Por primera vez quedará un retén para asistir los casos graves
31 jul 2020 . Actualizado a las 05:00 h.El único comedor social de Cangas regentado por la asociación de caridad Santiago Apóstol, cierra hoy sus puertas para dar un aire a las instalaciones como suele hacer en verano. La novedad respecto a otros años es que en esta ocasión tendrá que quedar una persona para repartir comida entre la población más vulnerable, una situación que nunca se había producido.
«Tenemos mucha preocupación, porque hay familias que no tienen nada. Tal es la situación que a veces tenemos que comprarles una tarjeta para desplazarse al médico a Vigo. Son las que más me preocupan. Dejaremos comida congelada y la persona que queda les irá entregando lotes», explica la responsable de la entidad, Ángela Rodas. No obstante, habrá dos días de reparto, el 13 y el 27 de agosto.
La asociación distribuye una media de cien comidas diarias y atiende en total a unas 180 personas. La mayor afluencia de usuarios se produce a partir de mediados de mes. «Al principio, cuando cobran, pueden acudir unas sesenta personas, pero a medida que avanzan los días llegan a superar las cien hasta el punto de quedar vacíos los almacenes», dice. Desde que se inició la pandemia tienen cerrada la estancia por motivos sanitarios. En su lugar reparten los alimentos en táper y bolsas.
Sacar adelante el comedor no resulta ni mucho menos fácil. En la actualidad están a la espera de recibir una ayuda de la Xunta que les permita comprar el local al banco que se hizo con él en la anterior crisis económica.
«A ver si tenemos buenas noticias de la Xunta. Hemos solicitado una ayuda y dice que igual nos da el 80 % del valor. El banco nos pide algo más de cien mil euros. Si no nos llega el dinero que nos den, tendremos que pedir un préstamo para pagar el resto», apunta Rodas. Aclara que debido al nombre de la asociación, mucha gente piensa que pertenecen a alguna iglesia y no solo no es así, sino que no reciben un euro.
«Nos arreglamos con lo que nos da el Banco de Alimentos y la Comunidad Europea, y también con la colaboración de algunos establecimientos de la zona, como Eroski y las panaderías Iglesias y Cal», añade. También colabora con productos higiénicos la asociación de personas afectadas de cáncer de mama y ginecológico, Adicam, y a veces les echa una mano en el reparto los evangélicos, lo que les da tranquilidad.
La Xunta les concede en torno a 35.000 euros anuales, pero debido a la gran demanda, a veces se les van en el primer semestre.
Los socios no son muchos. Por eso hace una llamada para que la gente colabore. «Solo tienen que ir a Abanca o al Santander e ingresar lo que sea, dos euros, cinco... Lo que sea nos viene bien».
Aunque sabe que al Concello no le sobra el dinero, le pide que se sacrifique un poco. Sin querer herir a nadie, cree que es justo agradecer lo que hizo por la asociación José Enrique Sotelo. «Si existe es gracias a él».
A veces Ángela Rodas se siente muy sola y está deseando que alguien le dé el relevo tras sus 30 años dedicada a la caridad.