La casa de Mondariz devastada por el fuego en el 2017 renace con madera quemada

Alejandra Pascual Santiago
alejandra pascual MONDARIZ / LA VOZ

PONTEAREAS

Oscar Vázquez

Los dueños destacan la resistencia a las llamas que ofrece esta técnica japonesa

29 ago 2021 . Actualizado a las 01:58 h.

Ardió todo. Cubierta, interior, suelos, camas, cocina, terrazas, sillones, alfombras... «Hasta el piano que teníamos en el salón y una cabaña en la que trabajaba, que era una especie de estudio. Se quemaron unos cuarenta cuadros», relata Manuel Nantes, propietario de la única casa de Mondariz que se llevó por delante la oleada de incendios de octubre del 2017. Cuatro años más tarde, junto a su mujer Marina Orge, disfruta de la reconstrucción de la vivienda en la parroquia de Vilar. «Utilizamos madera quemada en la nueva fachada porque es más resistente al fuego, a plagas de insectos y a la putrefacción», indica el dueño, al tiempo que explica que es una técnica japonesa y que el empleo de este material tiene, en parte, «un sentido alegórico».

Desde la carretera que conduce de Ponteareas a Mondariz Balneario se divisa la casa de Marina y Manuel, conocido en el pueblo como Lolo. A larga distancia, se ve aislada en lo alto de una gran roca, sobre una extensa superficie llana. Los árboles que la rodeaban cuando sucedieron los fuegos del 2017, la mayoría de ellos eucaliptos, siguen reducidos a troncos abrasados. El suelo aún se mantiene de color ceniza. Pero con el paso del tiempo han surgido brotes verdes que bordean el terreno de la pareja, que es bastante grande. «Ahora me estoy encargando yo de limpiar todo esto», explica Lolo. Alude a la necesidad de mantener su entorno habitado (más allá del que es de su propiedad), ordenado e incontaminado de malezas que puedan suponer de nuevo alimento para el fuego y una amenaza para su hogar. «¿Y si no, quién se encarga de esto?», pregunta al aire.

Oscar Vázquez

Los propietarios han levantado su nueva casa sobre los cinco pilares que resistieron al fuego de la estructura fundadora, que duró 19 años, y han añadido una columna más para ampliar hasta los 140 metros cuadrados. La vivienda anterior también era de madera, tanto su fachada como su interior. La cubierta era de tipo ecológica, de corcho prensado de Oporto. La nueva fachada es transventilada y ayuda al aislamiento tanto del frío como del calor. «Cuando arde, arde todo. El fuego derrite el cemento, el aluminio se hace chorros y el cristal se funde», indican Marina y Manuel para referirse a que la decisión de la madera carbonizada ha estado meditada. Visualmente, la construcción, obra del arquitecto Domingo Couto, se integra respetuosamente en su ladera.

El nuevo hogar está diseñado en cuatro alturas. En su interior cuelgan cuadros de artistas locales, muchos de ellos del propio Lolo, de su época abstracta. Tiene dos baños, cinco habitaciones y una cocina abierta hacia el salón de gran altura y desde donde se ve todo el valle de Mondariz. No le falta detalle. Las escaleras que suben hasta el nuevo estudio son de paso japonés.

Recuerda las llamas de octubre del 2017. «Vimos cómo el fuego avanzaba desde Portugal hacia aquí. Cruzó el Tea por el viento que hacía aquel día y porque las copas de los árboles sobre de ambos lados del río se tocan», explica Manuel Nantes desde su terraza. Muchos vecinos acudieron hasta allí, «pero no se podía hacer nada porque el fuego había arrebatado las tomas de agua y la electricidad para echar a andar el pozo», relata.

Consiguieron que el seguro les devolviese el 50 % del valor de su propiedad y la Xunta de Galicia, el 100 % de la ayuda solicitada.