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«No sé si soy un artista, un artesano o un mercenario. Hago lo que me piden»

Begoña Rodríguez Sotelino
begoña r. sotelino VIGO / LA VOZ

VIGO CIUDAD

Oscar Vazquez

El alfarero ha llenado la fiesta de San Blas de Bembrive de tazas de barro con forma de «fuciño»

26 ene 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Carlos San Claudio nació en Suiza hace 40 años, pero con uno cumplido ya estaba de vuelta en Vigo con su familia. Su madre es de Bembrive y él sigue viviendo en la parroquia viguesa, donde se ha empapado de sus tradiciones. La más notable es la fiesta de San Blas. Para la popular romería que cada año atrae a miles de fieles a la cultura furancheira, el artista ideó unas tazas con forma de morro de cerdo las que conquistan el buen humor de los visitantes. El día grande es el 3 de febrero, pero hay más de una treintena de furanchos que llevan ya varios días calentando motores para la fiesta que empieza el domingo 31.

-¿Cómo surgió hacer los fuciños?

-En cerámica hay miles de técnicas y yo me paso muchas horas investigando. Toco muchos palos porque me encanta. Un día se me ocurrió hacer una taza en forma de fuciño, con un toque simpático, un diseño contemporáneo y un acabado tradicional. Empecé en el 2010 y hace dos años me plagió un rosquillero. Hizo una falsificación cutre. El problema es que la gente viene a San Blas a beber y a comer y si tiene que gastar en otra cosa, se lo piensa. Con mi primo y un amigo antes nos poníamos en el remolque de un tractor y vendíamos tazas de un alfarero a dos euros.

-¿Y las suyas cuanto cuestan?

-9 euros. Unas conmemoran el año en curso y otras no llevan fecha. Las hago por encargo y también me voy todos los días por la parroquia con la mochila. No monto ningún puesto porque soy de aquí y me gusta disfrutar de la fiesta con libertad.

-¿Cómo las hace?

-Me ocupo del proceso entero, desde el torneado, la decoración y lo cuezo en el horno del taller de mi casa.

-¿De dónde le viene el interés por la cerámica?

-Empecé en el 2002 y dos años más tarde me monté en taller en casa. Mi primer contacto con la cerámica fue casual. De hecho yo estaba asistiendo a clases de pintura pero para trabajar el tema de las tres dimensiones hicimos cosas con barro. ese mismo verano hubo un encuentro de ceramistas en Gondomar y fui, cambié de disciplina y a partir de ahí seguí formándome yendo a cursos.

-¿Cuándo dio el paso hacia la profesionalización?

-Es algo que llevo intentando desde que monté el taller, pero vivir solo de esto a veces es complicado. Yo he sido desde jardinero hasta encofrador. Siempre he tenido vena artística pero nunca lo vi tan claro como cuando me encontré con la cerámica. Estaba trabajando en una fábrica, recuerdo. Y fue el último trabajo que tuve como empleado.

-¿Qué camino siguió para que fuese su modo de vida?

-Intenté distribuir piezas a través de tiendas especializadas y ahora estoy desarrollando una línea para vender souvenirs en tiendas turísticas, pero además voy a ferias de artesanía, habitualmente imparto clases en mi taller y por temporadas suelo hacer cursos de racú, que es una técnica muy aparente que a la gente le encanta. También hago colaboraciones con un ilustrador de libros para niños. De varios dibujos suyos hice unas figuras. Son cosas que van saliendo, pero del arte viven los artistas, no los artesanos. He participado en varias exposiciones y lo hago con mucho gusto, pero no tiene mucha salida. Cuando hago una pieza es para que alguien la compre. Prefiero ir a ferias potentes como Alfaroleiros, que se celebra en Oleiros.

-¿Se considera un artista o un artesano?

-No lo sé. Soy un mercenario y hago lo que sea, también trofeos y piezas para ceremonias. Si me piden algo planto lo que esté haciendo para mí. Tengo la web en construcción pero estoy en Facebook con el nombre de Omodamos Syntrivos, que es el nombre de uno de los 5 demonios que según la mitología griega, atormentaban a los alfareros.