El abandono de la calle de Vigo donde vivía la mujer asesinada en O Porriño

alejandro martínez VIGO / LA VOZ

O PORRIÑO

M.Moralejo

Los residentes piden humanizar la calle y controlar el tráfico y los vertidos

17 mar 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Todavía se conserva el precinto policial de la casa en ruinas que okupaba la mujer asesinada en O Porriño. Judith Muñoz González vivía allí con su pareja, que tenía una orden de alejamiento de ella y que, según cuentan los vecinos, se marchó del lugar para que no lo relacionasen con el crimen. La casa con el techo derruido es una muestra del abandono de una calle que durante los últimos años ha alimentado la crónica de sucesos de la ciudad. Aquí ha habido de todo: acuchillamientos, peleas, robos y redadas contra el narcotráfico. Algunas casas están tapiadas. Según un informe del Ministerio del Interior publicado a finales del año pasado, esta calle es una de las más afectadas por el fenómeno de la okupación.

La calle Redomeira se ha ido convirtiendo en un lugar marginal porque nunca ha estado en el punto de mira de la inversión municipal. Discurre paralela a la calle Aragón, pero es como si estuviera en el lugar más apartado de la ciudad. Lo dicen los vecinos, que denuncian el estado de abandono general de la calle.

La Federación de Vecinos se hizo eco de las quejas y presentó un escrito en el Ayuntamiento. Han logrado la limpieza del lavadero que siguen usando algunas personas, así como el arreglo de un bache. Pero lo que reclaman los residentes de la zona es que se dejen de poner parches y se acometa un plan de humanización para reformar toda la calle. «Queremos que se atiendan las demandas de los vecinos y que se asfalte toda la calle», señala la presidenta de la federación, María Pérez, que acudió a la avenida acompañada por representantes de otras asociaciones de vecinos del municipio como las de Lavadores, Coia o A Salgueira, que conforman las brigadas vecinales cuya misión principal es detallar las situaciones de abandono que se produzcan en los barrios y parroquias de la ciudad.

Una vecina de la zona que es muy activa en las redes sociales denunciando la situación del barrio señala que en la calle Redomeira «desbrozan a maleza do borde de cando en vez, e pouco máis».

Uno de los problemas que padecen en este punto de la ciudad son las constantes averías en el sistema del abastecimiento de agua. Eso hace que los cortes en el suministro se repitan con frecuencia. Las tuberías se encuentran obsoletas y creen que cualquier reforma de la calle debería pasar por la renovación de todas la canalizaciones. La avenida tiene accesos peatonales inseguros. Los peldaños de las escaleras que conectan la zona del lavadero con la calle Aragón se mueven al pisarlas, lo que constituye un riesgo de caídas.

Respecto al fenómeno de la okupación, una ciudadana que vive allí afirma que se trata de personas que no dan problemas y que están perfectamente integradas en el barrio. No opina lo mismo otra residente de la zona que ha remitido sus quejas a la Federación de Vecinos Eduardo Chao. Asegura que la calle «está tomada por okupas-narcotraficantes que campan a sus anchas. Salen a la calle en plena noche, amenazando a los vecinos a gritos. Algunos tienen hasta su propia plantación, suponemos que de marihuana, en el sótano. Es un escándalo cómo iluminan la noche».

Lavadero

Los vecinos denuncian que el punto de basura que se encuentra al lado del lavadero, a la altura del número 108, es utilizado a diario por muchos vecinos como punto limpio. Abandonan la chatarra y los muebles que ya no les son útiles con total impunidad y sin llamar al servicio de recogida del Ayuntamiento. «Ahí mismo desmontan sus muebles o electrodomésticos a martillazos, dejando desperdigados sobre la carretera, por lo que la invaden, impidendo el paso de los coches en muchas ocasiones», señala una vecina que ha presentado escritos ante el Ayuntamiento de Vigo.

Los contenedores son utilizados como basurero de manera habitual por muchos vecinos que vienen en coches y furgonetas a depositar lo que debería ir a puntos limpios, aprovechando que es una calle solitaria y no les ve nadie. «Hay gente que directamente vacía sus bandejas de comida en los contenedores sin ninguna bolsa de protección, con el olor que eso supone para los vecinos que tienen sus ventanas a cinco metros. Por no mencionar las ratas, que agujerean los contenedores por debajo, y los mosquitos», señala.

Los vecinos denuncian que el asfaltado se encuentra en un estado deplorable. Es un callejón muy estrecho por el que se permite el paso de cualquier tipo de vehículo. La vía está llena de agujeros, baches, roturas y parches. En muchos tramos las aceras están completamente destruidas. «Llevo desde el 2022 solicitando el asfaltado de la misma, sin respuesta de ningún tipo», dice una ciudadana. También consideran que hay inseguridad vial porque a diario hay coches, motos, patinetes y bicicletas que circulan en dirección contraria, con el consiguiente peligro. «La policía no pasa por esta calle ni por casualidad», protesta una residente. Además, aseguran que el lavadero es un foco de botellones, adolescentes suben al tejado, hay escondrijos de drogas, o simplemente yonkis consumiendo a plena luz del día, justo al lado de un colegio de primaria donde acuden niños de entre 3 y 6 años.

Los vecinos también se quejan de que el colegio de educación infantil Carmen Giráldez utiliza esta calle como entrada. Esto supone que, a la entrada y salida de clases, los padres paran en medio del único carril de la carretera o en la entrada y salida del garaje de un edificio, interrumpiendo el tráfico y bloqueando el paso a los vecinos.