
Purificación Carbón continúa al frente del establecimiento fundado por su padre, que empezó arreglando y haciendo radios y puso en Vigo el primer portero automático
09 mar 2014 . Actualizado a las 07:00 h.Adolfo Carbón Abalde era un emprendedor antes de que la palabra para denominar a los que crean empresas se extendiera como la pólvora. Según recuerda su hija, Purificación, en 1950 montó un taller de reparación y fabricación de radios, ya que entonces no existía la televisión. «Él nos contaba que se iba con la moto cargada de aparatos a venderlas por pueblos y parroquias, Zamáns, Valladares, Vincios... y en los 60, cuando llegó la tele, también las montaba, y las vendía. Había lista de espera. Pedían las piezas y se hacían completas en el taller que en su mejor época llegó a tener más de una decena de empleados. Ahora tenemos uno y medio y nos sobra», lamenta.
La heredera del negocio se acuerda de que su progenitor, natural de A Estrada, que también se ocupaba de realizar instalaciones eléctricas, fue el que a principios de los 60 puso, en un edificio de Camelias, el primer portero automático que hubo en Vigo.
Con 14 años, Adolfo Carbón aprendió el oficio en un taller en el Paseo de Alfonso XII. «Empezó allí, pero ya con 18 años o menos alquiló un local en la avenida de Castrelos a una señora que le apodaban La rata. Primero fue taller y luego también tienda», explica. En aquel espacio frente al cementerio de Pereiró comenzó hace casi 50 años su negocio en el que también trabajaba su mujer, Sara Gómez Alonso. «Para Camelias nos vinimos en 1968, primero en el entresuelo y tres años más tarde en el bajo actual, pero aún seguimos teniendo abierto el local original hasta 1975, compaginando los dos».
Purificación encarna a la segunda generación y para la tercera es consciente de que quizás no exista relevo. «A mí me da mucha pena, pero creo que no. Mi hijo viene de vez en cuando a echar una mano y mi hija, que estudia cine en Madrid, lo contempla como opción Z».
La empresaria cuenta que por Carbón Radio fueron pasando todos los nietos del patriarca, fallecido el año pasado con 82 años. Cuando salían del cole venían a ayudar, y mis hijos igual. Es lo bonito de las empresas familiares, pero cada vez quedan menos porque los grandes nos atosigan».
Purificación también opina que «la mentalidad de los jóvenes de ir a comprar a las grandes superficies tampoco ayuda. Aquí nos viene gente mayor y ¡cuántas veces no vamos hasta a cambiarles una bombilla! Todas esas atenciones no las tendrán nunca en macrotiendas en las que ni sabes lo que compras. Se olvidan de que van a ser mayores y quizás necesiten ese tipo de servicio», argumenta con la sabiduría que da la experiencia. Ella se incorporó también muy joven al negocio. «Con 14 años, se fue una empleada que tenían en Pereiró, entré yo y hasta hoy que tengo 60, pero estoy contenta, estoy trabajando en lo que me gusta», advierte. «Además conoces a los clientes de toda la vida, y al 99 % da gusto atenderles, me gusta el trato con la gente», asegura.
En ese sentido Carbón Radio sigue siendo como antes, como cuando en As Travesas había cuatro o cinco tiendas. Lo que ha cambiado mucho es su cometido. La obsolescencia programada está acabando con los talleres de reparación y no es que ya no construyan televisores ni radios, «es que hay poco que reparar porque muchos aparatos los fabrican sin posibilidad de arreglo». Aún así siguen teniendo taller de reparación de reparación y venta de material eléctrico e iluminación.
Purificación conserva algunas radios antiguas, de válvulas, y colecciona viejos interruptores, de aquellos de porcelana, que ahora, por cierto, vuelven al mercado en reproducciones que imitan el estilo añejo que marcó una época.
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