
Lola Álvarez emparentó con la profesión de comerciante al casarse con Juan Cancelas, que encarna la tercera generación de una saga iniciada hace 90 años por su abuela, Benigna, con una taberna-tienda
25 oct 2019 . Actualizado a las 05:00 h.Lola Álvarez Costa (San Martiño de Moaña, 1959) lleva toda su vida laboral detrás del mostrador. Pertenece a una familia de comerciantes de la que pasó a formar parte cuando se casó con Juan Cancelas Collazo, el sucesor de una estirpe de vendedores. Benigna Piñeiro, la abuela de su marido, comenzó en los años 30 del siglo pasado con una de aquellas tabernas-tienda de la época en las que despachaban productos básicos de alimentación y también funcionaban como bar.
Lola cuenta que en los años 50, cuando su suegra, Maruja Collazo Piñeiro, tenía 19 años, montó una mercería en la calle Concepción Arenal, pero al casarse se hizo una casa en la calle Ramón Cabanillas y la trasladó al bajo de la vivienda. Lola, también con 19 años, se casó con Juan. Al poco tiempo se quedó embarazada y mientras él terminaba sus estudios, la madre de su marido le hizo un hueco a su lado y con ella aprendió todo lo que hay que saber para llevar un negocio. La comerciante recuerda que la tienda, como casi todas las de Moaña y de todos los pueblos, tenía un poco de todo, y además de artículos típicos de mercería vendían prendas de vestir, ropa interior y calzado. «Tamén vendía máquinas de coser e entón Refrey ofrecía clases gratis de bordado para aprender a usalas»,
Actualmente mantiene la sección dedicada a la ropa interior pero es, sobre todo, una mercería de las de toda la vida donde también despachan telas. Con el tiempo, la pareja unificó sus cometidos y cada uno se ubicó en su mostrador. Lola se quedó con la parte de mercería en el local de Maruja, y Juan se llevó toda la parte de hogar al de Benigna. «Como facíamos cortinas e roupa de fogar, collimos dúas empregadas para os encargos, pero veu a crisis e afundiunos. Agora imos aguantando grazas a que os locais son nosos, senón non seríamos capaces. A ver se chegamos á xubilación», duda.
Lola cuenta que para reciclarse intentaron probar con nuevos artículos, por ejemplo, las lanas, que le pedía mucha clientela cuando se reactivó el bum de la calceta y entonces nadie tenía ya porque todas las tiendas de lanas de Moaña se habían ido al garete. Pero la moda aflojó y aunque sigue manteniendo ese apartado, lo que más genera ahora es una paleta de tonalidades cromáticas que hacen que su tienda sea la más alegre y colorida de toda la villa.
Álvarez también se queja del daño que les hacen las compras online. «A xente pide por Internet as cousas máis absurdas. Antes cando viña o de Correos case sempre era para min. Agora o vexo parar enfrente da miña porta e xa sei que para aquí non é. É para a metade do vecindario. E non para», reflexiona con humor.
En el local que regenta su marido, Moda Hogar, también entró la recesión en forma de nuevos tiempos para casas con poca tela en todos los sentidos, sumiendo en la depresión a un negocio en el que confeccionan edredones y cortinas. «O de encortinar os cuartos acabouse. Nadie gasta nese apartado porque os soldos non dan para iso e as prioridades cambiaron, prefiren gastar en ocio. Vérdense os estores de screen, pero xa veñen feitos de fábrica», puntualiza.
La tienda que lleva con ayuda de dos empleadas, no tiene nombre. Fuera hay un cartel que reza: Mercería. «Non lle puxen nada porque todo o mundo lle chama ‘a de Maruja de Benigna’», argumenta la comerciante, que recuerda que hace seis años, la Xunta le entregó su marido el galardón al comercio más longevo y con más historia de la agrupación del pequeño comercio de Moaña (Acimo). Ambos empezaron a la vez, pero Juan lleva el que abrió su abuela, por eso el diploma fue para Moda Hogar. «Pero eu sei dos dous», asegura la mujer. «Lle axudo a comprar, lle dou ideas para decoración que lle pide a xente... eu ando de arriba para abaixo e el controla solo o seu», aclara. Lola descarta que haya relevo. Duda que haya cuarta generación de comerciantes. Su hijo es profesor de gallego y su hija, que estudió Traducción e Interpretación, se casó con un polaco que conoció de Erasmus y viven en Alemania.
Dónde está
La mercería «a de Maruja de Benigna» que lleva Lola está en Ramón Cabanillas, 102; y la tienda de hogar que lleva Juan, en Concepción Arenal, 104.