La sopa de letras que nunca funcionó

E. V. PITa VIGO / LA VOZ

VIGO

CAPOTILLO

La falta de visitantes marca la historia del museo Verbum o Casa das Palabras desde que se creó hace 21 años con 12 millones de euros

23 oct 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Más de dos décadas después de su inauguración, la Casa das Palabras o el Verbum dejará de existir como tal. Cambiará su contenido sobre comunicación humana para ser el museo de la historia y la arqueología de Vigo. Dejará de ser una sopa de letras que no despertaba interés en la mayor ciudad de Galicia y la que edita el 75 % de los libros de la comunidad. El proyecto, obra de César Portela y ubicado en Samil, fue promovido por Carlos Príncipe y costó 12 millones de euros, de los cuales el 75 % fueron financiados por fondos europeos. Se especializó en el mundo del lenguaje y el entonces alcalde Lois Castrillo lo inauguró el 25 de abril del 2003. Su planteamiento era ambicioso: desde organizar charlas con escritores como el premio nobel José Saramago hasta la difusión del patrimonio inmaterial. Aspiraba a contabilizar 150.000 personas al año.

Sin embargo, el museo se convirtió desde sus inicios en una caja vacía que apenas atraía a mil visitantes al mes o 33 al día. El hecho de que se cobrase una entrada de cinco euros hundió la asistencia. Años después se volvió a la gratuidad y la taquilla siguió cayendo en picado. El Verbum generó déficits de 730.000 euros al año, por lo caro de su mantenimiento, mientras obtenía cifras muy bajas de visitantes, infladas con actividades paralelas que nada tenían que ver con la exposición permanente. Una vez vista la muestra de la Casa das Palabras era raro que el visitante repitiese. Solo las visitas escolares programadas le daban oxígeno y, cuando muchos aparatos estaban estropeados, pocos iban.

Para enderezar el barco que se hundía, los sucesivos directores, como Lois Cea, lanzaron planes estratégicos para mejorar la oferta con exposiciones y talleres de cómic o firmando convenios con la Universidad de Vigo. Incluso se abrió un café con actividad cultural. No hubo éxito.

A ello se sumaron las sospechas de que el Concello de Vigo estaba contando entre los 13.000 visitantes al año de media, a los miles de corredores de la medio maratón Vig Bay que acudían a la planta baja a recoger su dorsal.

Desde el inicio se cuestionaron la idoneidad de elegir la ubicación del museo en el aparcamiento de Samil y que estuviese dedicado a las palabras. Esta instalación monográfica cuenta con 29 cubos que abordan las letras, los sonidos, los símbolos, el lenguaje, el oído o las señales. Se trata de una única exposición interactiva distribuida en cuatro pisos que apenas renovaba su contenido. Se probó a cambiar algunos cubos mediante la fórmula del padrinaje. La sensación de muchos vigueses es que siempre estaba vacío, a lo que contribuía su ambiente en penumbra. Una sala de exposiciones es una opción para entretenerse en una tarde lluviosa y venteada, pero no si está en una alejada playa.

Geométricamente, el Verbum es un hipercubo, porque una caja atraviesa las cuatro plantas del cajón que la contiene. El lenguaje arquitectónico evoca las cuatro dimensiones. Este envoltorio de lujo, tras la reciente decisión del Concello de Vigo, acogerá ahora las piezas de interés histórico de la ciudad. Esto podría atraer a turistas o peregrinos que hagan cola para ver una obra maestra en una exposición temporal. 

Un museo del siglo XX

Uno de los fallos que se le puede atribuir a la Casa das Palabras es que nació como un museo diseñado para el público del siglo XX y predicó en el desierto en un mundo donde los niños y adolescentes se comunican por Tik Tok o ChatGPT. El Verbum ni se renovó ni entendió que la comunicación humana cambió en la era de internet y que los espectadores caminan ahora sobre escenas de realidad inmersiva.