La abuela de Mos: «Voy ganando belleza con los años, y con 104 ya estoy tan guapa por fuera como por dentro»

Monica Torres
MÓNICA TORRES MOS / LA VOZ

MOS

Óscar Vázquez

Jesusa Ramilo mantiene una memoria y un humor envidiables

23 mar 2023 . Actualizado a las 10:27 h.

El mayor mérito de la abuela de Mos no es cumplir años sino saber vivirlos bien. Con 104 recién cumplidos, Jesusa Ramilo Cruces mantiene una más que aceptable salud física, una mejor salud mental y una salud emocional envidiable. Posiblemente sea esta la que le permitió dejar de contar el paso del tiempo y dedicarse a disfrutarlo.

«Voy ganando belleza con los años, y con 104 ya estoy tan guapa por fuera como por dentro», bromea la cumpleañera.

Asegura que su secreto para una vida longeva es «comer bien y de todo, mantener siempre la serenidad y trabajar mucho» mientras dobla calcetines. No madruga porque, como lo que más le gusta es «reír, estar de fiesta y las reuniones con la familia», no pierde oportunidad. No hay noche en la que la velada no se prolongue hasta la una de la madrugada. Después de cenar, disfruta viendo la tele y hablando con su hija Mercedes y su nieta Manoli. También las ayuda con las labores domésticas. «Hago lo que puedo, como pelar patatas o desgranar habichuelas, aunque sentada porque me fallan un poco las rodillas», dice con naturalidad la mujer más mimada de esta familia.

Nació el 8 de septiembre de 1918, en plena Primera Guerra Mundial. Vivió la segunda, la Guerra Civil y superó también el covid, Ha tenido que lidiar con grandes adversidades que afrontó siempre con la bondad que transmite. Con una hija, una nieta y dos bisnietos, advierte sin perder nunca el humor que le gustaría llegar a conocer a sus tataranietos. Jesusa era de las más pequeñas de los once hijos que criaron Manuela y Avelino. Su madre fue de criada a casa de Avelino, que acababa de enviudar con tres hijos. «Tan buena era, que su suegro le dijo a mi padre: ‘O te casas tú con Manuela o me caso yo’», recuerda.

Lo que peor llevó era lavar la ropa de sus hermanos. «Tenía que ir al río y lavar todo a mano, así que me reventaban de frotar tanta ropa», dice. El capítulo más duro llegó cuando no había cumplido los 20. «En mi vida todo fue bueno, menos la desgracia de quedar sin padre y poco después sin un hermano. A mi hermano porque Dios quiso, que murió de enfermedad, pero a mi padre lo asesinaron en un atraco cuando iba de camino a la feria de Tameiga», relata Jesusa.

Poco después llegaría Evaristo, el amor de su vida y, con él, la primera lavadora que hubo en el barrio de Herville y la primera máquina de escribir «porque era un adelantado a su tiempo». Hace 7 años que enviudó. La memoria de esta superabuela es tan prodigiosa que recita decenas de refranes y versos. «Sabe Deus de hoxe nun ano onde estará este meu corpo; ou aquí ou noutro lado, ou na sepultura morto», contesta. Todos cuantos la quieren la emplazan ya para los 105.