberestafa a escala industrial requiere de más personas intermedias que juegan distintos papeles. El timador profesional contrata a mulas o colaboradores que, a cambio de una comisión, reciben el dinero defraudado en las cuentas bancarias registradas a su nombre (lo que les convierte en carne de cañón para ser detenidos e ir a juicio) y lo reenvían a otras distintas, las llamadas cuentas puente, hasta que, en 48 horas, se pierde la pista a los fondos, que suelen acabar en países del extranjero.

A esta categoría pertenecen los defraudadores de phishing, que engañan a los clientes de banca para sonsacarles su contraseña de la cuenta bancaria y desvalijarla. Otro caso es la denominada estafa del CEO. El ciberdelincuente envía un correo a una empresa fingiendo ser el director general que ordena a sus contables que ingresen un pago de miles de euros a un proveedor en una nueva cuenta.

La inteligencia artificial (IA) previsiblemente multiplicará los ciberdelitos por la facilidad con la que esta tecnología imita las voces e imágenes de personas. Los jáquers éticos Antonio Fernandes y Daniel Fernández mostraron en marzo en el congreso RootedCon de Madrid lo fácil que es recrear la voz de un ejecutivo «robada» a un miembro de una empresa allí presente.

La Audiencia Nacional condena a un nigeriano que hizo timos en Vigo y otras 14 ciudades

Muchas de las estafas en compras de coches o los alquileres de pisos turísticos por internet tienen una segunda parte desagradable. Algunos de estos casos han llegado a juicio. El timador suele pedir el carné de identidad al cliente y luego usa sus datos sin consentimiento para montarse una identidad falsa con la que estafar a otras víctimas. En otros casos, como una sentencia del 14 de febrero de la quinta sección de la Audiencia de Pontevedra, con sede en Vigo, el condenado es el cliente. Se trata de un casero que puso un anuncio para el alquiler turístico de un piso y recibió una llamada de un posible cliente interesado. El casero le ordenó pagar 300 euros de fianza pero el cliente, mediante una artimaña, le convenció para que el propietario le facilitase su cuenta bancaria para ingresar el importe. Lo que hizo fue quitarle los 300 euros al dueño. La Audiencia le impuso una multa de 240 euros por una estafa leve y la devolución del dinero.

En otro juicio, la Sección Tercera de la sala de lo Penal de la Audiencia Nacional, en una sentencia del 10 de abril, ha condenado a un nigeriano de 56 años a 20 meses de cárcel por estafa informática, pertenencia a grupo criminal y blanqueo de capitales. Fue investigado entre el 2013 y el 2016 por hacer timos en Vigo (en el 2015) y en otras 14 ciudades de España. La Brigada de Extranjería (Ucrif) de Madrid le seguía la pista desde el 2015. En total, le acusan de estafar seis millones de euros. Lo localizaron en Londres y lo extraditaron.

Formaba parte de una banda que operaba desde el 2013 en Nigeria y España, y se cree que tenían más infraestructura en Turquía y el Reino Unido. Suplantaban la identidad de las víctimas de internet y usaban el engaño para obtener las credenciales de acceso a las cuentas de correo electrónico de los perjudicados. Luego, accedían a sus cuentas bancarias, se hacían pasar por los titulares y realizaban transferencias de dinero a cuentas abiertas por las multas, que cobraban comisiones del 5 al 20 %. Incluso intervenían en contratos formalizados por las víctimas para suplantarlas y ordenar pagos y transferencias en otra cuenta de destino. Los miembros de la banda redactaban «hojas de confirmación» para acreditar los beneficios que enviaban a Nigeria.