El baionés que levantó con sus propias manos el santuario del Monte Boi pide ayuda para conservarlo

A.Martínez / M.Torres BAIONA / LA VOZ

BAIONA

Alejandro

Isaac Carneiro Refojos, de 89 años, ha dedicado más de veinte a levantar el singular altar sobre el océano

24 jun 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

El santuario de Isaac Carneiro Refojos es una obra de fe y sacrificio. Este marinero baionés de 89 años ha dedicado los últimos veintidós a construir con sus propias manos y medios un singular espacio en Monte Boi que ya forma parte de la identidad del paseo más emblemático de la villa.

Armado con su inquebrantable fe y su pasión por el mar, Isaac ha levantado un majestuoso santuario sobre el océano del que, a diario, disfrutan decenas de personas. Sus problemas de movilidad le obligan ahora a depender de un vehículo eléctrico para desplazarse y la orografía de este singular enclave no facilita el trabajo. «Comencé a arreglar este espacio hace veinte años y tuve que remover hasta las piedras, pero mi salud ya no me permite mucho. Ojalá aparezca alguien que me quiera echar una mano para conservarlo porque ahora está muy abandonado», deja caer este marinero jubilado con la ilusión y la sonrisa intacta.

Recientemente, colocó una placa de agradecimiento en el santuario dedicada a Santa Liberata y a San Telmo, en reconocimiento a los favores recibidos, que fue costeada por un vecino de Baiona, demostrando que el espíritu comunitario aún persiste en el municipio. Isaac narra con devoción el episodio que recuerda la placa. «Lleva la fecha del 15 de abril de 1848 porque ese día salvó a unos marineros a los que pilló un temporal tan fuerte que se tuvieron que dejar ir. La embarcación también se llamaba San Telmo y el mar los echó aquí de vuelta, sanos y salvos», afirma. Explica cómo «cuando no había ni luces ni faros ni barcos a motor, solo botes de remo ya vela, los marineros le rezaban a San Telmo cuando entraban y salían del mar».

Es la pequeña gran obra de un vecino del casco viejo de la villa ante cuyas figuras religiosas muchas personas anónimas colocan flores o velas encendidas.

Carneiro se jubiló en el año 2001 y un día observó con pena cómo unos vándalos acabaron con la imagen de Santa Lucía que estaba junto al mirador construido por el Concello, a pocos metros de la figura de San Telmo originaria de la fortaleza. Tenía otra escultura guardada en un armario de su casa y decidió ponerla en su lugar. Ese fue el comienzo de la existencia de uno de los rincones más personales del municipio. Lo suyo fue un trabajo de hormiga. La constancia le hizo mover toneladas de tierra que cubrían la roca, tapar agujeros con masilla para impedir que volvieran a crecer los hierbajos y facilitar el acceso hasta las imágenes religiosas. Construyó escaleras y pasamanos, puso banderas, decoró las piedras con motivos marinos, plantó árboles y también canalizó las aguas pluviales dentro del entorno.

Su voluntad puede más que los problemas para desplazarse. Llegar hasta este extremo es un sacrificio que ve recompensado cuando observa las imágenes que ha colocado de Fátima, el Corazón de Jesús, la Virgen del Carmen, la Virgen del Pilar, Santa Ana, San Antonio, Santiago el peregrino...

La dedicación y obra de Isaac ha conmovido a miles de personas durante todos estos años. Además de acudir a llevar flores o a rezar, se sacan fotografías de recuerdo. En varias ocasiones ha sufrido también actos vandálicos, pero su perseverancia y espíritu logró que se pudieran reponer las piezas dañadas. Su mayor ilusión sería que alguien devoto continuase su labor, manteniendo el lugar en buen estado de forma voluntaria, como ha hecho él de manera callada.