No tenemos un planeta B, y por eso es un crimen talar árboles

Antón lois AMIGOS DA TERRA VIGO@TIERRA.ORG

VIGO CIUDAD

Oscar Vázquez

No hay que perder de vista que cada vigués emite 6,5 toneladas de CO2 al año

23 mar 2021 . Actualizado a las 00:31 h.

¿Cuál sería su principal preocupación, lo que consideraría más urgente, si su casa estuviera ardiendo? Nuestra casa común está en llamas y no tenemos ningún lugar al que escapar para salvarnos del incendio. Así de gráficamente resume el movimiento mundial por el clima la situación de emergencia en la que nos encontramos.

 En el informe del Global Carbon Project presentado en la Cumbre del clima de Madrid se cifró en 36.800 millones las toneladas anuales de CO2 enviadas a la atmósfera a nivel global. Si prefieren la traducción local de esta magnitud piensen que según la estimación actualizada del estudio realizado en su día por la oficina del Valedor do Cidadán y la Universidad de Vigo, a cada vigués y viguesa nos corresponden individualmente 6,5 toneladas de CO2 al año. En los cinco minutos que puede tardar en leer esta página Vigo arrojará a la atmósfera 18 toneladas de CO2. Parece justificación suficiente para que, otra vez, la tribu ecologista mundial retomase el pasado viernes su protesta demandando acciones concretas y no promesas vacías frente a la emergencia climática. También en Vigo tuvimos concentraciones, marchas ciclistas y actos paralelos convocados en lo local por el Movemento Galego polo Clima y Fridays for Future.

 Hace años ironizaba el ecologismo con una idea recurrente: que actuamos con este planeta como si una vez destrozado nos pudiésemos ir a vivir a Marte. En cuanto empezamos a ver las fotos de Marte nos preguntamos: ¿y no será que allí ya estuvimos?

Ironías aparte, lo cierto es que seguimos sin tener un planeta B al que escaparnos ni un plan B frente a esa emergencia que no sea apagar el incendio.

 De incendios sabemos mucho en nuestro entorno y la casualidad hizo que hoy mismo celebremos el día forestal mundial, más conocido como día del árbol. Y otra vez la tribu ecologista vuelve a la calle (también en Vigo) para demandar un plan forestal que de una vez deje de pensar que un bosque es una fábrica de tablones y pasta de celulosa, pero la cosa va más allá.

 La revista científica Nature publicaba en 2015 una investigación dirigida por Thomas Crowther. Él y su equipo abordaron mediante modelos matemáticos registros de imágenes por satélite y verificaciones de campo la tarea de estimar cuantos árboles se talaban o ardían cada año en el mundo. Esperamos que estén sentados cuando lean la cifra: 15.000 millones.

 Es difícil imaginar lo que significa perder 41 millones de árboles cada día, y más si paradójicamente lo leemos en un diario editado en papel (con su correspondiente entonación del mea culpa). Piensen otra vez en los recurrentes cinco minutos que nos lleva leer esta página. Solo en ese tiempo el mundo perderá 141.600 árboles.

 La emergencia climática y la desaparición de los bosques están íntimamente relacionadas y como bien dice mi amigo y maestro Quine Araújo nuestra supervivencia está ligada a la de los árboles. Solo para contrarrestar nuestras emisiones de CO2 y depurar el aire que respiramos, según el cálculo de la plataforma Tree Nation, cada habitante del planeta tendría que plantar seis árboles cada mes. Si empezamos hoy mismo, con las excelentes excusas de celebrar la jornada de movilización por el clima y el día forestal, podremos ir anotando solamente en Vigo nuestros primeros 1.800.000 árboles (autóctonos, por favor y sin ocupar tierras agrarias) mensuales. Que vuelvan a ser, como decía Federico García Lorca, la cuna de la luna y la risa de la brisa, aunque Lorca escribía ese poema recordando a un chopo muerto. De considerar los árboles viejos como enemigos a abatir, desgraciadamente también tenemos experiencia en Vigo, y así nos va.