El refugio vigués del lujo en el vestir

Begoña Rodríguez Sotelino
begoña r. sotelino VIGO / LA VOZ

VIGO

Oscar Vázquez

Pino Domínguez, responsable de la tienda de moda Max-B, inició junto a su hermano Francisco en su primer local, Charme, una trayectoria impecable enfocada hacia la clientela que busca la excelencia

16 nov 2024 . Actualizado a las 02:21 h.

Pino Domínguez era un veinteañero emprendedor e interesado por el mundo de la moda que en su Ourense natal soñaba con hacerse un hueco en un sector, el de las marcas de lujo, que ni existía en aquel momento en Galicia. Él y su hermano Francisco fueron pioneros en la introducción de firmas que aún había que ir a comprar fuera. El primer Polo Ralph Lauren o el primer Loewe que se vendió en Vigo pasó de sus manos a la de alguno de sus clientes ávidos de novedades de alto standing.

Su primer negocio lo abrieron en 1984 bajo el nombre de Charme. Estaba en el número 93 de la calle Urzaiz. Diez años más tarde llegó Max-B en el 2 de la Gran Vía viguesa. Al principio convivían las prendas de hombre y mujer juntas en el local original, y luego, cada hermano se ocupó de una. «Charme se especializó en moda masculina con Fran al frente y yo en la femenina, aquí en Max B», cuenta el profesional que, como recuerda, arrancaron en un momento muy fuerte de la moda en Galicia, con unos creadores maravillosos en plena eclosión, como Adolfo Domínguez y Roberto Verino, con la plataforma Galicia Moda y apoyados también por la moda nacional que en aquel momento era muy potente con las pasarelas internacionales Cibeles y Gaudí», repasa. «La primera vez que la pisé quedé impresionado con el nivel del evento y del producto, había una calidad fantástica», dice en relación al salón barcelonés.

El apoyo al sector en el entorno gallego también era esencial para crecer, «era la credencial de que aquí se hacía una moda muy buena, con gente muy seria y unas calidades fuera de lo común, con una sastrería impecable», asegura el vigués de adopción. Domínguez continuó creciendo con una receta infalible: «Mucho trabajo y disciplina». Pero advierte que no tenía tan claro el enfoque a seguir. «La alta cocina puede ser un guiso casero bien hecho. Hay muchas empresas que han sido excelentes y ya no existen. Nosotros empezamos con una idea que en aquel momento era muy válida, pero nos fuimos adaptando a las necesidades del mercado y de la ciudad, porque somos conscientes de donde vivimos», indica el empresario que trata de tú a tú a los responsables de los talleres artesanales de las firmas de lujo con las que trabaja fundamentalmente en Italia y Francia: Fendi, Chloé, Gucci, Prada, Armani, Bottega Veneta, Balenciaga, Celine, Ives Saint Laurent, Valentino....

Una imponente puerta de acero separa al potencial consumidor de moda en el vestir (ropa, calzado y accesorios) de un mundo de lujo que le espera al otro lado. Pino Domínguez está seguro de que esa barrera no es tan elevada y que, aunque obviamente su mercancía es de alto nivel, también se pueden encontrar vaqueros de marcas exclusivas al mismo precio que en otras tiendas que no llevan el apellido lujo escrito en el escaparate.

En la evolución de Max-B hay saltos cualitativos. Arrancaron «cuando aún había muy buen comercio pero estaba desapareciendo, como me pasará a mí, que no tengo relevo detrás», lamenta.

«En los 90 no teníamos competencia y nos conocían por el sport porque no había esa franja. No existía, por ejemplo, Inditex», reflexiona. Cuenta que lo descubrió paseando ante una tienda de la que salía música y un estilo nuevo. «Me impactó por la novedad y lo incorporé, pero rápidamente hubo que irse a otra cosas, estamos siempre innovando porque el producto de excelencia exige más y vale para todo el mundo. Hay quien compra seis carteritas baratas y al final no tiene nada y hay quien prefiere lo que perdura y se revaloriza como el arte», razona.

En la evolución de Max-B ha habido fases que le han hecho modificar sus bases, desde el momento en que empieza a aparecer la importación y las grandes superficies hasta cuando en el norte de Portugal estaba su mejor y más numeroso público. Esa etapa no desapareció del todo, pero se difuminó porque empezó a llegar de forma masiva al otro lado de la frontera, lo que los ciudadanos lusos acudían a buscar a Vigo.

Aun así, Pino asegura que el movimiento que genera el devenir vigués es más que suficiente en su refugio de exclusividad. «Es una ciudad atractiva para toda Galicia porque es moderna y, aunque le pongamos peros, es una urbe cosmopolita, de trabajo, dinámica y próspera si pones tu empeño en lo que haces», argumenta. El responsable de Max- B indica sobre el público en el que se enfoca su negocio, que «siempre hay clientela que demanda calidad, compra menos, pero prefiere esperar a tener algo bueno», afirma.

Desde 1984

Dónde está

Gran Vía, 2. Vigo