Lemos, sin experiencia como jugador, se adentró en el mundo del bádminton a los 28 años y por casualidad
21 dic 2015 . Actualizado a las 13:25 h.La primera vez que Víctor Lemos cogió una raqueta de bádminton en serio tenía 28 años. Maestro de Educación Física, su amor por la disciplina le llegó de rebote. Un club le reclamó para que colaborase con ellos en la preparación física de los jugadores, y él no dudó a la hora de sumarse al proyecto a pesar de que lo poco que sabía de bádminton era lo que había estudiado en la facultad. Si en aquel momento alguien le hubiese dicho que unos años después se embarcaría en la fundación del Club Bádminton Ponteareas, probablemente no se lo creería.
«O pouco que sabía do deporte era o que aprendera na carreira, pero realmente iso quedaba moi lonxe do que realmente se practicaba», recuerda Víctor. Cuantas más horas se pasaba rodeado de raquetas y plumas, más se enganchaba a la disciplina, así que optó por zambullirse del todo. «Decidín que necesitaba formarme. Convertinme en adestrador de nivel un de bádminton e fixen todos os cursos posibles porque cada vez gustábame máis». Arrinconó en un cajón los títulos de entrenador de natación y balonmano - «ningunha desas disciplinas chegou nunca a aportarme tanto como o bádminton»- y se centró en sacar adelante al nuevo club con un hándicap: el desconocer las sensaciones del jugador.
«Eu non fun xogador de nivel nacional, nin tan sequera galego, pero sí que a miña profesión de mestre me permite transmitirlle aos meus xogadores as indicacións axeitadas para que logren os seus obxectivos», explica Víctor, que desde el primer minuto compensó su falta de experiencia en juego con su capacidad para conectar con los jugadores y conducir su nivel al siguiente escalón.
Los primeros pasos del club
Hace cuatro años fue cuando el Bádminton Ponteareas, con Víctor como director técnico y entrenador, se convirtió en una realidad. «Comezamos con tres menos -relata- e hoxe somos arredor de 120». Un crecimiento exponencial que es fruto del trabajo, la insistencia y la constancia. Bajo el abrigo del C.B. Ponteareas entrenan y juegan niños y jóvenes de toda la comarca de A Padaranta y algunos del Baixo Miño. «O club engloba as escolas de Salvaterra, Salceda, Arbo, Covelo, Crecente, Mondariz e tamén algo do Baixo Miño. Esa é a razón pola que temos tantos rapaces», revela Lemos.
Romper la barrera del centenar de jugadores ha sido un desafío mayúsculo para el club ponteareano, en el que Tamara Barciela y Daniel Da Silva completan el cuerpo técnico. Desde el primer momento comprendieron que si querían dar seriedad a su proyecto tenían que comenzar por familiarizar a los niños y niñas con la disciplina, y para ello recurrieron al boca a boca. «Conseguimos formar un grupo amplio a base de ir porta a porta. Ese é o único camiño que nos queda aos deportes minoritarios», asume Víctor, que celebra la notoriedad que la campeona mundial Carolina Marín ha dado a su disciplina.
Un exhaustivo trabajo de captación en las escuelas, campañas de promoción o jornadas de puertas abiertas en los pabellones fueron algunas de las vías que permitieron al club crecer.
Durante los últimos cuatro años ni Víctor ni sus compañeros han dejado de trabajar para sacar adelante lo que se presume como un proyecto a largo plazo. «Somos un club novo. Non podemos aspirar a ter polo de agora campións de España. Os nosos deportistas son pequenos, e aínda que varios teñen moi boa pinta, aínda estamos comenzando», contextualiza. A nivel autonómico en sus vitrinas ya se encuentran varias medallas, pero dar el salto a los nacionales no entra en sus planes inmediatos. La economía manda, y el Ponteareas apuestan por el paso a paso.