El contingente ayuda en tareas humanitarias, sanitarias y de patrullaje
07 nov 2024 . Actualizado a las 05:00 h.A 17 horas de trabajo diario desde el sábado y sin bajar el ritmo. «Estamos aquí para lo que nos echen, hay que darlo todo», advierte el jefe de la Policía Local de O Porriño, Daniel Rodríguez. Su contingente, con otros cuatro agentes y dos trabajadores del Concello, se desplazó hasta Benetússer, una de las localidades más castigadas por la dana. Fue la primera policía gallega en pisar terreno, con dos vehículos patrulla, la autocaravana, una pick up de emergencia, equipos de bombas de achique y una unidad de dron. Desde entonces no ha habido tregua.
Su testimonio es estremecedor. «Se ven imágenes en televisión y en los vídeos que circulan por las redes, pero cuando llegas te das cuenta de que aún es peor. Perece que hubo una guerra y estalló una bomba, lo que se mira es dantesco, hace falta de todo», advierte con arrojo pese a llevar ya cuatro las extenuantes jornadas de trabajo. Su relato, entrecortado por el saludo de vecinos con los que se ha forjado una estrecha relación, evidencia el vínculo. La prioridad es buscar a los desaparecidos, pero atienden las necesidades más perentorias de muchos de los que están sufriendo. «Hay mucha gente que lo ha perdido todo y hay que ayudarlos a sacar lo que consiguieron durante años de trabajando para tirarlo a la basura y empezar de cero. Te preguntan qué hacer, es desgarrador», confirma el jefe del servicio.
Trabajan en todos los frentes. Mientras unos achican agua en los garajes para intentar dar con los desaparecidos, otros patrullan para atender a los vecinos o evitar los pillajes y un tercer equipo se emplea con la atención sanitaria y el traslado de médicos. Además, explica Daniel Rodríguez, la dana se llevó también por delante la jefatura de la Policía Local de Benetússer, incluyendo las armas de los agentes. Haber trasladado ellos sus equipos desde O Porriño les permite ayudar hasta en el patrullaje.
«Es cierto que ahora hay ayuda, pero mi opinión es que tanto la ayuda material como humana llegó tarde. Teníamos que haber estado ya aquí todos el miércoles o el jueves pasado y no una semana después», lamenta. El sufrimiento de aquellos a los que intentan ayudar es indescriptible, y también entiende la «indignación» de los afectados. «Cada caso es un mundo, pero la indignación es palpable porque las administraciones públicas llegaron tarde, no funcionó la coordinación y aquí no daban ni para evitar los saqueos», apunta. Se trata de una población de poco más de 10.000 habitantes, dice. El desastre es absoluto y las escenas de horror se alternan con la lucha de los vecinos por salir del infierno en el que están sumidos. «Perdieron la jefatura, los coches y no tienen ni armas. Un compañero casi pierde la vida también», indica.
El desgaste físico, aun así, es menor que el impacto emocional. «Como decía un compañero, cuando pones el uniforme parece que pones el traje de Supermán, el tema es cuando lo quitas. Tenemos la formación para afrontar situaciones emocionalmente duras, pero realmente ahora mismo estamos centrados en trabajar desde la mañana a la noche», dice. Calculan que estarán hasta el domingo «ayudando en lo que haga falta y, si hay que volver,», avisa, «que tampoco dude nadie de que O Porriño va a estar, porque aquí queda muchísimo por hacer y ayudar».
En el mismo pueblo están desplazados los miembros de la Policía Local de Redondela, que también trabajan sin descanso colaborando en intervenciones humanitarias, de patrullaje o de limpieza y vaciado de garajes que aún continúan inundados. «Una cosa es ver las imágenes por la televisión y otra estar aquí en medio de tanta devastación, es un escenario apocalíptico», explicaron a la radio municipal. Los voluntarios de Oitavén-Tea están en Massanassa.