La huella imborrable de un emigrante suizo en una casa de Vigo

alejandro martínez VIGO / LA VOZ

VIGO

M.MORALEJO

Edmundo Schwarz, dueño del antiguo Sanatorio Pepiño, dejó en su vivienda de Teis grabados con su pasión a la poesía

07 ene 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

En Teis, queda la huella imborrable de un suizo emprendedor que abrió en A Guía un conocidísimo merendero y sala de banquetes. Se llamaba Sanatorio Pepiño.

Edmundo Schwarz Rodríguez falleció en 2021 a los 87 años, pero su legado permanece en la vivienda que construyó en el Camiño de Espiñeiro. Allí viven dos de sus hijas que, al jubilarse, volvieron del país alpino a la tierra donde su padre tenía sus raíces. «Para trabajar y no vivir, Suiza, pero desde luego que, como jubilada, España», comenta Elisabeth.

El padre de Edmundo era suizo y su madre gallega. Él nació en San Xoán do Monte, pero vivió parte de su infancia en la zona del Toural de Teis. Huyendo de la tuberculosis, emigró a la tierra de su padre, donde desarrolló una carrera empresarial. Comerció con muebles antiguos y también se dedicaba al alquiler de billares, lo que le permitió hacer negocios con centros españoles en Suiza. Fueron algunas de las actividades que desarrolló para, poco antes de jubilarse, regresar a su tierra natal y abrir el merendero Sanatorio Pepiño, que han disfrutado y queda en el recuerdo colectivo de varias generaciones de vigueses.

Pero Edmundo era además un artista, un filósofo, un amante de la escritura y también de la música. Elisabeth recuerda sus cualidades creativas. «Dirigía un coro, cantaba, tenía muy buena voz y escribía las letras de las canciones», afirma.

Testimonio de la faceta más personal de Edmundo son las tres grandes tablas de mármol con sus escritos grabados «con mis manos y mi corazón» y un busto de su persona que él mismo encargó a un escultor. Están colocados en la entrada de su vivienda en el camino de Espiñeiro. Una de las tablas está dedicada a su mujer, Lourdes, y muestra lo profundamente enamorado que estaba de ella. «Mi reina y yo hicimos un palacio. Se llama Villa Lourdes, es el nombre de mi reina».

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La segunda tabla es un homenaje a la ría de Vigo, a la que define como «la más privilegiada del planeta». «Mil veces gracias por salvarnos la vida en tiempos de miseria. Siempre tenías algo para darnos de comer. Cuánto nos diste, qué mal te pagamos», expresa. Por último, dejó grabado en otra pieza de piedra plana unas letras de pesar por la catástrofe medioambiental del Prestige, con un agradecimiento expreso a los voluntarios que llegaron de todas partes para limpiar las costas de chapapote. Escribe que el petrolero trajo a Galicia «miseria, tristeza y dolor, pero entre todos hemos vencido a la maldita marea negra y ya podemos comer nuestros manjares, pescado y marisco fresco».

Legalización

Abstraído en sus inquietudes, había otros aspectos más terrenales que no le preocupaban tanto. Uno de ellos era la situación de su vivienda de Teis que, finalmente, su hija Elisabeth ha podido resolver de manera satisfactoria tras un largo proceso en el Ayuntamiento. «Él era filósofo, las cosas materiales no le interesaban en absoluto. Andaba en las esferas», comenta su hija. Por ese motivo, al fallecer su padre, se dio cuenta de que «había cosas sin arreglar» y estuvo medio año ordenando papeles.

En el Consello de la Gerencia de Urbanismo se dará cuenta hoy de la declaración en régimen de fuera de ordenación de la vivienda, así como del otorgamiento de la licencia de primera ocupación. Un técnico municipal pudo constatar que la edificación no se había ajustado a las condiciones impuestas en la licencia que fue otorgada en 1996. Señalaba que la planta que debería ser sótano sobrepasa la rasante del terreno en la parte posterior de la parcela y que la vivienda dispone de una planta bajo cubierta no autorizada, mientras que la cubierta actual cuenta con dos casetones no contemplados.

Pero la antigüedad de las obras de construcción de la vivienda unifamiliar es superior a los seis años. «Polo tanto, respecto as mesmas produciuse a caducidade da acción municipal de protección da legalidade urbanística», señala el expediente.

Cuatro años después de su fallecimiento, ya tiene la vivienda legalizada a su nombre, cuestión que en su momento no le quitó el sueño, pero que ahora sus descendientes han conseguido regularizar para seguir disfrutando de su jubilación en la tierra que vio nacer a su padre.